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Август
2024

Zonas mixtas, el universo de las sensaciones

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Abc.es 
Una zona mixta es un universo de sensaciones , donde los deportistas llegan con los sentimientos a flor de piel y los expresan sin filtro. En ese espacio destinado a ofrecer a los informadores de todo el mundo sus primeras impresiones, la palabra no es el único vehículo para comunicar. Allí se pueden ver a grandes deportistas hundidos por un resultado inesperado y decepcionante o escenas de felicidad con medallas olímpicas al cuello. Y también es un lugar de paso donde se evidencia la máxima concentración cuando después de una clasificación queda pendiente afrontar la gran final. Tras las competiciones, y en todas las sedes, los deportistas tienen la obligación de hacer un recorrido donde acompañados de los jefes de prensa de su especialidad o de su comité olímpico, ofrecen sus impresiones a los medios de comunicación. Televisiones, radios y prensa escrita y webs, por este orden, aguardan su turno para saber por qué se ha logrado una medalla o se ha sufrido una eliminación que no entraba en los pronósticos. Y es ahí, en ese paseo, donde cada competidor, todavía en caliente, se muestra más expresivo y se viven situaciones chocantes , como la de Miren Lazkano sentada en una esquina, totalmente contrariada por su descenso en aguas bravas pese a que había logrado la clasificación para las semifinales del día siguiente y acabó conquistando una décima plaza en sus primeros Juegos Olímpicos. También es un escenario donde en unos metros de distancia pueden juntarse los tres equipos que acaban de subir al podio en los relevos mixtos de triatlón, mientras la francesa Emma Lombardi les mira con una tristeza en los ojos que no hace falta ni que la explique. «Estoy un poco decepcionada porque he encadenado dos cuartas plazas en individual y en relevos y me voy sin esa medalla con la que había soñado », responde a la televisión francesa la triatleta de Chambery. Sólo seis segundos le separaron del podio individual y una caída de un compañero condenó las opciones galas en el relevo. Su cabeza baja al salir de la zona recuerda a la del velocista belga Alexander Doom, que llegaba a París en la temporada de su vida. Campeón mundial de pista cubierta en Glasgow y campeón europeo hace un par de meses en Roma, llegaba a los Juegos dispuesto a entrar en la final de 400 y después soñar. Pero en la entrada a la recta de su semifinal, sufrió un tirón muscular que le llevó a entrar andando en la meta. Dolorido física y anímicamente, era incapaz de levantar la mirada del suelo mientras atendía a la prensa de su país. Respuestas lacónicas, apenas una mirada rápida para ver quién era el autor de la pregunta, y de nuevo la mirada gacha, hundida en el infinito mientras circulaba hacia la salida. Los hay que tratan de aguantar el tipo con una sonrisa que esconde muchas cosas dentro, como el caso de Hugo González tras ser sexto en una final de natación donde a falta de 50 metros era bronce. Los « no estoy satisfecho » y « no es lo que buscaba » se suceden en respuestas cortas y gesto de contención que al mallorquín le cuesta más que la final que acaba de disputar. Pero también hay quienes se rompen totalmente. La lanzadora de peso Belén Toimil no puede ni hacer declaraciones a Paloma Monreal, jefa de prensa de la RFEA. «Hemos intentado grabar audio, pero está totalmente KO y rompe a llorar », explica. Lo mismo que la tunecina Marwa Bouzayani . El suyo es uno de esos casos de contrastes. Debería estar satisfecha después de mejorar su marca personal en 3.000 metros obstáculos, pero es incapaz de responder a las preguntas porque se ha quedado a 18 centésimas de entrar en la final. Tan cerca y tan lejos que es inaguantable para ella . Pero las lágrimas y los sentimientos no entienden de clases, de niveles. Lo mismo puede sufrir un desencuentro una atleta que se queda a un paso de la final soñada que alguien en cuyo palmarés aparecen oros olímpicos . Resulta duro ver a la italiana Antonella Palmisano apoyada en una valla y llorando sin encontrar consuelo tras retirarse de la prueba de 20 kilómetros marcha cuando hace dos meses había ganado el campeonato de Europa y hace tres, el título olímpico en Tokio. A su izquierda, unos metros más allá, María Pérez celebra su medalla de plata ... Porque por supuesto también es un escenario donde las alegrías se suceden. Es el caso desbordante de Irene Sánchez Escribano y Dani Arce tras clasificarse ambos para la final de los 3.000 metros obstáculos, o las celebraciones del doble campeón olímpico de ciclismo Remco Evenepoel, que apenas puede contener la emoción cuando en su palmarés se acumulan las victorias a sus 24 años y viene de hacer tercero en el Tour de Francia. O la felicidad tras ganar el relevo mixto de Álvaro Martín y María Pérez, que vivió en esa zona el esperado abrazo con sus padres. Y qué decir de la australiana Olyslagers después de ser medalla de plata y dar todo tipo de explicaciones sobre su diario... Aunque siempre hay excepciones. Como Armand Duplantis , sentado en la puerta de esa sala de prensa del Stade France, leyendo totalmente relajado sus mensajes en el móvil, como si en su cuello no estuviera colgada una medalla de oro. El sueco también es imbatible en la zona mixta.