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Июль
2024

Estopa: "Si hemos conseguido dar voz a gente que nunca la ha tenido, estos 25 años han valido la pena"

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Si no fuera porque físicamente se parecen más bien poco, cualquiera podría asegurar que David y José Manuel Muñoz son gemelos monocigóticos. Se entienden como tales, sincronizando sus pensamientos y sus palabras a la velocidad del rayo, complentándose en el escenario y controlándose y corrigiéndose cuando están en público.

Porque por encima de cualquiera de los dos está Estopa, la historia de una banda que es a la vez la de una hermandad de sangre indisociable, un vínculo al que renuncian sus individualidades para dar lo mejor de cada uno creativamente. Así ha sido en los últimos 25 años. O más, si tenemos en cuenta el tiempo que invirtieron en componer las canciones que presentaron allá por 1998 a la multinacional BMG y que eran tantas, y de tal talento, que hubieron de repartirlas entre los dos primeros discos: Estopa (1999) y Destrangis (2001).

Ahora los hermanos Muñoz celebran estos 25 años de carrera y compenetración con una gira que primero les llevó a América del Sur y Estados Unidos y más tarde a Sevilla, Madrid –donde metieron en el Metropolitano a 55.000 personas– y ahora, como gran reto, al Estadi Olímpic Lluis Companys de Barcelona, su tierra natal, donde han vendido 60.000 entradas para el concierto de hoy, del que dejan claro que es “el concierto de nuestra vida”.

La entrevista, tras superar las numerosas medidas de seguridad impuestas por la organización, se lleva a cabo dentro del estadio, el mismo donde la pasada temporada ha jugado el Fútbol Club Barcelona, el equipo de sus amores. Cómo podían elegir un espacio para sus camerinos dentro de las entrañas de esta enorme construcción de 1929, que se acondicionó posteriormente para los juegos olímpicos de 1992, no han dudado en escoger el vestuario de los jugadores del Barça.

Allí les hemos encontrado, posando para un documental que su multinacional actual, Sony, lanzará en octubre en colaboración con Movistar Plus+. El ambiente, bajo las gradas y junto a la pista de calentamiento de los atletas, es un tanto claustrofóbico: hace calor y las voces retumban contra el hormigón. Pero los hermanos Muñoz, con una frescura que parece inherente a su personalidad, rápidamente nos atienden y de modo natural, como si realmente no estuviera sucediendo un encuentro entre prensa y artistas, se inicia la entrevista.

¿Cuánta gente se espera para mañana?

Unas 60.000 personas, es decir 58.000 más los invitados, que son un montón.

Les han salido invitados hasta de debajo de las piedras...

No te lo puedes imaginar. Deberías ver a nuestro padre, ha invitado a todo el mundo que conoce, también a todos sus médicos [risas]. Nosotros le decíamos: “Papa, es una locura”, pero el se enfadaba y nos contestaba: “¿A vuestros amigos sí y a los míos no?”.

El concierto más potente que han dado hasta ahora...

Es el concierto de nuestras vidas, el más importante sin duda. Es el recinto más grande donde hemos tocado hasta ahora y es en casa, en el sitio donde hemos sido muchas veces espectadores. Hemos venido aquí a ver a Coldplay, a Madonna, Bruce Springsteen... Ahora tocamos nosotros. ¡Nos vamos a pensar que somos Madonna!

He oído que quieren que el público lleve pulseras LED.

Sí, lo vimos en el concierto de Coldplay y nos encantó, así que lo queremos para el nuestro. Es una cosa de conciertos en estadios, y en los que hemos hecho hasta la fecha lo hemos puesto en práctica.

¿Sienten que han cambiado mucho en estos 25 años?

Hemos ido creciendo con Estopa y, claro, vas cambiando. Antes éramos mucho más irresponsables, éramos jóvenes y si salíamos al escenario con unas copas de más no pasaba nada, era normal. Pero ahora sentimos que tenemos una responsabilidad, que hay un grupo importante de gente a nuestro alrededor que dependen económicamente de Estopa. Y eso pesa.

Por otro lado tenemos familias, y hay una cosa que se llama conciliación familiar a la que le hemos prestado poca atención... hasta ahora. En esta gira vamos a hacer todos los conciertos, menos este, en sábado, y el motivo no es otro que tener el resto de la semana para estar en casa haciendo vida normal.

