Descubren arte rupestre de 4.000 años: ¿estamos ante una cultura hasta ahora desconocida?
Un grupo de arqueólogos venezolanos ha descubierto en el Parque Nacional Canaima veinte espacios de arte rupestre inéditos con 4.000 años de antigüedad. Las muestras representan una nueva cultura previamente desconocida, según ha destacado José Miguel Pérez-Gómez, arqueólogo e investigador de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas, que ha liderado el equipo.
Algunos de los pictogramas fueron dibujados en rojo y presentan motivos geométricos como líneas de puntos, filas de X, patrones en forma de estrella y líneas rectas que se conectan entre sí para formar una variedad de diseños. Hay también representaciones simples de hojas y figuras humanas en forma de palitos. Otras de las imágenes, que los investigadores identifican como petroglifos, se grabaron en roca y muestran, como los pictogramas, una gran variedad de motivos geométricos.
Los autores de la investigación no tienen claro quién pudo crear ese arte y con qué finalidad. "Es casi imposible entrar en la mente de la gente que vivió hace tantos miles de años", indica Pérez-Gómez, pero sospecha que los símbolos tenían un significado claramente ritual. Tanto los pictogramas como los petroglifos podrían estar relacionados con el nacimiento, la muerte, la enfermedad, los ciclos de la naturaleza o la caza. También los lugares donde se desarrolló este arte rupestre tuvieron “muy probablemente un significado y una importancia relevante dentro del paisaje, del mismo modo que las iglesias tuvieron un significado para la gente de las culturas posteriores”.
Tampoco ha sido fácil datar con exactitud la antigüedad de esta colección de arte rupestre, pero por su similitud con otras muestras encontradas en Brasil, podría calculares unos 4.000 años. Pérez-Gómez no descarta que sean incluso más antiguas.
El Parque Nacional Canaima, un auténtico paraíso en la tierra, está situado al sudeste de Venezuela y linda con las fronteras de Guyana y Brasil. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año de 1994 y es, por tanto, zona protegida. Abarca tres millones de hectáreas cubiertas en un 65% por tepuyes, montañas tabulares con características biogeológicas únicas que presentan un gran interés para la geología. Sus escarpados farallones y cascadas –entre las que figura la más alta del mundo, el Salto Ángel, con 1.000 metros de caída– forman espectaculares paisajes. Este parque de incalculable riqueza biológica pudo ser el punto originario de esta misteriosa cultura, según el arqueólogo, antes de dispersarse a lugares tan distantes como el río Amazonas, las Guayanas o el sur de Colombia, dado que tiene arte rupestre similar a los ejemplos recién descubiertos.