Catalunya: una gran oportunidad
A corto plazo entreabre la puerta a la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Aunque yo no cantaría victoria, a la vista del anuncio de la diputada de las juventudes republicanas, de votar por su cuenta
Acabamos de conocer el resultado de la consulta a la militancia de ERC y el SÍ ha ganado. Con un margen estrecho (53,5%) tal como se esperaba, sobre todo después de conocerse el elevado nivel de participación (77% del censo). Intuyo que esta vez el voto oculto ha sido el del sí, una opción más difícil de defender por la presión emocional de Junts y otros sectores del independentismo. Lo que viene a continuación es un análisis de urgencia.
De entrada, toca felicitar a ERC por el arriesgado ejercicio democrático que ha sido la consulta a la militancia. Imprescindible, atendiendo a que supone un cambio de estrategia importante de los republicanos. Hasta ahora habían apostado por el diálogo, pero la falta de pedagogía con una lectura sincera de lo que sucedió con el procés, los había llevado a que su discurso fuera en una dirección y sus actos en otra. Quizás por eso les ha sido tan difícil a la actual dirección explicar las bondades del acuerdo alcanzado. Y sobre todo, la contrapartida de la investidura de Illa.
El sí de ERC al preacuerdo, sumado al acuerdo firmado por los Comuns con el PSC es una gran oportunidad para que Catalunya, abra una nueva etapa y comience a salir del procés y de su resaca.
No ha sido fácil para nadie llegar hasta este punto de salida. Los indultos y la amnistía han servido para buscar una salida del pozo, actuando como etapa prólogo. Ahora toca buscar una solución al conflicto que siempre será imperfecta, con concesiones y contradicciones de todos y temporal.
Que nadie se engañe, será un recorrido lleno de obstáculos y no descarto alguna recidiva, aunque de menor impacto. A veces perdemos de vista la dimensión de lo que nos ha sucedido en los últimos años.
Estos días he podido comprobar la gran diferencia con la que se ha vivido el preacuerdo entre PSC y ERC en Catalunya y la lectura en el resto de España. Disculpen la generalización.
En Catalunya se ha dado bastante importancia a lo que supone de ruptura de los bloques y a la recuperación del espacio central de la política y la sociedad catalana durante décadas, el catalanismo popular. Mientras, en el conjunto de España esta apuesta y el acuerdo para la resolución del conflicto político a través de una convención han pasado desapercibidos, incluso han sido ninguneados en el análisis público.
Curiosa la condición humana. El referéndum de autodeterminación, exigido por ERC hasta hace dos días, ha pasado de ser una predicción de catástrofe, utilizada como arma por las derechas y vivida con pánico en el PSOE a desaparecer, cuando el acuerdo entre el PSC y ERC lo ha dado por amortizado.
Como siempre que aparece en escena, el debate -por llamarlo de alguna manera- sobre la financiación ha atrapado toda la opinión publicada. Parafraseando el refranero popular podríamos decir que “A un panal de rica miel dos mil moscas (opinadores) acudieron, que por golosas (de polémica) murieron, presas de patas (relatos) en él. Espero que este país encuentre pronto un momento para hacer de manera tranquila y sosegada un debate, que nos lo debemos desde 1978.
Las consecuencias del sí de ERC son muchas. De entrada, ha cambiado el tono del debate político. Hoy Marta Rovira se ha referido a los socialistas como un partido con el que ERC tiene una gran distancia política. No hace falta recordar los calificativos utilizados hasta hace poco.
A corto plazo entreabre la puerta a la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Aunque yo no cantaría victoria, a la vista del anuncio de la diputada de las juventudes republicanas, de votar por su cuenta. Sin obviar alguna posible escenificación de sectores del independentismo, entre ellas la anunciada vuelta de Puigdemont a Catalunya, con su posible detención. Eso le va a generar incomodidad a ERC, pero el resultado de la consulta les otorga mucha autoridad para no dejarse condicionar emocionalmente en su voto.
ERC ha ratificado su decisión de pasar a la oposición, desde la que hará valer -han dicho- su sí exigente y vigilante. Pero más allá de con qué fuerzas políticas se configure el futuro gobierno -falta ver que sucede con los Comuns- la debilidad parlamentaria del PSC aconseja configurar un Govern de amplio espectro.
Desarrollar las políticas públicas comprometidas en los acuerdos que los socialistas han alcanzado con ERC y Comuns no se puede hacer desde un gobierno restringido al mundo socialista. Lo lógico es que se abra a amplios sectores de la sociedad. Los acuerdos alcanzados en temas hasta ayer conflictivos, relacionados con infraestructuras o el casino Hard Rock, obligan a que sea un gobierno con una mirada muy abierta.
Como sucede con los acuerdos complejos y difíciles, desarrollarlos será una tarea complicada, muy probablemente con algunos tropezones. Hay compromisos alcanzados con Catalunya en Comú, por ejemplo en materia de vivienda, que no van a ser de fácil implementación. Y por supuesto, el pacto fiscal alcanzado entre PSC y ERC es de una dificultad política y técnica extrema.
