Perder la caseta
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La Feria es efímera no solo en su concepción urbana, sino también en su condición vital. Simboliza la extroversión de la alegría tras la introversión espiritual de la cuaresma, el haz y el envés del alma dual de la ciudad. Pese a su celebración multitudinaria, la Semana Santa es una cita interior en la que el sevillano está solo ante Dios, oculta su rostro tras un antifaz para pasar desapercibido y reza. Solo quince días después, la Feria es una liturgia exterior en la que el sevillano se exhibe ante los demás y canta, que es la oración pagana que en el sur celebra la vida. La primavera sevillana conmemora en apenas un mes el dolor y la alegría, la... Ver Más