Desconecta en vacaciones y reconecta con tu cuerpo
Despertarse sin despertador, pasar más tiempo al aire libre, no estar pendiente del correo electrónico, comer con calma, pasear sin prisas… son solo algunos de los verdaderos placeres que disfrutamos cuando llegan las vacaciones. Cuando bajamos el ritmo y estamos en una mayor sintonía con nuestros ritmos biológicos nos damos cuenta de que a nuestro cuerpo y a nuestra mente les sienta muy bien.
No podemos olvidar que somos animales y que todas nuestras características biológicas son respuestas evolutivas a las demandas que nos ha impuesto nuestro entorno durante miles de años.
Hemos desarrollado la capacidad de responder de manera muy eficaz ante el estrés agudo. Si un león nos persigue, nuestro sistema nervioso simpático se activa: liberamos adrenalina y cortisol, nuestra frecuencia cardíaca se dispara, la sangre moviliza a los miembros y nuestra atención se focaliza en el momento presente. Somos capaces de esprintar y escapar, con suerte, de ese ataque inminente.
Sin embargo, el león de la actualidad ha adoptado formas muy diferentes: el mensaje del jefe a las diez de la noche, la hipoteca de treinta años, los ultraprocesados o los ruidos constantes de la ciudad. El estrés ya no es de vida o muerte ni de corta duración: estamos expuestos a un estrés diario que hemos normalizado y que ya no es agudo, se ha convertido en crónico.
Nuestra respuesta biológica al estrés agudo no es adaptativa frente al estrés crónico, y la ciencia ha demostrado que ese estrés está en la base de muchas de las patologías actuales, que provocan, entre otros, resistencia a la insulina, hipertensión, mayor sensibilidad al dolor, pérdida de masa ósea y muscular, desregulación hormonal, problemas digestivos, hipertrofia de la amígdala o mayor ansiedad y depresión. Así, sería conveniente preguntarse: ¿Qué nos dice nuestro cuerpo cuando nos vamos de vacaciones? Porque si cuando salimos de la vorágine de nuestro día a día, realmente sentimos que nuestra salud física y mental mejora, deberíamos reflexionar.
¿Y si ese dolor crónico de espalda no tiene tanto que ver con la espalda como con mi estrés diario? ¿Y si mis problemas digestivos o mi desregulación hormonal realmente requieren un cambio más profundo y global?
Para obtener la respuesta adecuada, primero tenemos que encontrar la pregunta oportuna, y puede que las vacaciones sean el mejor momento para hacerlo.
Ana Galeote es fisioterapeuta, antropóloga y fundadora de PhysioWods