Estos días me he cansado de explicar, con escaso éxito, que lo acordado tiene interpretaciones muy abiertas y su desarrollo no nos lleva necesariamente a un sistema catalán autárquico con ruptura de la solidaridad. La cultura y las experiencias del federalismo fiscal en el mundo dan márgenes suficientes para hacer compatible singularidad con corresponsabilidad, autonomía fiscal con armonización, diversidad con igualdad. Siempre con la mirada puesta en la garantía de los derechos fundamentales de las personas en toda España.
Además, no queda otra. La implementación del acuerdo entre dos partidos catalanes, aunque con el apoyo del PSOE, no es posible si no es asumiendo esa cultura de federalismo fiscal. En ERC deberían asumir, cuanto antes mejor, que el cumplimiento del acuerdo no depende únicamente de las fuerzas políticas que forman el gobierno español que, además, tienen significativas discrepancias internas.
Para que el acuerdo vea la luz se requieren de unas mayorías absolutas que solo se alcanzan sumando a partidos de implantación autonómica que tienen buenas razones para exigir que se tengan en cuenta sus reivindicaciones y en caso de no ser atendidas tirar mano del agravio comparativo -el gran motor de la historia en este siglo- para bloquear la implementación del acuerdo.
Me atrevo a vaticinar que este tema solo tiene una salida posible. Que una vez más, desde 1993, se usen las reivindicaciones que emanan desde Catalunya -no solo ERC- para abordar cambios en profundidad del actual sistema.
El sí supone una evidente victoria de ERC frente a Junts. Parece que por fin los republicanos han decidido emanciparse de las tutelas que les pretende imponer siempre los neoconvergentes. Tengo para mí, que este ha sido un factor clave en el resultado de la consulta, que refuerza a ERC en su pugna insomne por la hegemonía en el espacio nacionalista. Esta autonomía de ERC le va a ser útil para conducir su apuesta hacia el amplio espacio del catalanismo popular, sin renunciar al independentismo.
Como es lógico este desenlace en Catalunya va a tener consecuencias en la política española. Cabe la posibilidad de que Junts se quiera resarcir de su derrota, cobrándose la factura en forma de desestabilización del gobierno de coalición. Está por ver. Es posible que esta sea su primera reacción, pero yo no daría nada por hecho.
Ahora Junts debe digerir el resultado de la consulta, en la que ha intervenido desde fuera, por tierra mar y aire, apostando por el no. Debe encajar la investidura de un socialista, algo que los convergentes nunca han llevado bien. Pero luego, a medio plazo, van a tener que decidir qué quieren ser en esta nueva etapa post procés. En esa decisión van a ser clave las dos almas que conviven en Junts. Los que se ven amortizados por la historia pueden tener la tentación de destrozarlo todo. Pero los que quieren reconstruir el proyecto, enlazando con la cultura convergente, quieren hacer política. Los presupuestos del 2025 les ofrecen la oportunidad de buscar de nuevo protagonismo.
El sí de ERC a la investidura de Illa tiene también consecuencias internas para los republicanos. Uno de los aspectos que más ha incidido en la opinión de la militancia y que ha dificultado las explicaciones de la dirección de ERC es la evidente pugna interna.
Durante un tiempo oculta y disimulada, la ruptura del núcleo central de la dirección está causando estragos. Este tipo de pugnas forman parte de la historia de los republicanos y cada dos o tres lustros explosionan.
Además, cuando afectan, como en este caso, a direcciones configuradas por una pareja de baile, la ruptura suele ser más traumática. No solo en ERC, donde aún se recuerda el divorcio entre Carod Rovira y Puigcercós. La historia nos habla de la ruptura entre Felipe y Guerra, o la de Pujol con Roca, más recientemente la de Pablo Iglesias con Iñigo Errejón.
En todo caso, el resultado de la consulta le ofrece a ERC un respiro para afrontar con algo más de calma su Congreso en noviembre. Un congreso que, por cierto, también han anunciado para el mismo mes en Catalunya en Comú. Un no de la militancia de ERC, con sus consecuencias de repetición electoral, hubiera sido muy corrosivo para los republicanos.
Intuyo que la posición escasamente solidaria de Junqueras con la actual dirección, negándose a avalar el preacuerdo, le va a pasar factura. Ya se han alzado voces significativas y de cierta “auctoritas” en ERC que se han posicionado y esto es lo que han dicho: “Alguien que en momentos tan difíciles para ERC no asume su responsabilidad no está en condiciones de dirigir a los republicanos a partir de noviembre”. La apuesta por el absentismo de Junqueras le servía si hubiera ganado el no, pero con el sí, me parece que se ha colgado mucho peso del cuello.
Así que vayan pasando las horas y los días, tendremos la oportunidad de modular y, si corresponde, rectificar este análisis de urgencia. En todo caso creo que estas semanas están siendo muy trascendentes para el futuro de Catalunya y España. Y lo están siendo para bien, le pese a quien le pese.