Burnout: uno de cada tres argentinos queda tan "quemado" que no hace nada después de trabajar
La sobrecarga de trabajo y la sensación de insatisfacción profesional generan lo que normalmente se conoce como burnout o agotamiento y cinismo laboral. En la Argentina, mientras uno de cada cuatro (24%) trabajadores no puede relajarse después de su labor, uno de cada tres se siente tan cansado después de su jornada laboral, que no puede realizar cualquier otra actividad.
El burnout es un tipo de estrés relacionado con el trabajo, que se evidencia con un estado de cansancio físico o mental, aunque también implica la ausencia de motivación, la pérdida de identidad personal y una baja o nula autoeficacia. A su vez, un mayor nivel de estrés laboral duplica las posibilidades de contraer otras patologías o trastornos más complejos como la depresión, ansiedad y enfermedades cardiovasculares.
Estos datos se desprenden de un relevamiento que realizó el Observatorio de Tendencias de Insight 21, hub de Conocimiento de la Universidad Siglo 21. El estudio, que analiza periódicamente los niveles de felicidad y bienestar de la población local, reveló que casi siete de cada 10 argentinos (63,4%) están disconformes con su situación actual y sólo la mitad de los consultados se siente satisfecho con su vida profesional.
"Al tratarse de una cuestión multicausal, el aumento del estrés y la disminución de los niveles de felicidad se atribuye a una combinación de variables sociales, económicas y personales, como el capital social o la cohesión social", explicó Luis Morera, director del Observatorio de Tendencias Sociales de Universidad Siglo 21.
Desde una perspectiva económica, el burnout y la baja felicidad no sólo afectan a la calidad de vida de las personas y la cohesión social, sino que también repercute en la productividad de los trabajadores y en su eficiencia laboral.
Así, Morera comentó que los niveles de burnout y de felicidad en la población tienen una relación contraria, aunque no lineal. "A mayor felicidad, menor estrés laboral", precisó. No obstante, la Argentina es la excepción a la regla, ya que el informe identificó un incremento en los niveles de estrés y una disminución en los niveles de felicidad de los trabajadores durante el primer trimestre del año.
Esto, según explicó el especialista, tiene una explicación cultural. Es que los argentinos ponderan su vida social mucho más que el resto de los trabajadores de la región. A su vez, las redes de contención -amigos y familia- tienen un lugar importante en la vida de la población, lo que genera un menor nivel de infelicidad, a pesar de los resultados negativos respecto al estrés laboral.
Se suma, a su vez, el contexto socioeconómico local que, académicamente, tiene una relación negativa con la felicidad. Es decir, "a menor nivel económico, mayor sensación de desafío e infelicidad. A pesar de eso, la Argentina tiene un nivel similar al de otros países de la región con mejores sistemas democráticos y realidades macroeconómicas más estables", explicó Morera.
Si se tienen en cuenta los datos históricos -desde que se realiza el estudio- entre 2018 y 2024 hubo un incremento en el grado de estrés y agotamiento emocional. De hecho, el 24% de la población afirmó que la mayor parte de los días siente que no puede relajarse después del trabajo y que le cuesta cada vez más iniciar una nueva jornada laboral. Precisamente, las personas entre 50 y 59 años son las que presentan niveles de burnout superiores a los demás grupos etarios, además de ser las menos felices.
El cambio más importante a lo largo de los años se dio en el caso de los jóvenes de entre 18 y 29 años, que es el único grupo etario que mostró un aumento en los niveles de felicidad respecto a relevamientos anteriores.
"Los resultados de estos estudios demuestran un deterioro sistemático en la calidad de vida de los argentinos con un incremento en los niveles de burnout y disminución en los niveles de satisfacción y felicidad", concluyó el estudio.