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Август
2024

Lisette Oropesa, cantante de ópera: “Cuando empecé me dijeron que aceptaban mi voz, pero no mi cuerpo”

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La reconocida soprano estadounidense, una de las protagonistas del Festival Cap Rocat, debuta en Mallorca con una gala operística que reivindica un arte más allá de los repertorios más comerciales: “Todo el mundo quiere oír La Traviata, pero hay mucha música espectacular por conocer"

ENTREVISTA - María Agresta, soprano: “La cultura tiene el poder para dar a conocer músicas como la ópera, que no son muy consumidas”

A sus cuarenta años, la estrella mundial de la ópera Lisette Oropesa (Nueva Orleans, Estados Unidos, 1983) ha descubierto que tiene raíces mallorquinas. La sorpresa le llegó a través de una llamada telefónica con su abuela, poco antes de llegar a la isla que ahora pisa por primera vez con motivo de su actuación en el Festival Cap Rocat. En esta cita ineludible del verano musical lírico europeo, la cantante norteamericana de origen cubano protagoniza una gala operística el próximo 4 de agosto donde interpretará un programa que muy pocas sopranos son capaces de cantar. 

Tras superar una enfermedad gastrointestinal que le llevó a cancelar sus últimas actuaciones, la cantante vuelve emocionada al escenario y con una importante novedad. En este recital, Lisette Oropesa debutará con la primera aria de María Stuarda de Gaetano Donizetti, una pieza que lleva tiempo estudiando, pero que todavía no ha interpretado en público. Además, aprovechará esta  ocasión para reivindicar algunas obras menos populares de grandes compositores de la ópera. Para la soprano, las emociones están servidas.

Frente a la presión por la perfección en el punto más álgido de su carrera y los estándares de belleza que se imponen en el sector, la artista abraza sus vulnerabilidades y rechaza la violencia contra los cuerpos: “He tenido que luchar en contra de mi cuerpo toda la vida. Me decían que había mucha gente con una voz similar a la mía y que si buscaban a alguien para un papel no me iban a escoger porque no lucía”. 

Primera vez en Mallorca. ¿Qué espera de su debut en la isla? 

Es mi primera vez y voy a pasar una semana entera, algo que es poco común estando de concierto. Casi siempre entramos, ensayamos, cantamos y nos vamos. Voy a tener un poco más de tiempito para poder estar aquí. Además, he descubierto, por primera vez, que mi tatarabuela nació en la isla. 

Qué casualidad. ¿Cómo lo ha descubierto? 

Porque justamente hace una semana hablé con mi abuela y me lo dijo. Yo pensaba que ella había nacido en Canarias, pero no. Yo estaba confundida. Entonces mi abuela me dijo que no, que la familia canaria era la paterna. He descubierto la otra parte que nació aquí en Palma y que más adelante se fue a Barcelona. Entiendo que entonces debo de tener un dedo mallorquín o algo así,  ¿no? [risas]. Claro, vengo con muchas ganas de conocer la isla. 

De hecho, aquí vivió Chopin durante algunos años, en la cartuja de Valldemossa.

Sí, eso me dijeron. Me encanta. De hecho, anoche fuimos a ver a un pianista de la isla y la primera pieza que tocó fue algo de Chopin. Sentí algo muy fuerte, y luego me dijo que la había tocado porque había una conexión muy especial con él en la isla. 

¿En qué consiste el repertorio de la gala de este domingo? 

Va a ser una gala de bel canto, de música francesa y un aria de Verdi. Habrá una mezcla de estilos con música un poco complicada para mí, ya que una de las piezas va a ser un debut en mi carrera, que es la primera aria de María Stuarda, un papel con el que voy a debutar en Madrid en diciembre. Entonces, esta es la primera oportunidad que tendremos para escucharla.  

