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Апрель
2024

La escala para medir la intensidad de los huracanes se ha quedado corta

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Abc.es 
En temporada de huracanes, las noticias recogen sus recorridos por el Atlántico. Los titulares les dan nombres , pero también un número. Es el apellido que los acompaña siempre, pero es uno que está en cierto modo en peligro. La escala de números se ha quedado escasa para medir su potencial gravedad. Que haya ocurrido es un problema importante, también un síntoma del impacto que está teniendo ya el cambio climático en los fenómenos meteorológicos. Sobre el primer punto, las cifras no son una cuestión baladí. No son simplemente números, sino que indican algo importante. Ahí es donde está el quid de la cuestión. ¿Por qué es tan crucial contar con una escala que refleje de forma lo más acertada posible la realidad? «Precisamente porque sirven como método de alerta a la población y ayuda notablemente a disminuir el número de víctimas huracanes y los daños materiales que puedan provocar», señala Marta Almarcha, meteoróloga de eltiempo.es. Desde los años 70, se emplea para medir los huracanes la escala Saffir-Simpson. Es, como explica Almarcha, «una escala de viento». Funciona como una suerte de semáforo que advierte de la gravedad de lo que se avecina. Para ello, se usa una horquilla de números, que entre el 1 y el 5 —de más bajo a más alto— indican la intensidad. «Esta escala ha servido durante años para determinar el impacto que puede llegar a tener un huracán y así alertar a la población», señala la experta. Saber que un huracán tiene un nivel y no otro ayuda a la hora de tomar medidas de prevención y, sobre todo, a que la población comprenda qué es lo que se le viene encima. Problemas para transmitir el peligro real El problema está en que, en la actualidad, se empieza a quedar corta para capturar qué ocurre con los peores huracanes. «La categoría más alta de la escala, la 5, contempla aquellos ciclones donde la intensidad del viento supera los 252 km/h», ejemplifica la experta, que suma que es «un valor que se queda lejos de los 300 o más kilómetros por hora que se han registrado está última década con algunos de los grandes huracanes o tifones». Eso es también lo que apunta un estudio que acaba de ser publicado en la revista académica 'Proceedings of the National Academy of Sciences', por los investigadores James Kossin, de la Universidad de Wisconsin-Madison, y Michael Wehner, del Lawrence Berkeley National Laboratory. Como señalan en sus conclusiones, «la apertura final de la quinta categoría de la escala de viento Saffir-Simpson se convierte en cada vez más problemática a la hora de transmitir el riesgo del viento en un mundo en calentamiento». Los expertos recomiendan reajustar la escala a los tiempos, sumando un nuevo número, el 6, que servirá para señalar aquellos con vientos más potentes. Los efectos del cambio climático Ahí es donde entra el segundo punto clave: lo que esto dice sobre los efectos del cambio climático. ¿Está logrando la emergencia climática que aumente la frecuencia de huracanes? Marta Almarcha señala que eso no está estudiado, «pero sí se sabe que serán más intensos». El calentamiento está afectando al clima, algo que la ciudadanía puede ver cada vez más en la previsión del tiempo, esa que lleva al día los efectos de los cambios de patrones. «La Tierra se ha ido calentando durante las últimas décadas y ese exceso de energía que acumula está transformando el clima, haciendo que los fenómenos meteorológicos se hagan cada vez más extremos», apunta la experta. «Entre los que más impacto tienen se encuentran los ciclones tropicales, capaces de evolucionar a huracanes, tifones o ciclones de gran intensidad. Las altas temperaturas de los océanos son uno de los factores, ya que sirven como combustible para estos fenómenos», señala. De hecho, este verano, el Atlántico registraba temperaturas más elevadas de lo normal —un ejemplo está en lo que ocurría en toda la costa española— y las razones que lo explicaban —olas de calor y subida de temperaturas en la superficie— son, justamente, riesgos que los análisis sobre el clima advierten que se avecinan en los años próximos. Si el océano está cada vez más caliente, los tifones se vuelven más intensos y agresivos. De ahí que, aunque la frecuencia no sea un elemento problemático, sí lo sea que las tormentas se hayan vuelto más intensas. Por eso, se podría decir que el número 5 de la escala se ha convertido en un contenedor demasiado amplio, como se deduce leyendo el estudio. Efectos más allá del Atlántico Este crecimiento de la fuerza también tiene un efecto derivado sobre su alcance. «A medida que los huracanes se hacen más intensos debido al cambio climático, los fuertes vientos, intensas precipitaciones y elevadas mareas ciclónicas afectan a un mayor sector de la población», indica la meteoróloga. En los últimos años se ha hablado bastante de la posibilidad de que la zona de alcance de estos fenómenos se amplíe. Antes, resultaba muy poco probable que los huracanes cruzasen el Atlántico en dirección Europa. Ahora, las cosas son ligeramente distintas. Como señala la experta, las «altísimas temperaturas» de la superficie del océano en las costas atlánticas lleva a que «aunque la probabilidad siga siendo baja, ya no es algo imposible, por así decirlo». «Es decir, si se dan las condiciones meteorológicas para que se formen tormentas de este calibre suficientes para la formación de huracanes, tendrán más energía disponible para aumentar su intensidad», indica. Incluso si no llegan a las costas españolas como tales, las condiciones del océano sí han logrado ya que las tormentas lleguen a este lado del Atlántico con una fuerza muy potente. Son tormentas casi tropicales, como ocurrió con Ophelia en 2017 o con Herminia en 2022.