ru24.pro
World News in Spanish
Май
2024

'Ifigenia', un Eurípides a medias

0
Abc.es 
Crítica de teatro 'Ifigenia' Autor Eurípides Dirección Alícia Gorina Adaptación Albert Arribas Escenografía Sílvia Delagneau y Josep Iglesias Vestuario Adriana Parra Caracterización Júlia Ramírez Espacio sonoro y música Arnau Vallvé Iluminación Raimon Rius Intérpretes Pere Arquillué, Emma Vilarasau, Pau Vinyals, Albert Pérez, Cèlia Castellano, Daniela Fumadó, Júlia Genís, Marta Ossó, Laura Roig, Neus Soler Lugar Teatre Lliure, Barcelona 3 Albert Arribas condensa en poco más de dos horas 'Ifigenia en Áulide' e 'Ifigenia en Táuride' de Eurípides : cosecha trágica del siglo V antes de Cristo. La inmolación de Ifigenia por decisión de su padre, Agamenón, para que la flota aquea parta con vientos favorables a la batalla de Troya, discurre con brillantez escenográfica en el primer tramo de la representación. Un convincente Pere Arquillué metaboliza las cuitas de ese padre que, por complacer a su hermano Menelao ( Albert Pérez ), se pone en contra de su esposa Clitemnestra (enérgica Emma Vilarasau ). Agamenón conduce a su hija a una muerte que solo la diosa Artemisa podrá evitar: Clitemnestra lo asesinará por ese sacrificio. Hasta aquí la adaptación 'comme il faut' de Eurípides, quizás con demasiada sangre a la vista y el Aquiles excesivamente gritón que encarna Pau Vinyals . Los coros, ingrediente anejo de toda tragedia griega, los compone un quinteto un tanto estridente. Con todo, si hubiera entreacto, la representación merecería el aplauso. Con 'Ifigenia en Táuride' las cosas se complican y la narrativa de esta adaptación se embarulla. Orestes, que en la primera parte era un bebé, ya es un hombre dispuesto a matar a su madre Clitemnestra para vengar la muerte de su padre Agamenón. Más sangre derramada en contra de las convenciones de la tragedia griega, pero eso no es lo más discutible: Alícia Gorina , la directora, ha decidido que Arquillué (antes Agamenón) se reconvierta en su hijo Orestes; e Ifigenia, salvada por Artemisa para que sea sacerdotisa en su templo en Crimea, deja de ser Marta Ossó –la intérprete en la primera parte– para que la encarne Emma Vilarasau: esta ubicuidad actoral obliga a Vilarasau a forzar la voz para poder diferenciar a la madre de la hija. Esa matización de tesituras peca en algún momento de cierto histrionismo. Una opción que enmaraña el último tramo de la historia y puede confundir al público no avisado. Si a eso añadimos un epílogo en el que Albert Pérez (antes Menelao) reaparece cual travestida diosa Atenea –ironía en la tragedia– el aserto cervantino de que nunca segundas partes fueron buenas se cumple en esta 'Ifigenia' que carbura a medias.