La Santa Sede deplora ocho días después la «ofensa» de la apertura de los Juegos Olímpicos
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Ha tardado ocho días, pero finalmente la Santa Sede ha salido al paso para condenar la parte de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París en la que fue ridiculizada la pintura 'La última cena' de Leonardo Da Vinci. «La Santa Sede, entristecida por algunas escenas de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París , no puede sino unirse a las voces que se han alzado en los últimos días para deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones», ha asegurado en un comunicado de prensa enviado a los periodistas este sábado a las 20.00. La larga ceremonia que duró unas cuatro horas incluyó algunas partes que resultaron ser una burla a los sentimientos religiosos cristianos. En concreto, en un momento del espectáculo, un actor que interpretaba al dios griego Dioniso ocupó el centro del escenario en una mesa con drag queens, en una reinterpretación sobre la última comida de Jesús con sus seguidores antes de la crucifixión. Esta recreación provocó en un primer momento una cascada de críticas en las redes sociales. Pero los primeros en expresar su malestar de forma oficial fueron los obispos de Francia que lamentaron lo que describieron como « escenas de burla y mofa del cristianismo». «Esta mañana pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el exceso y la provocación de ciertas escenas. Deseamos que comprendan que la fiesta olímpica se extiende mucho más allá del sesgo ideológico de algunos artistas», escribieron los obispos. Ahora la Santa Sede ha querido sumar su voz a las críticas contra esta desafortunada alusión artística en un comunicado en el que ha condenado que en un acontecimiento «prestigioso», como el de los Juegos Olímpicos «en el que el mundo entero se reúne en torno a valores comunes, no debería haber alusiones que ridiculicen las convicciones religiosas de muchas personas». «La libertad de expresión, que, por supuesto, no se cuestiona, encuentra su límite en el respeto a los demás», ha afirmado.