El mítico Kaláshnikov sale al rescate de Rusia y le entrega sus preciados misiles "dispara y olvida"
El fabricante de armas más famoso del mundo, el Grupo Kalashnikov, es hoy en día el buque insignia de la industria armamentística rusa, en un régimen de casi monopolio que le lleva a producir casi el 95% de todas las armas pequeñas del país.
La empresa fabricante del fusil de asalto AK-47, sin duda el arma de fuego más famosa de la historia, presume en su página web de fabricar no sólo armas pequeñas, sino también transporte y equipamiento militar y civil especializado, como vehículos aéreos no tripulados, transportes de alta velocidad y lanchas de asalto para fuerzas de operaciones especiales y armas de misiles de alta precisión que exporta a más de 25 países de todo el mundo.
Y es este último formato de guerra, el de los misiles (tan alejado de sus primeras armas) el que ahora le va a servir al presidente ruso, Vladimir Putin, para dar un empujoncito más en su invasión de Ucrania.
El gigante armamentístico acaba de anunciar que va a proveer al Ejército ruso de una "gran partida" de misiles antiaéreos para sistemas Strelá-10M3, en concreto los misiles antiaéreos teledirigidos 9M333, que son especialmente eficaces a la hora de derribar objetivos a bajas alturas venciendo cualquier condición climatológica y sorteando las interferencias electrónicas.
Kalashinikov presume además de que sus misiles siguen el principio de "dispara y olvida" (fire-and-forget), ya que su autonomía y su capacidad para adaptarse a las fuerzas enemigas los hacen especialmente productivos en batalla.
Los cabezales de estos misiles, según explica el fabricante, tienen una gama de recursos para caputar objetivos mucho mayor que la de sus predecesores. Alcanzan una velocidad media de 550 metros por segundo y pueden impactar en objetivos a distancias de hasta 5 kilómetros. De hecho, son capaces de derribar objetivos que vuelen a velocidades de hasta 1.500 kilómetros por hora, a alturas de entre 10 y 3.500 metros.