Sin avisos, sin periodismo, por Mirko Lauer

The Financial Times informa que “un grupo de importantes diarios británicos ha advertido a Apple que cualquier intento de imponer el llamado borrador de web pondría en riesgo la sustentabilidad del periodismo”. Evidentemente el FT es uno de ellos, y la amenaza vendría del buscador Safari reforzado con el potencial de la inteligencia artificial.

, el espacio que compensa la disminución de su público y sus ingresos. Todo periódico impreso, de cualquier tamaño, tiene un alita digital que lo ayuda a sobrellevar los efectos del cambio tecnológico. Ahora eso podría estar llegando a su fin.

Lo que ofrece Apple es una lectura sin avisos publicitarios, los cuales son indispensables para mantener los medios de prensa y el periodismo profesional a flote. Así, Internet primero se llevó los grandes públicos de los medios impresos, y ahora se dispone a eliminar la publicidad, como un servicio a esos mismos públicos.

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La polémica en torno a los avisos es antigua, y se ha intensificado con el constante refinamiento de las técnicas publicitarias. Una frase de Internet lo define como “abuso de interrupciones, dilema distractivo, sobrecarga cognitiva”. En una palabra, demasiado. Con todos los sentimientos negativos que vienen con ese exceso.

Los medios de prensa, impresos o digitales, siempre han respondido que es la publicidad la que permite la existencia de la información y el entretenimiento que buscamos. , y coloniza nuestro tiempo. Por ese camino pronto no habrá nada periodístico que leer, en ninguna plataforma tecnológica.

Quizás Apple está pensando que al periodismo en red le bastan las subscripciones que configuran taquillas (pay walls) para el acceso a un medio. No es el caso de todos, y con un recorte de la publicidad, mucho menos. Claro, el negocio de Apple no es el periodismo ni la información, sino el multiverso de la hipnosis frente a la pantalla.

La sensación ya es que las grandes empresas del clic lo han reemplazado todo en la red, y que la búsqueda de información recogida por profesionales y opinión guiada por alguna forma de ecuanimidad ya es algo arcaico. Así, el futuro mediático se perfila como una nada, pero sin avisos.