Angelici sube su apuesta por el vino: quiere tener bodega y viñedo propios, y apunta a exportar
A cuatro años de haber lanzado Cupra, su marca de vinos de alta gama, el expresidente de Boca Daniel Angelici ya definió su próxima apuesta: tener bodega y viñedos propios, con los que apuntará al enoturismo y, también, a la exportación. Presupuesta una inversión en torno a los u$s 3 millones, de los cuales la mitad será para maquinaria y edificación, y el resto es lo que exigirá la operación inmobiliaria, según cuál sea el precio que termine pagando por la tierra. En tal sentido, ya vio dos propiedades, ambas en la zona de Agrelo, Mendoza.
"Es el momento", asegura el empresario, cuyos intereses van desde el que más se le conoce -los juegos de azar- a las telecomunicaciones, la hotelería y los estacionamientos, además de su estudio jurídico (es abogado) y su actividad política. "El año próximo, queremos tener la bodega y el viñedo propios", anticipa, en diálogo con El Cronista.
El emprendimiento Famiglia Angelici nació a fines de 2019, cuando el "Tano" -su apodo en los ecosistemas de la política y del fútbol- finalizó sus dos mandatos consecutivos en la presidencia de Boca Juniors. Lo inició como un proyecto compartido con sus tres hijos y la marca Cupra rinde homenaje a Cupra Marittima, pueblo sobre el Adriático del que su padre, Remo, emigró en 1948.
El gusto de Angelici por el vino y su presencia en Mendoza -es accionista del casino de la capital-, prácticamente, definieron la ubicación. Con uvas compradas a terceros, en fincas del Valle de Uco, alquiló espacio en una bodega, Mangato, para elaborar su primera cosecha, de 8000 botellas, en 2020. Entre el alquiler, los insumos y la contratación de una enóloga (Estela Perinetti), la inversión inicial rondó los u$s 80.000.
"No sé si quiero ganar dinero con esto. Pero perder, no vamos a perder", aseguraba Angelici en 2022, cuando inició la venta de sus vinos, tras dos años de guarda. "No es un hobby. Para nada: cada vez, me consume más tiempo", reitera hoy, con otra escala. "Todos los años, hacemos no menos de 15.000 botellas más que la temporada anterior", explica. La producción de 2024, precisa, será de 59.600 unidades entre sus cinco varietales: blend, rosado, gran malbec, blanco y pinot noir (los dos últimos se lanzarán antes de fin de año). "Ya, para lo que tengo, necesito mi propio espacio", afirma.
Ese otro espacio son unas 25 hectáreas, cuyo valor de mercado -en esa zona- es de u$s 70.000 cada una. "Ese es el precio con uva plantada. Sin plantar, sale u$s 25.000. Pero tengo que esperar cuatro años a la primera cosecha", distingue. "Además, si ya está implantada, es porque esa tierra tiene agua. Si no, porque no tiene", apunta.
"Veníamos viendo el mercado. Ahora, viene la etapa de armar una buena bodega, con estilo italiano", dice Angelici. Su idea es tener un establecimiento de producción propia con el valor agregado de un restaurante. "Por eso, en lo que estoy buscando, lo que más priorizo hoy son las vistas a la Cordillera", enfatiza.
Cupra, actualmente, se vende a un precio promedio de u$s 20 la botella en una veintena de puntos, que incluyen los principales hoteles y restaurantes de Buenos Aires. Sólo se comercializa en dos vinerías: una en Caminito, La Boca, donde más volumen despacha por el turismo.
Angelici, ahora, está decidido a dar el siguiente paso: la exportación. "Hasta ahora, por una cuestión de escala y de estructura, no lo hice", justifica. También, por rentabilidad. "Hoy, tiene sentido exportar. Antes, si exportabas y te pagaban al tipo de cambio oficial, te convenía vender el vino acá", reconoce. Tiene dos mercados bajo la mira: Brasil (por cercanía y conocimiento) y los Estados Unidos (en especial, Miami, por la colonia Pero sabe que Pero sabe que argentina). El gran malbec será su bandera. "Es 'el' vino argentino. 'El' vino del Valle del Cuco, además", define. Pero sabe que no es cuestión de soplar y hacer botellas: como un partido de fútbol o una elección, nadie lo tiene ganado antes de jugarlo.
En 2023, el consumo de vino en la Argentina cayó 6,3%, a 7,75 millones de hectolitros (hl), según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). La retracción de vinos en botella fue del 7,6%, a 4,8 millones. En el primer bimestre de 2024, el mercado general bajó 4,3%, a algo más de 1 millón de hectolitros, y el consumo en botella se redujo 4,7%, a 593.221 hl.
El escenario en exportaciones no fue mejor. Después de una caída del 10,5% en 2022, durante el año pasado, las exportaciones de vino fraccionado cayeron 23,3%, a 1,5 millones de hl. Entre enero y marzo de 2024, mermaron otro 15,2%, a 320.180 hl.
Sin embargo, Angelici, curtido en triunfos y derrotas, mira hacia adelante. "Se está empezando a ver de nuevo vino argentino en el exterior. Hasta no hace mucho, se veían muchos chilenos. Eso está cambiando. Pero sé que tengo que ser competitivo contra muchas marcas que son muy conocidas", indica.
Reconoce cuál es, hoy, su principal debilidad. "Estaba esperando tener el portafolio completo, con los cinco varietales, para hacer instalación de marca. Nadie va a un restaurant a pedir un vino que no conoce".
Por lo pronto, después de un fin de año en el que, dice, vendió más de 3000 cajas (de tres botellas cada una) como regalo empresarial, lanzó el botellón magnum, de 1,5 litros, y empezó con acciones puntuales de difusión de marca. Ayer, por ejemplo, participó de un evento en Cohiba Atmosphere, de Pilar. Fue una cata exclusiva de habanos y vino para 50 clientes. Aprovechando la fecha -fue el Día del Malbec-, estrenó ese varietal.
Las etiquetas de cada vino de Angelici son una historia en sí misma. Remiten a la tradición italiana, los vínculos con la Argentina y, en especial, a su historia familiar. En el primer producto, el blend, están representados él y su padre, Remo. En el rosado, su madre, Incoronata. En el gran malbec, ambos progenitores. El blanco tendrá a las mujeres de la familia -su madre y sus dos hijas- y el pinot noir, a los varones: él, su padre y su hijo varón.
Esta última etiqueta tendrá, además, una particularidad: será la única ilustrada con azul y oro. Hasta ahora, había evitado caer en esa tentación. Antes, con su salida de Boca más cercana en el tiempo, sentía como un pecado utilizar los colores del club que presidió durante ocho años, en los que el xeneize ganó seis títulos locales. Otro gusto que ahora, que ya cumplió más de cuatro años alejado de La Bombonera, siente que se puede dar.