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Май
2024

El gran logro de Yolanda Díaz: convertir el salario mínimo en el salario máximo

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Milton Friedman (1912-2006), premio Nobel y liberal, ahora más que nunca anatema para la izquierda más y menos radical, defendía que «el salario mínimo impide a muchas personas obtener trabajo». La «vice» Yolanda Díaz, en horas bajas políticas, pretende recuperar resuello tras las elecciones europeas –no presagian grandes éxitos para Sumar– con una nueva campaña para elevar otra vez más el salario mínimo. Ayer, por fin, el Gobierno logró aprobar una reforma del subsidio de desempleo que contente a la Comisión Europea para que libere más fondos para España. Uno de los secretos del teórico «cohete» –Sánchez dixit– de la economía española es el «maná» europeo, sin el que las cosas pintarían muy diferentes. Muchos extremistas, de izquierdas y de derechas, despotrican contra la Unión Europea, pero sin ella y sin el euro, España estaría más cerca de Argentina o Venezuela que de los vecinos europeos. El Gobierno, no se puede obviar, ha logrado aprobar la reforma necesaria para ablandar a Bruselas gracias a la concesión al PNV de la primacía de los convenios autonómicos. Es un paso más, hasta cierto punto poco visible, hacia la independencia económica en la práctica y para la ruptura definitiva del mercado interior español. Luego habrá que añadir las cesiones a los indepes, del signo que sean, para que Salvador Illa presida la Generalitat.

Yolanda Díaz presume de que uno de sus grandes logros es el aumento del salario mínimo y los sindicalistas Unai Sordo (CC OO) y José María Álvarez (UGT) celebran que cada vez haya más trabajadores que perciban esa remuneración. Los estudios sobre el impacto del salario mínimo en el empleo no son concluyentes, aunque la mayoría apuntan que puede ser perjudicial. Más coincidencia hay en que, en ocasiones –y podría ocurrir ahora en España–, el salario mínimo se convierte también en máximo, en un tope para los asalariados que ven cómo sus ingresos se estancan. Genera legiones de trabajadores pagados con un mínimo que acaba por convertirse en máximo. Juan de Mairena (1865-1912), el personaje de Antonio Machado (1875-1936), decía que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero» o, en este caso, Friedman.