"Aquellos maravillosos días": Morgan Saylor entre huevos, gallinas y Catherine Deneuve
Aunque los acérrimos de la serie "Homeland" la vayan a reconocer de inmediato, lo cierto es que la carrera incipiente de Morgan Saylor (EE.UU., 1994) ya lleva una década en pie, sobre todo con papeles en películas independientes del nuevo cine norteamericano. Tras el éxito de crítica de "Derribad al hombre" (2019) y un papel en la pequeña joya indie "You Mean Everything to Me" (2020), Saylor se apuntó al más difícil todavía: mantener un duelo interpretativo, a tres bandas, con toda una Catherine Deneuve, leyenda atemporal del cine, y con toda una Andrea Riseborough, recientemente nominada al Oscar a la Mejor Actriz. Casi nada.
El reto, que se llama "Aquellos maravillosos días" y llega ahora a las carteleras españolas tras dejarse ver en el último Festival de Málaga, está dirigido por Marco La Via y Hanna Ladoul, y toma la forma de un sentido drama familiar que coquetea con el sentimentalismo pero acaba epatando por pura pillería. Apartada del mundo tras un diagnóstico de cáncer, Laura (Riseborough) recibe la visita de su hija Charlie (Saylor), que ha puesto en pausa sus estudios de economía en la prestigiosa universidad de Stanford para ayudarla en su convalecencia. La complicada relación entre madre e hija, a cargo de una granja de gallinas ponedoras, se complicará aún más con la llegada de Solange, la abuela de la familia de la que la joven no tenía ni constancia y quien le ayudará a entender los espacios emocionales y cargas que arrastra su madre. Sobre compartir cartel con dos divas, el salto al cine más industrial y el sol de Málaga, Morgan Saylor en LA RAZÓN.
PREGUNTA. ¿Cómo y cuándo decidió formar parte del proyecto?
RESPUESTA. ¿La verdad? Hace bastante tiempo. Yo ya trabajé con los directores en "We the Coyotes", que fue su primera película juntos y se estrenó en 2018, creo recordar. Y, hace cinco años o así, pasé por París y les visité. Fue ahí la primera vez que me mencionaron la idea de esta película, y me emocionó mucho. Me explicaron lo de las tres generaciones y ya me la habían vendido. No pasaron más de dos meses hasta que firmé. Entre medias, llegó la pandemia, por ejemplo, pero ni mucho menos ha sido una película difícil de sacar adelante.
P. ¿Cómo fue compartir escenas con Deneuve y Riseborough?
R. Fue increíble. Las dos son iconos, en mi opinión. Y, además, son mujeres muy inteligentes y muy graciosas. Mucho más de lo que la gente podría pensar. Trabajar con Catherine fue un sueño, pero no sé si tan sueño como para los directores, para los que era todo. Lo entiendo, sabiendo que sale en la mitad de sus películas de formación como cineastas franceses.
P. ¿Llegaron a conectar más allá de lo establecido por el guion?
R. Sí, totalmente, sobre todo en los ensayos. Sobre todo con Andrea (Riseborough), con la que tenía varios amigos en común. Me acogió bajo su ala, por así decirlo, desde el principio. Catherine (Deneuve) era un poco más reservada, pero también me alegro, me puso contenta ver y aprender de ese misticismo de las estrellas del pasado. Es algo que hoy en día no se trabaja demasiado. Nos lo pasamos genial. Recuerdo que Catherine insistía mucho en que hablásemos en francés, que necesitábamos aprenderlo, incluso entre gallinas.
P. ¿Cómo se llevó con la pequeña torre de Babel que es la película? Rodada en Bélgica pero fingiendo que es el Medio Oeste americano...
R. Fue interesante, porque me permitió conocer una parte de Europa de la que no tenía ni idea. Me asustaba también el hecho de ser la única de todo el set que no hablaba francés fluido, pero al final todo salió bien. También porque me permitía aislarme en cierto modo y centrarme en el estado mental de mi personaje.
P. Últimamente, estamos viviendo un regreso de las tramas de impacto cultural entre el campo y la ciudad. ¿Puede tener que ver con la ansiedad climática o es un tema atemporal?
R. Yo creo que sí son cosas relacionadas. Al menos, en mi vida, la agricultura sostenible y la ganadería responsable se han convertido en factores a tener en cuenta. Y hace no tanto tiempo no era así. Yo vivo en Nueva York y así lo he vivido, soy una chica de ciudad, pero cada vez veo a más gente que se aleja de los núcleos urbanos.
P. ¿En qué momento de su carrera le pilla una película como "Aquellos maravillosos días"?
R. Es curioso, porque he vuelto a estudiar. Tuvo que ver con la pandemia, como lo que mencionábamos antes, pero he vuelto a estudiar interpretación. El relacionarme como estudiante con mi personaje, que también lo es, me llevó a pensar en mi familia y en sus mujeres, en cómo me he relacionado con ellas a través del tiempo. Es más vital que profesional, no sé, pero ha sido maravilloso encontrarme con estos directores en mi vida, porque hablamos el mismo idioma cinematográfico.