Xavier Moret, periodista: "Menorca ha cambiado mucho y han crecido más urbanizaciones que deforman la costa"
El periodista Xavier Moret (Barcelona, 1952) ha publicado recientemente el libro 'Menorca, isla soñada' (Editorial Ariel). Se trata de un recorrido por las distintas poblaciones de la isla, en las que este experimentado cronista de viajes ha charlado con personajes anónimos y reconocidos de Menorca, un repaso por las huellas del pasado y por los desafíos del presente.
Moret comenzó a trabajar como periodista en Catalunya Express y El Correu Català -ambos ya desaparecidos- y durante más de quince años formó parte de la sección de Cultura del diario El País. También ha trabajado en TV3, La Vanguardia, El Periódico y Ara, lo que le ha permitido ir por el mundo para escribir reportajes y libros. Ha publicado crónicas sobre Japón, Tanzania, y Bután, ha viajado a la Antártida, a Hong Kong, a Islandia y ha recorrido de punta a punta Norteamérica.
Después de tantas crónicas y libros, ¿Qué le impulsó a escribir este título sobre Menorca? ¿Qué es para usted la isla?
El anterior libro fue sobre Mallorca y, además, fue el primero sobre un destino cercano, teniendo en cuenta que estoy acostumbrado a visitar destinos lejanos como Japón, Australia, Islandia. La verdad es que me sentí muy cómodo haciéndolo y pensé en Menorca, que es una isla a la que voy a menudo y que me gusta mucho. Me di cuenta de que también quería retratarla no como destino turístico, sino con la mirada del viajero, con la intención de ver qué es lo que encuentro en ella.
La primera vez que visité la isla tenía 20 años. Era un diciembre frío, un fin de año muy lluvioso, no podía hacer un tiempo peor, y aún así me encantó Menorca. Yo había conocido antes Mallorca y Eivissa, pero encontré que las tres islas son muy distintas. De Menorca me atrajo su corazón rural, sus campos verdes, montes bajos llenos de huertos, de vacas y paredes secas. Esto me enganchó mucho y, a medida que he ido regresando a la isla, que han sido muchas veces, me fueron ganando los menorquines, las tradiciones y también el descubrimiento de rincones, calas, playas y lugares que sin ser turísticos son maravillosos. Para mí no es lo mismo hacer un libro sobre Australia o Japón, porque son destinos lejanos y que debes resolver en unos pocos viajes. Menorca está cerca y uno sabe que puede verla a menudo, aunque en cada viaje he descubierto algo nuevo.
En sus crónicas hay una pulsión por incorporar el mundo de los sabores y las gastronomías que también está presente en Menorca, la isla soñada. ¿Cómo vincula el mundo gastronómico con la historia de los lugares que visita? ¿A qué sabe Menorca y su cultura en el paladar de Xavier Moret?
Había hecho un poco de gastronomía cuando estaba en El País. Hice un libro con Ferran Adrià sobre El Bulli y siempre me ha interesado la gastronomía, creo que forma parte de la identidad de un pueblo. Sería un tópico decir que Menorca sabe a caldereta de langosta, aunque sea lo más llamativo. También he descubierto otros platos como las empanadas menorquinas, que son lo que comía la gente del campo antiguamente. Además, me acuerdo que en Ciutadella me hablaron de los canons amb conill, que son como pequeños macarrones que se hacían tradicionalmente con conejo. Además de esto, el sabor del pescado por encima de todo.
Su primera visita a Menorca fue en 1972. ¿Qué cambios son los más drásticos entre aquella isla de su juventud y la actual? ¿Cómo ha sido trabajar en la Menorca de hoy?
La isla ha ido cambiando mucho y he descubierto que han crecido más urbanizaciones, que se ha masificado en los últimos tiempos, quizás demasiado. “Es una isla pequeña, pero aún así es una isla”, como decía Josep Pla. En este libro he preferido centrarme en lo positivo que en lo negativo, aunque es cierto que algunas urbanizaciones han deformado la cara de algunos tramos de costa o que en verano la carretera se llena de coches y de molestias y que tienen que cerrar algunas calas por exceso de gente.
En este libro he preferido centrarme en lo positivo que en lo negativo, aunque es cierto que algunas urbanizaciones han deformado la cara de algunos tramos de costa o que en verano la carretera se llena de coches y de molestias y que tienen que cerrar algunas calas por exceso de gente
Yo lo que he hecho ha sido llegar al puerto de Maó en barco, que es como se tiene que visitar una isla -al menos la primera vez- y, a partir de aquí, practicar la mirada del viajero. He tenido la suerte de contar con algunos cómplices en la isla que me han ampliado o profundizado esta mirada, escritores como Josep María Quintana que me habló de las fortificaciones del puerto de Maó y del período británico del siglo XVIII, o Maite Salort que me contó de la emigración de menorquines a Argelia.
El libro es una polifonía que también incorpora la voz de los pescadores de Fornells o de los paredadors que construyen la pared seca. Hay también un diálogo con el barítono Joan Pons, un hombre que ha dado la vuelta al mundo, ha triunfado en Nueva York, en La Scala, en Tokio, pero ha vuelto a su ciudad Ciutadella natal y se ha establecido allí. Hay algo en la mirada del hombre que lo ha visto todo y vuelve a su isla porque cree que es lo mejor del mundo que me pareció interesantísimo.
A propósito del diálogo con Josep Maria Quintana, en particular una donde se habla de la particularidad de la idiosincrasia y cultura de Menorca con respecto de, por ejemplo, Mallorca o Eivissa. ¿Qué particularidades ves en nuestro carácter y forma de ser?
La mirada de Quintana es muy interesante. Es un autor que ha escrito muchas novelas históricas muy documentadas sobre el pasado de la isla. En diálogos con él y con otros autores he intentado aproximarme a esta idea de la identidad de los menorquines, una identidad que puede ser al mismo tiempo cerrada, propia de las islas, pero también muy interesada en el mundo y en la cultura en general.
La relación de Menorca con el turismo es seguramente lo que más ha transformado la isla y especialmente en los últimos años y es la principal discusión pública en estos días. ¿Cree que la masificación que va en aumento puede poner en riesgo el patrimonio natural de la isla? ¿Será Menorca la nueva Eivissa?
Yo espero que no, pero bueno, hay que estar atentos. Estuve en Mallorca hace unos años y unos amigos me llevaron al Caló des Moro, un lugar bellísimo y secreto y ahora veo que hay colas para ir allí, que se ha masificado, que hay un exceso de gente y en Menorca pasa un poco lo mismo. En los meses de julio y agosto se colapsa la carretera principal, tienen que cerrar algunas calas. Mi libro no es un libro militante contra la masificación y contra el exceso de turismo, pero sí que es un espacio donde se recogen voces de muchos menorquines que están alarmados.
Pons Ponç, el poeta de Alaior, me decía que pronto la población de Menorca no entrará ni en el Camp Nou. Hay que evitar la situación de colapso. Las alarmas ya han saltado. Yo no tengo una solución, pero creo que tienen que empezar a adoptarse medidas como se ha hecho en Formentera, limitando el número de coches o poniendo freno a los alquileres ilegales. En el libro sale también una charla que compartí con Miquel Camps, de la entidad ecologista GOB, donde él muestra su asombro ante esta problemática y al ver que las autoridades no hacen nada para frenarlo.
Hablemos de su proceso de escritura. Después de tantos años recorriendo países y territorios, ¿Cómo es el método de Xavier Moret para escribir? ¿Toma nota, graba, toma fotografías? ¿Escribe mientras viaja o una vez llegado a casa?
Mi proceso de escritura no difiere mucho del de periodista. Los periodistas de antes por lo menos salían a la calle a explicar lo que veían, recogían opiniones y entonces a escribir. Yo trabajé 15 años en El País y en otros periódicos, entonces mi método es salir con la libreta en la mano, leer todo lo que pueda sobre el lugar para no ir como un indocumentado y al llegar allí plantearme preguntas.