El peronismo se agarra de los pelos por la metodología de Milei
"Viene de (Matías) Kulfas, cajoneala". La frase se la atribuyen en el peronismo a Máximo Kirchner en pleno gobierno de Alberto Fernández, cuando había llegado al Congreso un proyecto de ley de electromovilidad que el entonces ministro de Desarrollo Productivo había enviado con la intención de avanzar en reformas en el sector automotor en plena revolución de los autos eléctricos en el mundo. El tratamiento de la iniciativa nunca arrancó. Cuac.
En rigor, en enero de 2022 se enumeró en el llamado a sesiones a extraordinarias en el Boletín Oficial la lista de proyectos para potenciar distintos sectores productivos, entre ellos una nueva ley de hidrocarburos que incentivara las grandes inversiones, otra vinculada con el desarrollo agropecuario y una más ligada al compre argentino para que en las cadenas industriales se diera ventajas a las compañías argentinas por sobre la competencia internacional.
De ese listado, salvo la legislación sobre cannabis, no hubo avances concretos en ningún tema básicamente por los conocidos quilombos internos del Frente de Todos, que trababan cualquier iniciativa incluso antes de empezar a discutir con la oposición. Sólo un régimen impositivo para los autos avanzó cuando llegó al Ministerio de Economía. Del resto, nada.
El éxito político del gobierno de La Libertad Avanza esta semana que consiguió sacar una reforma de 400 artículos que incluye desde privatizaciones y cambios laborales hasta la promoción de grandes inversiones y la modificación del régimen impositivo hace que en la actual oposición peronista se agarren de los pelos.
¿Cómo puede ser que durante los últimos cuatro años con mucho músculo en ambas cámaras una administración me-las-sé-todas no haya podido meter proyectos profundos y un tipo que hace cinco años hablaba por tele y ahora tiene sólo 40 diputados haya logrado la media sanción de tamaña cantidad de temas?
"Milei tiene la potencia que nosotros no tuvimos", reflexiona Itaí Hagman, diputado de la actual Unión por la Patria. Liderazgo, potencia e idea de rumbo -después discutamos cuán serio o delirante, cuán bueno para el país o border- son las palabras que aparecen en la reflexión post giro al Senado de la llamada Ley Bases que mandó el Poder Ejecutivo acompañada por el paquete fiscal.
Una sensación similar recorre dirigentes peronistas cuando ven que los diputados UxP de San Juan y Catamarca votaron a favor del "régimen de incentivos para grandes inversiones", el RIGI, que por cierto tiene algunos puntos de contacto con leyes que había propuesto el albertismo aunque sin ningún impulso a la utilización de insumos nacionales.
Cualquier que esté algo en tema, sabe que generar condiciones favorables a grandes desembolsos en esas dos provincias tiene nombre y apellido de grandes proyectos mineros. En la provincia cuyana, el yacimiento de cobre, oro y plata llamado José María, ubicado en el Departamento Iglesia y propiedad del grupo chileno Lundin. En territorio catamarqueño, en tanto, está en gateras hace mil años Minera Agua Rica, que desde que el gigante suizo Glencore tomó el control parece más cerca de hacerse realidad.
¿Cómo una administración de corte supuestamente nacional y popular no aceleró en la puesta en marcha de esos emprendimientos que suponen empleo en construcción en el arranque y generación de divisas a partir de que entra en producción? ¿Cuánto se pueden discutir los impuestos o la licencia social o los apoyos nacionales o provinciales cuando se trata de que surjan empleos de buena calidad en blanco y de que haya más dólares en un país que siempre está al borde de un ataque de nervios por la cuestión externa? ¿Alguien entiende por qué de hecho no se movieron 15 proyectos mineros de escala global que se calcula en la industria están ahí de arrancar?
Lo peor que le puede pasar al ex oficialismo daría la impresión de que le está pasando: la combinación de la locura con el pragmatismo. La estridencia de outsider del Milei que grita, agrede y señala a todo el mundo como ratas de la casta está dando paso al complemento del menemismo acuerdista sin importar nada que se vio en el Parlamento.
Con Martín Menem, el presidente de la Cámara de Diputados, y Eduardo "Lule" Menem al lado de Karina Milei, más el ministro del Interior, Guillermo Francos y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el toma y daca está más vivo que nunca. Si alguien señaló un nido de ratas, nadie está entrando como un hurón ni mucho menos. En cualquier momento alguien dice "quise decir hamsters domesticados".
En simultáneo, a la ortodoxia fiscal y al fundamentalismo discursivo del libre mercado, Murray Rothbard y la mar en coche, aparece cada vez más repetida la intervención lisa y llana del Estado.
Sucedió con las prepagas, donde hubo denuncia por supuesta cartelización e incluso el ministro de Economía, Luis Caputo, habló de una "fórmula" para los incrementos y de "multas" para los que incumplan. También, el propio Caputo aseguró en X que se postergan aumentos de tarifas de luz y de gas para cuidar a la clase media, mientras además se defiende tener fijo el tipo de cambio, se mantiene el cepo y se topean las paritarias.
Si alguna vez variantes del peronismo tenían la estrategia de poner el giro a la izquierda para tomar medidas más hacia la derecha, con Milei nos asomamos a una variante opuesta: se exacerban los mensajes anti política y la veneración de la libertad pero cada vez es menos extraño ver pactos, rosca y también intervención del Estado según lo demande la situación.