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Август
2024

En Iquitos un explotador sexual puede ganar S/4 millones en solo un año

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En los “night clubs” o “prostibares” de Iquitos y alrededores, por cada bebida de licor que consigue vender la trabajadora sexual, esta se queda con el 20% y el dueño del establecimiento se queda con el 80%. De esta manera, en promedio el propietario percibe como ingresos S/16.300 mensuales. Si cuenta con 20 víctimas a su servicio, la cifra se eleva a S/326.000 mensuales, de acuerdo con un estudio de Capital Humano y Social Alternativo.

La explotación sexual es una de las actividades ilícitas más lucrativas en el país. Lo que sucede en Iquitos es un ejemplo de cómo funciona este negocio vinculado con otras actividades criminales, como el , con fuerte presencia en la localidad amazónica.  Las cifras obtenidas por la investigación de CHS Alternativo así lo confirman.

Por cada cliente que consigue la mujer explotada, esta debe abonarle al propietario S/100 por hora de salida. Si consigue 3 clientes por día de semama, entonces el patrón ganará S/1.200 a la semana o S/4.800 al mes. A este monto se le debe añadir a los clientes de fin de semana, que suelen ser 4, por lo que la trabajadora le paga a semana S/800 y S/3.200 al mes. En total, la mujer desembolsa al dueño S/2.000 a la semana, S/8.000 al mes.

El estudio de CHS Alternativo aplicado en el mismo terreno, también abarcó los locales clandestinos.

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En estos lugares los propietarios tienen los siguientes ingresos mensuales: S/1.200 por el pago de entrada de los clientes, S/1.680 que le abonan las trabajadoras sexuales y S/320 por la venta de papel higiénico, condones y lubricantes. En total, S/3.200 cada mes por cada mujer.  Si en su local laboran 20 víctimas de la explotación sexual, obtendrá S/64.000 mensualmente.

Una economía subterránea

Por lo general, las mujeres son captadas en Belén, Puerto Masusa, en la calle Trujillo y en el asentamiento humano Versalles, en Iquitos, conforme el estudio de CHS Alternativo. También han sido identificado otros puntos en la periferia de la ciudad, como Puente Nanay, plaza Pampachica y Puerto Nanay.

Los locales de explotación sexual fueron identificados en la carretera Santa Clara, en la plaza Grau, Avenida Freyre, Mariscal Cáceres y La Fragata.

Sector Bellavista, Nanay, Iquitos: una zona identificada por las mujeres explotadas donde se ejercería la prostitución.

La investigación detectó que las trabajadoras sexuales provienen de familias disfuncionales, monoparentales (la madre es la jefa del hogar), con episodios de violencia física y sexual. Además, 5 de cada 10 crecieron en poblaciones carentes de agua, con acceso restringido a la salud y sin acceso a la justica, desprovistas de oportunidades laborales. Siete de cada 10 se identifica como y son víctimas de discriminación por su origen ético, según el estudio de CHS Alternativo. Así es el rostro de la explotación sexual en Iquitos y alrededores.

“Un hallazgo de la investigación es la existencia de jerarquías en la cadena de explotación sexual, que añade una capa de vulnerabilidad a las mujeres indígenas. En el sistema de oferta y demanda de mujeres encontramos diferencias determinadas por el color de piel y la edad. Esto se traduce en que el color de piel de las mujeres indígenas tiene un valor inferior al de las mujeres blancas. Esto las vuelve un grupo aún más vulnerable dentro de las víctimas de explotación sexual, sujeto a peores tratos y considerado muchas veces como descartable”, explicó Luis Enrique Aguilar, director de Políticas y Estrategias de CHS Alternativo.

“La magnitud del dinero que se mueve. Un tratante puede ganar S/16.300 por persona explotada. Si explotan 20 mujeres al año, los ingresos anuales pueden llegar a casi S/4 millones”, resaltó Aguilar.

Escape del infierno

La investigación descubrió que también son captadas niñas y adolescentes, como lo señala el siguiente testimonio recogido durante el trabajo de campo. “Rita”:

Masusa, Punchana. Las mujeres son captadas principalmente en las afueras de Iquitos, bajo engaños y falsas promesas de trabajo.

También se obtuvieron declaraciones de mujeres que fueron captadas con engaños y luego encerradas en los prostíbulos, para luego huir de sus explotadores sexuales. Como el siguiente caso:

“Entonces, yo le engaño al hombre que está cuidando. Porque a 100 metros hay 4. A 50 metros hay 4. Están cuidando. Son criminales, pues. Y yo le engaño. Yo le digo así: ‘Oye, yo quiero ir a comer zapote, ven, acompáñame. Yo te voy a dar mi pishura para que me acompañes’. ‘¿De verdad?’. ‘Sí’, le digo. ‘No, no quiero morir’. ‘Pero no vas a morir’. ‘¿Y si nos matan?’. ‘Nos van a matar a los dos’, le digo yo, pues. Cortejándole, pues. ‘Vete, pues’. ‘Pero con ella también’. ‘No, no. Uno nomás’. ‘No, no, dos’. Que ya, dice. Que ya, pues. ‘Mira, las dos te vamos a dar. Primero le vas a hacer a ella y después yo. O me quieres hacer a mí primero’. ‘A ti’, me dice. ‘Ya, ven ya pues’… Total, nosotras vamos, me he ido. Yo he agarrado plata, yo sabía dónde estaba. Ya porque un año ya se conoce bien, yo sabía por dónde vamos a correr. Nosotras hemos corrido... Los otros creían que estábamos en el cuarto. Y al hombrecito que le hemos engañado que nos espere en el cuarto le hemos encerrado en el cuarto”.

Las características de la trata de mujeres con fines de explotación sexual se repiten en todo el país. El negocio ilegal funciona con mecanismos muy parecidos, particularmente en zonas donde también hay actividades de minería ilegal, narcotráfico, tala ilegal y otros.

“Buscamos probar incorporar los estudios etnográficos en la comprensión de un fenómeno que suele tener una mirada urbana y global, cuando el contexto en el que se desarrolla es más bien rural y étnico, en sus formas más trágicas”, añadió Luis Enrique Aguilar.

De acuerdo con el Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, el 85% de las víctimas de trata son mujeres. Un 72% fueron captadas con fraudulentas ofertas de trabajo. Y en el 82% de estos casos, la finalidad de la captación fue la explotación sexual y laboral.

Después de la minería ilegal, la trata de personas en el Perú moviliza alrededor de US$1.300.000.000 al año, convirtiéndose en la segunda economía ilegal más lucrativa del país, según CHS Alternativo. Pero el presupuesto estatal para combatir este delito, llega a no más de S/5.000.000. Es un monto ínfimo.