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Август
2024

Marina Perezagua: “Siento que los escritores que vienen de la academia, pierden la verdad a favor de discursos ideológicos que ni siquiera les pertenecen”

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La escritora española Marina Perezagua es una pluma imprescindible de la literatura hispanoamericana del presente siglo. Títulos como Yoro, Don Quijote de Manhattan, Seis formas de morir en Texas, Nana de la medusa, entre otros, transitan entre la extrañeza y la verosimilitud. Su reciente novela, La playa, ganó en mayo pasado el III Premio Ciudad de Estepona. Además, en estas últimas horas acaba de brindar vía sus redes sociales un adelanto de lo que será su próxima novela, lo cual ha encendido más de una especulación. Se trata, pues, de una pluma de primera línea. Saludada por críticos y lectores, invitada recurrente a prestigiosos festivales y académica con muchos años en Estados Unidos, Perezagua conversa con La República, como preparando el terreno para la llegada de su premiado nuevo libro a Perú, en donde, obviamente, tiene muchos lectores.

—Hace un tiempo te escuché decir que hoy en día no hay verdad en la literatura.

La verdad se puede manifestar a través de la ficción sin necesidad de ser ideológicamente académica. He estado en la academia toda mi vida, pero sí siento que los escritores que vienen de la academia o que de algún modo incluso salen de talleres de escritura creativa y pasan por otro tipo de academia, pierden la verdad a favor de discursos ideológicos que ni siquiera les pertenecen. Parece que simplemente lo hacen por pura moda, como si fuera un mercantilismo de la escritura. En realidad, ni siquiera les importa. Hablan de “latinx”, pero ven a la señora que está vendiendo mangos en Nueva York y no la saludan. Hablan de compromiso social y ni siquiera es verdad, pero tampoco es literatura, es como una quimera en todos los sentidos.

—¿Cómo te ha ido en el ámbito académico norteamericano?

He sido muy trabajadora. Los últimos puestos que conseguí en la academia han sido muy importantes, pero hasta entonces he trabajado de una manera muy precaria. Estar en la academia, que ha cambiado sustancialmente, porque no es la misma de hace diez años, con un grupo de élite de académicos con muchísimo dinero que vienen a dar lecciones sobre minorías, pues a mí no me la pueden colar. He luchado demasiado para eso.

—Tus novelas no son ajenas al contexto actual. Pienso en Don Quijote de Manhattan y Seis formas de morir en Texas. En ellas percibimos temas en agenda, como lo políticamente correcto.

No me gustan que me impongan cosas. Los cambios tienen que ser de manera muy gradual. Puedo tener una conversación con una persona con ideas totalmente distintas que use términos que supuestamente no se deben utilizar. Soy andaluza, mis amigos son marroquíes y los llamo “moros” y no pasa absolutamente nada. Que no me cuenten historias. Es gente desvinculada de la realidad. La gente se está muriendo como para estar atentos a lo políticamente correcto. El lenguaje hace la realidad, pero hay un planeta que se está acabando. Todos opinan sobre los conflictos mundiales y no de los propios.

—¿Hay una actitud predeterminada al poner tópicos actuales en tus libros?

Cuando escribo, lo que quiero es curiosear, investigar y divertirme. La denuncia no es predeterminada, pero cuando uno escribe termina sacando temas fuertes que no estaban en la agenda personal. En Estados Unidos, por dar un ejemplo, luchan por el seguro de salud.

—Se deduce que habrá denuncias no predeterminadas en tu próxima novela.

El marco de mi próxima novela es el académico. Estoy muy estimulada porque denuncié ciertos temas de la universidad en la que trabajaba y no me renovaron el contrato. Eran temas en defensa de los estudiantes, no en función a mis intereses. Es una denuncia de lo que pasa en la academia, en los departamentos de Humanidades. Revelo la corrupción a través de ciertos personajes. Este es el único libro que escribo con esa intención. La denuncia sí es predeterminada, porque no me han permitido quejarme. Me he encontrado tan desprotegida y me libero dejando lo que viví en un libro.

—¿Cómo proteges tu escritura siendo muy requerida en importantes eventos internacionales?

Eso ha cambiado. Ahora establezco un tiempo entre un festival y otro, y tengo una niña muy pequeña. Entonces debo ser más práctica. Además, me estaba creando una mala fama porque me paraban invitando y debido a la ansiedad no iba. No exagero, me enfermaba por los nervios. Cuando voy a las ciudades, aparte de estar en las actividades, converso mucho con la gente del pueblo, recojo muchas impresiones.

—La academia y la escritura, ¿pueden convivir?

La academia consume muchísimo tiempo. La academia paga muy bien, pero resiente la escritura. He estado entrando y saliendo de la academia. Hay periodos en los que me dedico solo a escribir, a ver las traducciones de mis libros, a dar conferencias. Ser académico y escritor es muy difícil de llevar. Hay excepciones, como Lina Meruane, estupenda escritora chilena, que también entra y sale de la academia.