Alcaraz: «Sentía que había decepcionado a los españoles, pero ahora estoy orgulloso de cómo he representado mi bandera»
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Se le quedó el regusto amargo a Carlos Alcaraz tras esa derecha paralela de Novak Djokovic que no consiguió responder. Se le escapaba el oro y las lágrimas, pero enseguida cambió la actitud. Era el objetivo de este curso, es verdad, pero asume que enfrente tuvo a un Novak Djokovic que tenía el oro como objetivo de su vida. Y ante un Alcaraz soberbio, impecable, valiente y arrojado, un Djokovic descomunal, infranqueable, impoluto y perfecto: oro en un palmarés único. A pesar de esas dos horas y 52 minutos de una final magnífica e inolvidable de pelea, cae con todos los honores por 7-6 (3) y 7-6 (2) ante un enorme Novak Djokovic, que se ha preparado para este torneo, para este partido, durante toda la temporada, durante toda su vida. Porque el serbio sí vio cómo se le iban acabando las oportunidades olímpicas, cómo se le iba agotando el tiempo. Emocionado como pocas veces se ha visto, Alcaraz se quiebra al intentar compartir las primeras palabras tras una final con la que consigue la plata olímpica. Para él, en ese instante, era haber perdido el oro, pero se da cuenta de la valía con el tiempo. Poco. Apenas un par de horas después, ya con la cabeza fría, asume la derrota con deportividad porque le servirá para mejorar. «Ha sido un momento difícil. Quería más. Quería el oro. Perder nunca es agradable, pero me voy con la cabeza bien alta de la manera en cómo he perdido. Lo he intentado, he luchado hasta la última bola. Me lo he dejado todo. Cuando pierdes de esta manera, sales de la pista contento y orgulloso de lo que has hecho. Teníamos delante un Novak que ha jugado mejor que yo en algunos momentos». Con sus cosas, Djokovic es historia presente del tenis que, en comparación con el despertar de Alcaraz y su mirada hacia el futuro, se va extinguiendo en cada golpe, 37 años. Intenta el español apagarlo definitivamente, al menos en un torneo olímpico, pero se resiste a claudicar el serbio. Hace apenas un mes, lo superó por todos los lados, pero ha recuperado la versión de sus mejores años. El premio lo merece. «Esas lágrimas del final han sido porque sentía que no había podido conseguir mi objetivo y el de todos los españoles. Sentía que los había defraudado, que no los había hecho sentir orgullosos por no llevar un oro más, pero visto ahora, no es fácil conseguir una medalla y creo que les he hecho creer. Estoy orgulloso de cómo he representado mi bandera». Un orgullo y una final de la que dice aprenderá, como ha hecho siempre este chico desde que hace solo un par de temporadas irrumpiera en el circuito por la puerta grande. Habían sido cuatro finales de Grand Slam ganadas, y esta se le ha resistido, pero no falta mucho para que convierta en oro esta decepción. Sabe dónde ha fallado. «En los momentos difíciles en los Grand Slams subo mi nivel, pero no he sabido hacerlo en este. Y enfrente ha habido un jugador que lo ha hecho mejor que yo en los momentos en los que lo tenía que hacer. Hoy no he dado lo mejor de mí, no he incrementado ese nivel en esos puntos como sí hago en los Grand Slams. Y él sí lo ha hecho», explicaba y daba el motivo: «Estaba jugando por España, todos pendientes de que yo ganara el oro. Siempre hay presión, pero esta es diferente. Yo también me he metido más pensado en que tenía la obligación de lograr este oro para los españoles». Una derrota que duele porque se ha exhibido en una final inolvidable que han dignificado ambos, pero que se ha perdido en detalles pequeñísimos, como ese pequeño bajón en el primer tie break, esas ocho oportunidades de break que no pudo convertir. Y duele ahora, pero es una lección para el futuro. Esto es una plata para empezar. «Como me pasó en las semifinales de 2023 aquí, dije que iba a aprender de ello. Y lo mismo haré ahora, para no cometer los mismos errores. Trabajaré para ser mejor jugador, ser más maduro. Este torneo ha sido muy especial y lo tendré para el resto de mi carrera. Ha sido una semana maravillosa, de ensueño. Soñaba vivir unas olimpiadas, jugar con mi ídolo en dobles, aprender de Rafa en el mismo lado de la pista, pelear por medallas. Estas dos semanas, conseguir medalla en mis primeros juegos, y espero que no sea la última, es algo que voy a recordar el resto de mi vida». En su primera cita olímpica, una plata. Es consciente de que hay cuatro Grand Slams al año y unos Juegos cada cuatro años, pero ya piensa en el próximo oro. «Mi momento llegará y trataremos de aprovecharlo». Por ahora, Alcaraz, 21 años, plata olímpica.