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Май
2024

Cómo reconstruir vínculos: así puede recuperar una madre el cariño perdido de su hija

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Abc.es 

La conexión única entre madre e hija se caracteriza por una dualidad de necesidades opuestas que engendra una amalgama de emociones (intensidad, cercanía, desafío y distancia) que puede analizarse desde una perspectiva psicológica, tal como proponen los expertos del equipo de Buencoco . Así, desde la etapa prenatal , el lazo entre madre e hija se gesta a través de señales como el tono de voz materno, los latidos del corazón y la atención dedicada al embarazo. Tras el nacimiento, esta relación evoluciona hacia una simbiosis de dependencia mutua madre-hija, que perdura durante un tiempo. Entre los dos y los tres años de edad, la hija manifiesta una marcada dependencia hacia su madre. Esta simbiosis, según aseguran los psicólogos, se redefine alrededor de los cinco años, cuando la niña empieza a percibir a su madre como un modelo para forjar su propia identidad femenina. A lo largo de distintas etapas de la vida, el vínculo experimenta transformaciones significativas . Por ejemplo, en los primeros años puede surgir una relación tensa si la madre sufre de depresión posparto. Otro factor que puede generar conflictos en la relación y durante la infancia es el trastorno oposicionista desafiante , caracterizado por una hostilidad extrema hacia la figura de autoridad, lo que complica la dinámica familiar. Asimismo, los celos derivados del nacimiento de un hermano o hermana menor pueden desencadenar tensiones en la relación madre-hija, ya sea por sobreprotección o falta de atención, pudiendo evolucionar hacia una dinámica «tóxica». Una relación disfuncional en esta etapa crucial puede acarrear serias consecuencias, especialmente en el desarrollo de habilidades relacionales y en la gestión emocional. La adolescencia, una etapa crucial Durante la preadolescencia, la relación entre madre e hija se ve influenciada por los profundos cambios propios de la adolescencia, los cuales la hija comienza a experimentar al ingresar en esta nueva etapa de desarrollo. El conflicto madre-hija durante la adolescencia es común, ya que este período marca el inicio del camino hacia la autonomía para la hija, lo que puede representar un desafío crucial para la madre, quien podría enfrentar dificultades para ajustarse a la creciente independencia de su hija y desarrollar una relación de codependencia emocional. En esta fase, la hija abandona progresivamente su papel de niña y, de manera natural, comienza a cuestionar su dependencia de la madre . Las reglas de convivencia en el hogar para adolescentes a menudo generan conflictos significativos, provocando cambios importantes en la relación. Durante este período, pueden ocurrir diversas situaciones, tales como: • La madre es idealizada como un modelo distante y casi inalcanzable. • La hija busca emanciparse de ella, lo que puede desencadenar emociones como la ira seguida de sentimientos de culpa. Estos cambios, aunque puedan resultar dolorosos en la dinámica entre ambas, en última instancia, sirven como mecanismos de defensa que permiten a la joven construir su propia identidad, donde el modelo materno coexiste con el de otras figuras femeninas. Conflictos en la vida adulta Los desacuerdos entre padres e hijos adultos son comunes. En el contexto de la relación madre-hija, se establece uno de esos vínculos donde se transmiten normas sobre cómo desenvolverse en el mundo y cómo interactuar en las relaciones. Una vez superada la adolescencia, pueden surgir nuevos desafíos que complican la relación. La madre, por ejemplo, puede adoptar una postura agresiva hacia su hija, criticándola con frecuencia. Otra posible fricción se puede crear si la relación adquiere un carácter morboso o simbiótico , estableciendo una dependencia emocional entre las dos. O si la madre adopta un comportamiento controlador o restrictivo hacia la hija. Incluyendo la posibilidad de vivir situaciones de violencia psicológica entre las dos. Con frecuencia, cuando la hija se convierte en madre, surgen demandas de compensación , donde se comienza a abordar lo que no se recibió durante la infancia. Es posible que la madre, de manera inconsciente, desencadene en su hija un proceso de proyección de sus propios deseos, vinculados con la creencia de saber qué es lo mejor para su «criatura». En esta dinámica, la madre puede esperar que su hija se comporte de manera diferente a como es en realidad, imponiéndole sus expectativas de manera coercitiva. La relación conflictiva entre madre e hija puede dar lugar a peleas, malentendidos e incluso a sensación de competencia en algunos casos. En otras situaciones, cuando madre e hija no logran comunicarse, el conflicto se mantiene en silencio. Cuando se da la inversión de roles Cuando la madre enfrenta dificultades psicológicas, como depresión, trastorno bipolar, adicciones o traumas, la hija puede encontrarse en la posición de asumir el papel de cuidadora. Los roles se invierten y es la hija quien se encarga del cuidado de su madre. Esta dinámica también puede surgir cuando las hijas comienzan a ver a su madre más como una amiga y compañera. En tales casos, se habla de un fenómeno de cuidado materno-filial invertido, un concepto elaborado por el psicólogo y psicoanalista J. Bowlby en el contexto de sus investigaciones sobre el apego. En el ámbito de la relación madre-hija, la psicología nos enfrenta a diversas situaciones disfuncionales, como el distanciamiento, que puede interpretarse como una forma de concederle perdón a la madre por los errores cometidos durante la infancia. Sin embargo, es importante destacar que el conflicto también puede ser el punto de partida para un acercamiento que favorezca la resolución de ciertos conflictos. Estos momentos de confrontación pueden ser útiles precisamente para revitalizar la relación entre madre e hija adulta. Cómo crear nuevos vínculos El vínculo madre-hija ejerce una influencia significativa en diversos aspectos psicológicos de la vida de una mujer, incluyendo: • La autoestima. • La búsqueda de independencia. • Las relaciones interpersonales. • La experiencia del embarazo y la maternidad. • La percepción y vivencia de la feminidad. Mejorar la relación madre-hija es posible si ambas partes están dispuestas a examinar sus propias creencias y escucharse mutuamente. Madre e hija pueden intentar aceptar los límites de la otra, valorar los aspectos positivos que han alimentado su relación, practicar el perdón hacia lo que ha sido percibido como errores o reabrir el diálogo , conectando el pasado, el presente y el futuro. Noticia Relacionada estandar No Qué es la resiliencia tóxica y cómo distinguirla de la que es positiva Melissa González Sin embargo, a veces, a pesar de la sinceridad en querer resolver los conflictos, pueden surgir dificultades. En tales casos, buscar la ayuda de un especialista puede ser beneficioso, especialmente cuando una de las personas involucradas no se siente cómoda en la relación y experimenta sufrimiento. Con la asistencia de un profesional experto en relaciones, como los del equipo online de Buencoco (Unobravo), se puede abordar el conflicto madre-hija desde una perspectiva psicológica, con el objetivo de sanar el vínculo problemático y reconstruir una relación más armoniosa.