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Los tesoros ocultos del fútbol alemán: de la promesa de Maradona a un desconocido campeón del mundo a las cenizas del pulpo Paul

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Abc.es 

Olímpico de Roma, 8 de julio de 1990. 73.603 espectadores, más o menos repartidos en la misma proporción entre argentinos y alemanes. La selección albiceleste y la Mannschaft juegan en la capital italiana la final del Mundial, pero eso es secundario para uno de sus protagonistas. Frank Mill (Essen, 23 de julio de 1958) fue un delantero muy normalito de la década de los ochenta que jugó la mayor parte de su carrera entre el Borussia Dortmund y el Borussia Monchengladbach, con la fortuna de ser incluido por Beckenbauer en la lista de 23 de Alemania para aquel Mundial de hace ya 34 años. Mill estaba allí de prestado y sabía que salvo una improbable plaga de lesiones no jugaría ni un solo minuto en el torneo. Y así fue, pero se llevó seguramente la prenda más valiosa del Mundial. Antes de jugar la final contra Argentina, Mill tenía una misión: buscar a Maradona y convencerle para que le diera su camiseta después del partido . Sorprendentemente, lo consiguió. Diego ni siquiera sabía quién era ese tozudo ariete que vestía el chándal de Alemania, pero como en su cabeza solo estaba llevarse a casa su segundo Mundial, no le dio relevancia a la elástica y aceptó la petición de Mill. Acabado el partido, y a pesar de la dureza de la derrota (Alemania ganó aquella final gracias a un gol de Brehme en un polémico penalti señalado en el minuto 85), Maradona cumplió su promesa y le dio su camiseta a Frank, que además de ser campeón del mundo sin sudar se volvió a Alemania con la camiseta de la final de Maradona. Una camiseta de un valor incalculable que desde 2015 se expone en el Museo del Fútbol Alemán , ubicado en pleno corazón de Dortmund. «No es la única anécdota de aquella final. Ni de aquel Mundial. Beckenbauer jamás tuvo el título de entrenador, aunque lo fuese y en ese torneo fuera el seleccionador de Alemania. En la lista oficial de la FIFA aparecía como 'team manager'. Claro, eso hoy, con lo que se ha profesionalizado todo, es impensable. Así que en 1990 Alemania ganó el Mundial con Beckenbauer de seleccionador, pero sin licencia de entrenador », explica Yaiza Muñoz, una joven catalana de 32 años, que hace once se vino a Dortmund a buscarse la vida junto a su prometida y que desde la inauguración del museo trabaja en el su departamento de ticketing y tienda online Noticia Relacionada estandar No La selección francesa entra en campaña: Thuram y Mbappé piden el voto contra Marine Le Pen Rubén Cañizares | Enviado especial a Padeborn La gran favorita de la Eurocopa debuta ante Austria con el vestuario pidiendo masivamente ir a votar contra la ultraderecha y la Federación solicitando neutralidad democrática a los jugadores La camiseta más odiada por Maradona es uno de los muchos tesoros de este espectacular museo. Otro tiene forma de molusco y se llamaba Paul . El afamado pulpo, que era unas de las sensaciones en el Acuario Sea Life de Oberhausen, localidad ubicada a 50 kilómetros al oeste de Dortmund, se hizo famoso en el verano de 2010 por sus acertadas predicciones en el Mundial de Sudáfrica. De hecho, hizo pleno en los siete partidos de Alemania, inclusive la semifinal que perdió con España, además de dar en el clavo también en la final, que ganaron los de Del Bosque a Países Bajos. Hoy, sus cenizas se exponen en el museo: «Murió en 2011, un año después del Mundial de Sudáfrica, y fue incinerado. Sus cenizas se metieron en un cilindro y sobre ese cilindro se reconstruyó en oro su peculiar figura . Y aquí está expuesto, junto a recortes de prensa con sus incuestionables aciertos», explica Muñoz. El Pulpo Paul fue incinerado, sus cenizas se metieron en un cilindro y alrededor de él se reconstruyó su figura bañada en oro r.c. El German Football Museum fue un proyecto de la Federación alemana que salió a concurso tras el Mundial de 2006, celebrado aquí. Como finalistas, quedaron Gelsenkirchen y Dortmund , y esta acabó logrando la sede, algo que generó polémica en la ciudad. El coste del museo ascendió a treinta millones de euros, lo que provocó el enfado de la asociación de contribuyentes de Alemania ya que mucho de ese dinero tuvo que salir de las arcas públicas, más allá de lo que también puso encima de la mesa la Federación germana. Polémica compatible con lo espectacular del proyecto. El museo tiene dos plantas, la segunda dedicada a la historia de la selección alemana, campeona del mundo en cuatro ocasiones (1954, 1974, 1900 y 2014) y de Europa en tres (1972, 1980 y 1996), y la primera a la historia de la Bundesliga y del fútbol de clubes de este país. Entre sus objetos más valiosos, las copas ganadas, los balones originales de las finales y camisetas legendarias , como la de color verde de Berti Vogts, el único futbolista que puede presumir de ser campeón de Europa como jugador (1980) y, también, como entrenador (1996). Un lugar destacado para la selección femenina Además, cuenta con un 'Hall of Fame' en el que están todos los nombres de los que alguna vez vistieron la camiseta de la Mannschaft, aunque solo fuera un solo segundo. Ahí están también las jugadoras. La selección femenina de Alemania, bicampeona del Mundo y ocho veces de Europa, es una de las más potentes de la historia, pero para llegar ahí tuvo que derribar más de un muro. Y dos. Hasta la década de los setenta, en la Alemania Federal estaba prohibido que las mujeres jugaran al fútbol porque «hacía daño al alma femenino», según recogía literalmente la Federación germana. Aquella postura machista cambió a mediados de los setenta, cuando se rompió esa censura. Bueno, se rompió a medias. Se empezó a permitir a jugar a las mujeres con una pelota de tamaño más pequeño que la de los hombres, con botas sin tacos y en partidos de dos mitades de treinta minutos. No sería hasta la década de los ochenta cuando en Alemania se igualó por completo el fútbol femenino y el masculino, con la consecuente bonanza de ambas selecciones, cuyas historias, propias y paralelas, hacen las delicias de los 220.000 visitantes que recibe cada año el Museo del Fútbol Alemán.