También tenemos Tancredi de Rossini. No es música tan conocida como El barbero de Sevilla o La Traviata. Hay mucha de la música que yo canto que casi no se escucha, pero que es espectacular y cuesta mucho trabajo. Creo que para el público va a ser muy bonito. Tenemos además una pieza de Giacomo Meyerbeer de la cual soy muy fan.  

En España se le recuerda mucho por su bis histórico en el Teatro Real. ¿Usted también lo recuerda como un gran acontecimiento? 

Claro que sí, fue mi primer bis como solista. Esa aria normalmente está escrita con dos versos, pero la versión que estábamos haciendo, porque fue durante la pandemia, la tuvimos que cortar y hacer más corta. Y hemos hecho, en todas las funciones, un sólo verso de esa aria. Pero cuando el público pidió el bis pude repetirla y canté las letras del segundo verso, como si no fuera nada de bis, pero sí lo era porque no se había hecho en ninguna de las otras funciones. Entonces yo lo sentí como algo que el público te pide y tú se lo regalas. Fui muy, muy, feliz. 

El Festival Cap Rocat está organizado por la Fundación Madina Mayurqa, una organización con el objetivo de preservar y fomentar las tradiciones y el patrimonio de Mallorca. ¿Cómo podemos defender las diferentes culturas en un mundo cada vez más globalizado?

Por un lado, la globalización nos ayuda a traspasar a las fronteras, porque si no fuera por Internet y por los vídeos que compartimos, a lo mejor no se escucharía esta música fuera de aquí. Pero tenemos también que presentar la música, seguirla tocando, y por eso también he elegido cantar música un poco menos escuchada para la gala, porque si no perdemos repertorio y este se hace más pequeño y al final nos quedamos con tres óperas si seguimos así. 

Yo soy una persona con raíces de España, de Cuba, y quiero mantener el idioma y la cultura en mi presencia y decir que yo soy de aquí desde mucho tiempo. Yo nací en los Estados Unidos y soy americana, pero eso es lo que quiere decir, para mí, ser americano, ser un inmigrante. Al final, la música es lo que nos reúne. 

Estos días ha estado ensayando con la Orquesta Sinfónica de las Illes Balears, que dirige Pablo Mielgo. ¿Cómo valora el talento musical de las islas? 

Se siente que es algo especial, porque cuando yo canté con ellos estuve mirando de cara a la orquesta. Normalmente en un concierto estás de espalda a la orquesta y no te miran a la cara porque el público te está mirando a ti. Pero en el ensayo puedes mirar a la orquesta y tener una conversación a través de la música. Con esta orquesta vi muchas sonrisas y a gente escuchando  atentamente. La conexión que encontramos ha sido muy íntima. Esta forma de estar borra las distancias y ya no se trata de un solista acompañado, sino de una orquesta y un solista tocando, juntos.

Una conexión que seguro que acaba sintiéndose el domingo. 

Espero que sí. Vamos a estar afuera, de noche y bajo las estrellas. Vamos a ver. 

El director artístico del festival le define como una artista de la generación más joven de prima donnas, es decir, artistas que están en el punto álgido de su carrera. ¿Se sientes en ese mismo lugar? 

Es verdad que cada cantante tiene su top y de ahí va bajando. Entonces yo no sé, ojalá que pueda seguir cantando a un nivel internacional por muchos años. A lo mejor cambiará mi voz, porque soy una cantante todavía joven. Pero el punto más alto de la carrera siempre suele ser la juventud, porque tienes la voz fresca y tienes que tener la voz ágil para hacer la coloratura. 

En relación a lo que comentamos antes sobre músicas no tan escuchadas, quería preguntarle si cree que la música de cámara y la ópera pueden llegar a nuevos públicos, teniendo en  cuenta que, por ejemplo, en España, el porcentaje de la población que dedica su tiempo a  disfrutar música clásica es de un 16,8%, mientras que para la ópera es un 4,1%. ¿En qué situación se encuentra la música de ópera hoy en día? 

