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Май
2024

Protección de la biodiversidad: clave para la salud del planeta y la humanidad

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A pesar de todos los avances tecnológicos, dependemos por completo de que los ecosistemas gocen de buena salud, si queremos disponer de agua, alimentos, medicamentos, ropa, refugio y energía, por nombrar solo algunos ejemplos.

No basta con resguardar la biodiversidad en polígonos llamados áreas protegidas o corredores biológicos, ya que los recursos naturales son los pilares de las civilizaciones.

Los peces proporcionan el 20 % de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas. Más del 80 % de la dieta humana está basada en plantas y, aproximadamente, el 80 % de los residentes en las zonas rurales de los países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.

En Costa Rica, el éxito de la industria del turismo y la producción de energía hidroeléctrica se debe a los servicios ecosistémicos provistos por la biodiversidad.

La pandemia de covid-19 nos dio una lección sobre la necesaria buena salud de los ecosistemas, ya que estos están vinculados a la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos.

A medida que continuemos invadiendo ecosistemas frágiles, nos pondremos en contacto cada vez más con la fauna silvestre, y sus patógenos se transmitirán al ganado y los humanos.

Esta conexión entre la salud ambiental y la pública es un recordatorio de que la degradación de los ecosistemas tiene consecuencias catastróficas para la humanidad.

En Costa Rica, la biodiversidad es asombrosamente rica. Hasta el 2022, se tenían registros de 11.119 especies de plantas vasculares, 1.318 de orquídeas, 935 de aves, 2.046 de peces marinos y continentales, y una cifra aún indeterminada pero masiva de insectos, con más de 150.000 especies identificadas solo en el Área de Conservación Guanacaste.

Las 200 variedades de bromelias, 14 de escorpiones y 300 de libélulas —entre ellas, la de mayor tamaño en el mundo— destacan la diversidad increíble de nuestro país. Además, Costa Rica alberga al 42 % de las familias de tortugas a escala global.

A pesar de esta riqueza, la biodiversidad nacional está en peligro. La tendencia al alza en la lista roja de las variedades amenazadas creció de 291 en el 2011 a 781 en el 2023.

La fauna en la lista roja del 2024 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza revela una predominancia de especies marinas y dulciacuícolas que representan el 74 % del total, lo cual subraya la necesidad de conservar ríos, cuerpos de agua dulce y sistemas marinos costeros. Además, de las 2.046 especies arbóreas nativas, el 15,7 % están amenazadas.

La situación de los tiburones es particularmente alarmante. De las 14 especies registradas en los desembarques de aletas entre el 2017 y el 2022, el 84% son consideradas vulnerables; el 5 %, en peligro; el 1 %, en peligro crítico; el 5 % casi amenazadas, y menos del 1 % no presentan ningún riesgo en la conservación de sus poblaciones.

Estos datos son un llamado de atención. La rica biodiversidad de Costa Rica está en riesgo y, con ella, nuestra capacidad de mantener una relación saludable con el mundo natural. Debemos actuar con celeridad para revertir las tendencias.

El respeto, la protección y la reparación de nuestra biodiversidad no son solo responsabilidades de los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales, sino también de nosotros como individuos. La educación y la concienciación sobre su importancia son fundamentales para fomentar un cambio positivo.

Es vital que entendamos cómo nuestras acciones diarias inciden en el medioambiente y que busquemos maneras de reducir nuestra huella ecológica.

A medida que nos enfrentemos a crisis ambientales cada vez más graves, desde el cambio climático hasta la pérdida de hábitats, será imperativo que reconozcamos la interconexión de todas las formas de vida y actuemos en consecuencia.

lenin.corrales@catie.ac.cr

El autor es investigador del Catie y fue presidente del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica.