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Май
2024

Junqueras abre un proceso de reflexión y ERC celebrará un congreso en noviembre

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Abc.es 
Oriol Junqueras dejará temporalmente la presidencia de Esquerra Republicana de Cataluña tras las elecciones europeas, momento a partir del cual abre un «un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro». Las consecuencias del golpe electoral que se llevó ERC en las elecciones del pasado domingo -de 33 a 20 diputados- llevaron el lunes al presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, a anunciar que dejaba la política activa, y anoche, tras una larguísima ejecutiva extraordinaria del partido, Oriol Junqueras, presidente de la formación desde 2011, comunicó que sigue sus pasos, aunque no es en ningún caso una retirada definitiva. En un escueto comunicado tras más de cinco horas de reunión, el partido anunció por un lado que, a propuesta del presidente del partido, se convoca « un Congreso Nacional para fijar la nueva estrategia de la formación y buscar la mejor forma de recuperar la confianza del país tras los resultados de las elecciones del 12M». El congreso se celebará el 30 de noviembre de 2024 «y debe servir para pensar el futuro del partido y del país». Noticia Relacionada estandar No El exdiputado Tardà enciende el debate en ERC y rechaza a Puigdemont: «No podemos construir proyectos de tribu y para la tribu» Àlex Gubern Aboga por un acuerdo de izquierdas con el PSC de Illa En paraleo, según avanzó el partido, Oriol Junqueras anunció que « quiere centrarse en las elecciones europeas y que tras los comicios del 9 de junio dejará la Presidencia del partido para abrir un proceso de reflexión y escucha activa antes de decidir su futuro». La decisión anunciada este miércoles ha sido sorpresiva, en tanto que se produce apenas un día después de que el propio Junqueras anunciase el día anterior que daba un paso al frente y se postulaba para seguir al frente del partido, aunque también señalaba que quería poner esta decisión bajo el escrutini de la militancia, en lo que se anticipaba ya como un congreso extraordinario para ratificar su liderazgo. La fecha pues ya se conoce, con la novedad de que hasta ese momento, Junqueras dejará la presidencia . La decisión de Junqueras despeja en parte el escenario incierto que se había abierto en el partido tras la renuncia de Pere Aragonès a recoger el acta y la dimisión de sus reponsabilidades como coordinador nacional. El gesto del aún presidente de la Generalitat en funciones no fue seguido por el del líder del partido, Oriol Junqueras, que un día después mandaba una «carta a la ciudadanía» mostraba su disposición a seguir al frente de la formación. Ahora sí lo hace, pero de manera temporal. Marta Rovira se desmarca De manera simultánea, Marta Rovira, secretaria general haciendo 'ticket' con Junqueras desde 2011, y partidaria de una transición que sí implique relevo en los liderazgos, anunciaba anoche que no optaría a la renovación del cargo. La situación no es fácil, porque parte de la militancia, aun reconociendo que Junqueras se ha ganado el derecho a seguir - como el mismo Tardá apuntaba el miércoles -, considera que forma parte ya de una etapa anterior, más asociada a 2017, y que su permanencia al frente del partido, o como futura cabeza electoral, aún chocará más en el momento en el que Carles Puigdemont, si cumple con lo prometido, dé un paso atrás si no es presidente. En paralelo a la recomposición de la dirección, el partido sigue sin aclarar qué hará con respecto a la investidura del nuevo presidente de la Genealitat. La situación es parecida a la de 2003. Entonces, un partido que se declaraba independentista y de izquierdas tuvo que escoger entre hacer presidente a Artur Mas (CiU) o a Pasqual Maragall (PSC). Escogieron al segundo, no fue fácil, y aquella decisión explica buena parte de lo que ha pasado en los años posteriores en Cataluña. Más de dos décadas después, distintos protagonistas pero misma disyuntiva , aunque con matices, seguramente peores para los intereses de Esquerra. En 2003 los republicanos estaban en fase ascendente, y hoy están en declive y con sus liderazgos en suspenso. La decisión clave ante la investidura catalana sigue madurándose: partiendo del consenso según el cual el partido pasará a la oposición, por ventilar aún si se apoya la elección de Salvador Illa (PSC) como presidente, se conforma un incierto frente con Junts para forzar a los socialistas a abstenerse o se va a una repetición electoral. Aún groguis tras el resultado del pasado domingo , y en un proceso de recomposición interna que aún se desconoce cómo acabará, el partido convocó de urgencia una ejecutiva extraordinaria para debatir qué pasos dar en adelante. El momento es convulso, y la ejecutiva de este miércoles se producía después de que tomara partido el exdiputado de ERC en el Congreso, Joan Tardà, convertido en los últimos años en la bestia negra del independentismo más radical por su apuesta por una mayor colaboración entre su formación y las fuerzas de izquierda más allá del ámbito secesionista. Tardà, en RTVE, defendió sin ambages contribuir a la elección de Salvador Illa (PSC) como presidente y así evitar una repetición electoral que, dijo textualmente, sería «como para cortarse las venas». «No podemos construir proyectos de tribu y para la tribu» Para Tardà, PSC y ERC son las fuerzas políticas principales que representan a las «clases populares» y, en el nuevo escenario, ambos deben saber competir a la vez que colaboran en proyectos conjuntos. Su tesis entronca con la corriente del partido más proclive a la fórmula del tripartito , la misma que guarda una animadversión histórica al pacto con la derecha catalanista, ahora independentista, representada por Junts. La apuesta de «colaboración» con el PSC, desde la oposición, es, obviamente, incompatible para Tardà con el acercamiento que les propone Junts. Sobre un hipotético pacto con Puigdemont, fue rotundo: «No podemos construir proyectos de tribu y para la tribu». Hay rencores acumulados. La posición de Tardà, o de Gabriel Rufián, es conocida en el partido, como lo es también que el entendimiento con el PSC genera muchos recelos en una formación que, de entrada, ya ha descartado la opción de un gobierno compartido, recordando el trauma posterior que supuso para ERC el tripartito entre 2003 y 2010. Si esta postura parte de un sentido estratégico, en la facción republicana más netamente independentista, la apuesta por el pacto con Junts se define por principios.