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Апрель
2024

“Nunca pensé que un servidor de Dios se prestaría para una acción tan baja y traicionera”: Ramón Velázquez cuenta en exclusiva su detención en Cuba

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Ramón Velázquez contó en exclusiva a 'CubaNet' los detalles sobre su arresto en el santuario del Cobre y su encarcelamiento en la Isla.

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AREQUIPA, Perú – Ramón Velázquez está de regreso en Estados Unidos hace algunos días. Ello, luego de haber hecho un viaje a Santiago de Cuba a inicios de marzo, donde alcanzó notoriedad por protestar en la conocida Iglesia de la Caridad del Cobre. El opositor fue encarcelado por las fuerzas represivas del régimen cubano y eventualmente liberado.

Este jueves, Velázquez conversó con CubaNet y contó en exclusiva detalles sobre los hechos en el santuario religioso, el tiempo que estuvo en prisión y la deportación hacia los Estados Unidos.

El opositor llegó a La Habana el 17 de febrero junto a su esposa y familia, con quienes se trasladó al oriente cubano el día 6 de marzo. Se hospedaron en un hotel perteneciente al santuario del Cobre y en un par de días prepararon las condiciones para recibir compañía.

La idea de Velázquez era una que venía madurando desde el 2023 de manera discreta, pues existía el temor que se filtrara a la Seguridad del Estado (SE) del régimen castrista. Se trataba de hacer una convocatoria al pueblo, una que se realizó el día 8 de marzo por redes sociales. Fue un llamado a la unión, al diálogo entre la ciudadanía y a encontrar soluciones hacia el cambio, por una Cuba libre.

“En este caso la SE trabajó con mucha velocidad, ya que desde el mismo inicio de la convocatoria empezaron a bloquear los accesos al cobre por Palma Soriano y el mismo pueblo de Santiago de Cuba. Tuvieron tiempo para prepararse más rápido que el pueblo. El resultado fue que se nos adelantaron y muy pocas personas lograron llegar a nosotros antes que ellos”.

Los escasos santiagueros que lograron burlar las restricciones del régimen contaron a Velázquez que se estaba preparando un grupo grande para acudir el día 10 al Cobre. Como la información llegó a oídos de la dictadura, la obligó a actuar “más rápidamente y más drásticamente”.

“Por lo tanto se preparó un asalto, con todas las letras. Fue un asalto lo que ocurrió donde estábamos hospedados. La habitación fue allanada a las seis de la mañana, todavía estábamos durmiendo. Fue un derroche de violaciones de derechos y terrorismo”.

Según cuenta el activista, su esposa y su nieta de 12 años fueron aterrorizadas por los agentes castristas al punto que la primera perdió el conocimiento. En poco tiempo, los manifestantes fueron sacados a la fuerza del lugar.

Si bien la familia del opositor no resultó detenida, se les comunicó que serían trasladados a la terminal de ómnibus local y embarcados hacia La Habana. Velázquez, por su parte, se negaba a “acatar las órdenes del esbirro al frente del asalto”, motivo por el cual fue esposado y desalojado en ropa interior hacia el exterior del hotel y el santuario.

Con relación a la complicidad de la Iglesia con la SE, el opositor aclaró que una cosa es la institución católica y otra sus fieles. “Hubo algún Judas que nos vendió y permitió el asalto”, dijo. “Yo unca pensé que un servidor de Dios se prestaría para acción tan baja y traicionera”. En ese sentido, demandó una respuesta de las altas autoridades religiosas.

Poco después de su arresto, el manifestante fue arrojado en una celda con las perores condiciones, parte de un lugar que identifica como Centro de Operaciones Versalles.  Completamente a oscuras y con poca ventilación. Allí estuvo tres días detenido.

“Es un lugar donde ponen el agua dos minutos por la mañana y ocho minutos en la tarde. Como no tiene agua, la peste del orine se convierte en amoniaco. Irrespirable. De cama lo que tenía era un tablón roto (…) sin ningún tipo colchón ni más nada”.

Durante ese período Velázquez fue interrogado varias veces. Los agentes del régimen le quisieron imputar un par de cuchillos usados en el alquiler para pelar frutas y abrir latas como presuntas “armas blancas”, argumento que luego fue desechado en el acta. En un intento por fabricarle una causa legal, mencionaron también “desacato” y hasta “Convocatoria a elementos terroristas para efectuar actividades contra el Estado Socialista”.

En todo momento, comenta Velázquez, mientras lo intentaban intimidar, al mismo tiempo le ofrecían la alternativa de un “avión” para que saliera de la Isla. Él se negaba. Desde el inicio de su detención entro en huelga de hambre y así permaneció alrededor de 13 días.

Tras 72 horas de encierro en Santiago de Cuba, el opositor fue trasladado al Centro de Investigaciones de la Seguridad del Estado “Villa Marista” en La Habana, famosa por sus violaciones y torturas a opositores, periodistas y activistas.

“El Gobierno cubano ene este momento no la está pasando fácil. O sea, está bien presionado por todos los lados y esto le obliga a hacer cosas que quizás en circunstancia normales no hicieran. La presión que se estaba haciendo sobre este tema, tanto en Cuba como internacionalmente pues los tenía a ellos a la defensiva. Por lo tanto, ellos evitaban que hubiera roce entre nosotros, entre sus oficiales y yo (..) Tenían la orden de evitar problemas”.

Entre mas interrogatorios y presiones, Velázquez pasó más de un mes en ese lugar. Descubrió en ese tiempo varias cosas: a “la dirección del país” le interesaba que su caso saliera bien, como se le escapó a uno de los represores en una conversación; Villa Marista ha logrado refinar sus métodos de tortura física y psicológica; y aquel era un sitio que intrínsicamente “odia al ser humano”.

Hacia el final de su encarcelamiento le hicieron firmar un documento donde se indicaba que “se cambiaba la medida cautelar de prisión preventiva por la libertad inmediata”. Poco después, lo escoltaron hasta el mismo aeropuerto internacional. Antes de irse los oficiales del régimen le dejaron claro que la posibilidad de volver a pisar tierra cubana dependería de su futuro comportamiento.

“Cuando yo necesite entrar a Cuba, y es una posibilidad muy real, voy a entrar a Cuba. Algo que puedo decir desde este momento es que no le voy a pedir permiso a nadie (…) No puedo aceptar que alguien me diga lo que puedo hacer con mi patria y con mi vida. Eso no, porque yo estoy dispuesto a pagar las consecuencias. Mis derechos los voy a seguir usando”.

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