Sin techo ni televidentes en 'El castillo de las mentes prodigiosas'
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El algoritmo que rige el ritmo de la noche de nuestra libertad ha decidido que un clip de Ernesto Sevilla en 'La Resistencia' sea visto en masa por la gente que dona su tiempo al negocio carcelario de las redes. Ahí, el cómico rememora que Rappel le quiso denunciar por los sketches de 'El joven Rappel' de cuando 'Muchachada Nui'. Indignado por la falta de rigor (risas enlatadas), el vidente había pedido que le pagaran o les empapelaba. Y los chanantes le respondieron: «¿Si eras adivino cómo es que no sabías que íbamos a hacer esos gags?». Touché, la filibustera y sucia tautología. Y esto para recordar una jugada 'parecida' en ' El castillo de las mentes prodigiosas ', aquel 'reality' de los dosmiles cuando la inocencia inventaba formatos locos, un 'talent' esotérico aquí, un 'Hotel Glam' por allá, que dejaron un inolvidable legado de caspa del demonio (o sea la cocaína, tabique de carga del género) para los sintecho moral y/o televidentes. Aquel programa reunió a una alineación estelar de brujas, pitonisas, tarotistas, santeros, ocultistas, meigos y telépatas. Una fantasía con ausencias como Aramís Fuster (era jueza), el propio Rappel o Sandro Rey («Fue ilegal, pero hace 20 años yo ya vi ese 'sí' a la independencia en Cataluña. Ahora faltan 14 años para poder ver eso. Si estamos vivos, que yo creo que sí», dijo en una entrevista en 'La Voz del Sur' previa al descalome 'indepe' del domingo). Presentado por Alicia Senovilla , por aquel castillo con bajas audiencias anduvo la pitonisa Lola , Paco Porras (quien hace no demasiado estuvo en el 'Deluxe' relatando su violación para jolgorio de los tertulianos) y coloridos personajes como Leevon Kennedy , el ocultista Divino Otelma , la santera dominicana Miguelina Noboa , el octogenario Profesor Mercury , el Conde Luconi y un tal Khofranhk experto en telequinesis y de aspecto aún más raro que la media. Ganó el hipnotista Astyaro, ahora en marquesinas. La trama era magia: «Diez personajes con poderes sobrenaturales se encierran en un castillo gótico para demostrar al público sus habilidades paranormales y retarse entre ellos hasta proclamarse el mejor brujo del mundo». Pero, claro, lo que no adivinaron los adivinos fue la maldad de los organizadores o accidente sin demostrar. En un capítulo, se desplomó de repente el techo encima. Hubo heridos. Astuta, la pitonisa Lola gritó rauda mientras aplaudía con una colega bajo los escombros: «¡Mira cómo pasaba algo!». Otros dijeron haber presentido energías. La presentadora Senovilla apuntó con sospechosa ligereza: «Bueno, tampoco hay que lamentar muertos». Pero ahí ningún espiritista vio venir nada ni lo habló claro. Salvo la jueza Fuster, para rebatir a un astrofísico invitado: «También hay cosas que van de abajo arriba», entre risas y descaro.