AMLO espantó a Musk
El gobernador de Nuevo León y el mismo presidente se precipitaron con el anuncio de la construcción de la megafábrica de Tesla en esta entidad; luego pasó el tiempo y no se concretaba nada, hasta que Elon Musk anunció que esperaría un tiempo, hasta observar los resultados de los comicios presidenciales de EU y conocer cuáles serán las medidas que implementará el nuevo gobierno en torno al proteccionismo de la industria automotriz.
Es decir, todos se quedaron vestidos y alborotados con la presunta inversión que representaba ese anuncio para Nuevo León y en general para el país.
La realidad de las cosas no es solo el hecho de que Elon Musk haya calibrado mejor su decisión con la posibilidad de que Donald Trump gane la elección, sino que, también, metió en la ecuación el hecho de que en México prevalecen condiciones adversas para el adecuado desarrollo de las inversiones, como la falta de certeza jurídica, nueva reforma judicial, vulnerabilidad del Estado de derecho, inseguridad pública, política energética deficiente, estatización de empresas, sequía y cierta inestabilidad social.
En este entorno es complicado y aventurado que una inversión extranjera de más de 5 mil millones de dólares se instale en el país; de hecho, hay una fila de inversionistas que están esperando las reglas del juego de la presidenta Claudia Sheinbaum a partir del 1 de octubre, para calibrar la conveniencia de invertir en México.
El magnate sabía que Trump tenía y tiene grandes posibilidades de despachar en la Casa Blanca y, aun así, se aventuró a anunciar desde hace más de un año la construcción de la planta de Tesla en Nuevo León. Empero, al ver cómo se las gasta el gobierno de la 4T en eso de expropiar empresas o, más aún, de cambiar las reglas del juego a su antojo, dejando en total vulnerabilidad a esas inversiones que, además de crear empleos formales, generar desarrollo regional y divisas, se convierten en grandes contribuyentes, pues sencillamente prefirió retractarse y llevar su dinero a otro lado.
La realidad es que AMLO espantó a Musk y este, amparado en las amenazas que se han vertido en torno a que cualquiera de los dos candidatos presidenciales, Kamala o Donald, no renovarán el T-MEC en los términos actuales, prefirió recular y llevarse su megaplanta a otra parte del mundo.
Con un Poder Judicial plegado a los caprichos del presidente en turno, no hay forma de que esos grandes capitales lleguen a México.
AMLO se va y le deja una bomba de tiempo a su sucesora que, por lo pronto, ahuyenta a las inversiones extranjeras y nacionales, al tiempo de que las empresas globales que se pensaban instalar en territorio mexicano mejor prefieren voltear hacia otros países.
El revanchismo y la venganza de López Obrador contra los ministros, magistrados y jueces que han fallado en su contra en diversos asuntos ahuyentan a los inversionistas, no obstante el nombramiento de funcionarios ‘aliados de los empresarios’, como Marcelo Ebrard, Juan Ramón de la Fuente y Altagracia Gómez.
Será el sereno o el desplome de las ventas de autos eléctricos de Tesla, lo cierto es que, mientras no se aquieten las aguas en torno al avance de la dictadura en México y la gran posibilidad de que Trump gane la elección presidencial en Estados Unidos, esa inversión millonaria se habrá quedado en el aire, en el baúl de las mentiras de los funcionarios públicos.
Vamos, ni Samuel García creía en verdad que se construiría la megaplanta en su entidad, porque no hay rastros de que el gobierno a su cargo empezaría a construir las vías de acceso a la planta y adecuar la infraestructura de agua potable y demás servicios que requería esa instalación.
Otro cuento chino que se desvaneció con el aire, como otros tantos temas que ha inventado López Obrador en las mañaneras.
Imaginemos un México en donde se respete el Estado de derecho y no se pretenda impulsar una reforma para someter al Poder Judicial a los designios del presidente o que los cárteles de la droga estén sometidos y que por fin se ha extinguido el cobro de piso, las extorsiones y los homicidios dolosos van a la baja; entonces, si no es Tesla, serían otras compañías automotrices que se formarían para aprovechar el nearshoring en México, empero, la realidad es otra.
Las firmas globales de manejo de capitales no invierten en países con alto riesgo y por desgracia en esa lista está México, así que la presidenta Claudia Sheinbaum tendrá que mostrar con hechos y resultados que el tabasqueño no tendrá ni voz ni voto en su gobierno.