Hay una cosa que se llama conciliación a la que le hemos prestado poca atención... hasta ahora.

Han estado también de gira por América Latina. ¿Cómo conciliar entonces?

Pues haciendo siete conciertos en trece días y de vuelta a casa. Hemos pasado por Miami, Venezuela, Argentina, Chile... Ha sido bestial, allí el fenómeno fan es increíble: miles de personas que van a recibirte al aeropuerto o te esperan en la puerta del hotel... Como en las imágenes de los Beatles en sus conciertos en España en los 60; es algo que aquí no podemos concebir, nos resultaba un poco impactante. Menos mal que ya no fumamos, porque si hubiéramos tenido que salir al balcón de la habitación a echar el piti, no sabemos qué hubiera pasado.

Fueron los primeros en dar voz a la comarca del Baix Llobregat; luego salieron otros como Rosalía, Alizzz en Castelldefels o incluso Aitana en Sant Climent. ¿Se sienten pioneros?

Hemos hecho del Baix Llobregat la capital y ahora Barcelona es la periferia [risas]. Y no has citado a la cantidad de raperos que hay en Hospitalet o el Prat... En serio, si hemos conseguido que gente a la que se llamaría charnega, gente no tan rica, gente que no ha podido estudiar se quite los complejos, pues guay. Si esa gente se ha lanzado a rapear o a cantar al vernos, hemos conseguido algo.

¿Da eso un significado a estos años de Estopa?

Si hemos conseguido dar voz a gente que nunca la ha tenido, estos 25 años han valido la pena, en efecto. Y también la merecen por volver a poner de moda la música popular, sobre todo la rumba, ahora que todo lo que se hace son sonidos pre-grabados, que ni un disc jockey llevan ya los nuevos cantantes: salen al escenario, le dan a un botón y se ponen a cantar solos. Y le dan al auto-tune que no veas... El auto-tune está matando la imperfección en la voz, cuando el arte reside precisamente en esa imperfección.

El auto-tune está matando la imperfección en la voz, cuando el arte reside precisamente en la imperfección.

¿No les gustan los actuales estilos en boga, como por ejemplo el trap o el reggaetón?

No nos gusta el trap en absoluto, nos gusta el rap; no nos gusta el reggaetón, nos gusta el reggae o el raggamuffin. Y la rumba, pero no la rumba de bombo más uno, eso es lo peor que se ha inventado.

Tienen un estilo muy reconocible, una mezcla de rock y rumba con otros estilos más o menos populares. ¿No piensan a veces en hibridar con los nuevos sonidos?

Justo acabamos de hacer una canción de rap con un rapero de Zaragoza que se llama El Momo; se titula De barrio y se trata de una composición a medias en la que nos hemos marcado un rap de San Ildefonso [barrio de Cornellà conocido por su riqueza en músicas urbanas].También tenemos una colaboración muy reciente con Alizzz, que nos ha remezclado la canción Del revés. Lo que pasa es que su versión se sale tanto de lo que nosotros solemos hacer que hemos optado por no incluirla en el disco, pero finalmente la hemos lanzado como single.

No nos gusta el trap en absoluto, nos gusta el rap; no nos gusta el reggaetón, nos gusta el reggae o el raggamuffin

¿Les ha presionado alguna vez Sony para que cambien el “sonido Estopa”?

Algunas presiones ha habido en el pasado; hubo un ejecutivo, que ya no está en la compañía, que nos presionaba para que grabáramos un reggaetón, decía que teníamos que modernizarnos. No le hicimos caso y seguimos a lo nuestro. ¡Y así hemos llegado a 25 años!

Para terminar, siendo como son catalanes, conocerán la potencia actual de la música en catalán, tanto en artistas como en estilos. ¿No han pensado en colaborar con alguien de esa escena?

En Estopia tenemos La rumba del Pescadilla, en la que cantamos en catalán. Pero bueno, sí tenemos hablado con Els amics de les arts hacer un tema juntos, a ver cuándo nos ponemos... Por otro lado, uno de nuestros hijos nos pide que hagamos una colaboración con The Tyets, y la verdad es que molan bastante. Pero sobre todo pensamos que cantando en catalán no hay nadie como Albert [Pla] y Zoo [valencianos], que por cierto se han retirado este año.