En primer lugar, en mi opinión, creo que el arte no es blanco o negro y que hay mucha variedad. Puedes decir a una persona que Mozart es el compositor más importante que haya sido existido en el mundo y que la otra persona te diga que no está de acuerdo. Lo más importante es no dejar de  tocar piezas para concentrarnos solamente en las más conocidas porque son las que venden más entradas. Todo el mundo quiere oír La Traviata, pero si nos quedamos sólo con esta y no escuchamos óperas menos conocidas del mismo compositor, siempre iremos a menos. No hay que evitar los compositores grandes, pero hay mucha música escrita. Pero, claro, en el teatro hay que vender. 

Todo el mundo quiere oír La Traviata, pero si nos quedamos sólo con esta y no escuchamos óperas menos conocidas del mismo compositor, siempre iremos a menos. No hay que evitar los compositores grandes, pero hay mucha música escrita. Pero, claro, en el teatro hay que vender

Y se produce una lucha. 

Exacto. Quiero decir, a mí me gusta esta música, pero yo soy una persona especializada y a otra puede que no le importe la música bel canto o le parezca rara. La única manera es presentarla y mostrarla accesible a la sociedad. Pero no se le puede vender a quien no le gusta. También es importante que quien lo venda no venga de fuera del contexto y no conozca nada del arte. Hay gente que sabe mucho de finanzas y de dinero, pero no pueden vender nada. Los directores de festivales y de teatros tienen a los mejores porque son amantes o incluso han tocado o cantado. 

Hace tiempo supimos que le habían negado papeles al principio de su carrera debido a su peso. ¿Qué obstáculos prejuiciosos se ha encontrado en el mundo de la ópera?  

Todos somos seres orgánicos y cuando eres cantante el instrumento es tu cuerpo. Literalmente. Y tienes que ser apasionada y emocional para cantar de una manera auténtica, porque eso es lo que le llega al público. La técnica puede ser impresionante, pero la emoción es lo que conmueve. Con la edad, el estrés, los viajes, la presión de estar al nivel, tiendes a pensar que la gente espera algo superior y nos dicen que hay que ser perfectos, pero no lo somos.  

Yo he tenido que luchar en contra de mi cuerpo toda la vida. Cuando empecé era más gordita y, como mi voz es ligera, me dijeron que aceptaban mi voz, pero no mi cuerpo. Me decían que había mucha gente con una voz similar a la mía y que si un director buscaba a alguien para un papel no me iban a escoger porque no lucía como la joven que buscaban. Pero yo ahora soy una persona a la que le gusta mucho el ejercicio, como correr, pero también me gusta mucho estar afuera y comer [risas].

Yo he tenido que luchar en contra de mi cuerpo toda la vida. Cuando empecé era más gordita y, como mi voz es ligera, me dijeron que aceptaban mi voz, pero no mi cuerpo. Me decían que había mucha gente con una voz similar a la mía y que si un director buscaba a alguien para un papel no me iban a escoger porque no lucía como la joven que buscaban

Una de las características que le atribuye la crítica es su elevada capacidad técnica, algo que me ha llevado a pensar en el dilema actual alrededor de la Inteligencia Artificial y la creación artística. ¿Cree que hay riesgos con la máquina que viene? 

La ópera y la lírica son algo muy orgánico. El teatro también es orgánico, aunque sea una situación fingida. Pero somos orgánicos, los instrumentos, las personas, los sonidos y la arquitectura. Si empezamos a quitar todo eso y a ponerle computadoras y a ponerle efectos, que ya lo hemos hecho bastante, empezamos a perder lo que era de nosotros. Eso, para mí, es el camino a la perdición. 

Esperemos que no. 

Esperemos, porque dentro de poco vamos a tener discos de María Callas cantando rock and roll.  ¿Me entiendes? Yo creo que el objetivo de hoy es conseguir que no reemplace a los a los seres humanos. Si quiere lavarme la ropa, limpiarme el baño o fregar mis platos, perfecto. Tendría más tiempo para dedicar al arte y a mí y entonces ahí sí. Pero no quiero que tenga sentimientos.