Sant Jordi busca en Barcelona un nuevo récord pendiente del cielo
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Liquidada la placidez del año pasado, cuando todo fueron buenas noticias, cifras astronómicas y libros al sol, ha vuelto el Sant Jordi laborable , el de casi toda la vida, y el gran protagonista, el centro de todas las miradas, no ha sido escritor o florista alguno, sino otro viejo conocido de la Diada. Sí, el tiempo. Y el meteorólogo . Había que verlos, días antes, escondiendo la bolita de la predicción y jugando al trile con las isobaras para ahorrarnos el disgusto de que los mapas daban día desapacible e invernal . Menos de diez grados en el termómetro y un Sant Jordi de inicio soleado pero 'congelat' a juego con ese otro Sant Jordi 'on the rocks' que, granizo mediante, pilló por sorpresa a todo el mundo en 2022 . Porque la tradición, después de todo, no es más que repetición. Este año, por lo menos, veníamos avisados (incluso hubo un momento de la semana pasada en el que alguien anunció nieve) y la mayoría de paradas repartidas por Barcelona, del paseo de Gracia a La Rambla y vuelta a empezar, lucen tejado impermeable y profiláctico . Noticia Relacionada estandar No ¡Feliz día de Sant Jordi! Las mejores frases y fotos para compartir y celebrar en Whatsapp hoy ABC El 23 de abril es uno de los días más especiales del año, por ser el Día del Libro y por la gran tradición que supone en Cataluña Un pequeño gasto extra para unos libreros que, por primera vez, han tenido que pagar una cuota por instalarse en la la 'superilla' comercial y profesional en que se convierte el centro de la ciudad. Los números, por cierto, vuelven a ser de récord: 435 paradas y más de 3.000 metros de libros y rosas al alcance de la mano. Por tener, que no falte de nada, este Sant Jordi tiene hasta un premio Pulitzer como Hernán Díaz firmando ejemplares de 'Fortuna' , la gran novela sobre el culto al dinero y la codicia. También andan sueltos, avisados están, políticos en precampaña. Así que con un ojo en el cielo y las manos en los bolsillos, no vayan a coger frío las máquinas de firmar, este Sant Jordi atípicamente destemplado ha arrancado, como siempre, entre cafés, cruasanes y escritores asardinados en el tradicional desayuno cortesía del Ayuntamiento. Momento de intercambiar impresiones, cuadrar agendas y coger fuerzas. «Somos más de 300 personas», anuncia alguien por megafonía. Preparados, listos, a firmar. Y a vender. Porque, a la espera del balance final y de esas listas de los más vendidos que, según el Gremio de Libreros, serán este año mapas de calor y apuntes de tendencias , el sector confía en igualar los números del año pasado, cuando se despacharon 1,8 millones de libros . Chistes ilustrados «Yo me dejo pastorear», dice, cómo no, Marc Pastor , mientras intenta acordarse del 'planning' de firmas que le han preparado. «Sé que a las seis me toca en Gigamesh», celebra el autor de 'Riu de safirs'. A su lado, Lauren Beukes , autora de 'Las luminosas', pone cara de pasmo ante la que se avecina. «Esto es abrumador», suelta de pronto Hernán Díaz. «Me han dicho que los lectores toman la ciudad , y eso es como una utopía», celebra maravillado el autor argentino. Rodrigo Fresán , con gorro calado, reincide en esto de las firmas. «Empecé con 'Melvill'», explica. «Pues entonces sí que hace tiempo», replica algún chistoso a su lado. Humor de escritores. Chistes ilustrados. El lunes por la tarde, en el pregón de Sant Jordi, sorpresa inesperada: llovía con ganas y los trabajadores de las bibliotecas de Barcelona, de huelga para protestar por sus condiciones laborales, le entregaron al pregonero, el superventas infantil y juvenil David Walliams , una camiseta en la que podía leerse #defensemBibliosBCN y el inglés respondió al gesto deslizando una cuña promocional en su discurso. «La profesión de bibliotecarios es una de las más importantes del mundo y ninguno de nosotros estaríamos aquí sin ellos», dijo. «Nunca debemos olvidar a las bibliotecas ni perder a sus bibliotecarios», improvisó. Porque ya se sabe que una cosa es vender libros y otra muy diferente leerlos.