Grupo Puig, el salto adelante de la tercera generación
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«Creemos firmemente que crear marcas 'premium' exige pensar a largo plazo, y tener una familia en el núcleo de una compañía fomenta este enfoque, porque las familias tienden a preocuparse en igual medida por el horizonte temporal de la próxima generación como por el próximo trimestre». Con estas palabras justificaba ayer Marc Puig, presidente ejecutivo de la multinacional española de la belleza Puig , la decisión de debutar en bolsa, una operación con la que, sin perder el control familiar de la firma, pretenden captar recursos con los que seguir expandiéndose. La visión entre el corto y el largo plazo (el resultado del trimestre pero también la próxima generación, como aludía Marc Puig), así como la unión y visión coordinada entre las distintas ramas familiares que detentan la propiedad, explican el rumbo de la firma fundada en 1914 en Barcelona por Antoni Puig Castelló. Ahora con la tercera generación, los descendientes, una quincena, de las cuatro ramas Puig (25% de la propiedad cada una de ellas) toman el relevo de la segunda (Enrique, Antonio, Mariano y José María), que fueron los artífices del gran salto internacional de la firma. Marc Puig, presidente ejecutivo de Puig Tal y como han explicado los mismo Puig, no siempre tenían el mismo criterio a la hora de tomar decisiones, pero siempre acabaron llegando a un acuerdo, un ejemplo en positivo que contrasta con el de otras grandes sagas empresariales , ingobernables y echadas a perder por la dispersión que llega precisamente en muchos casos a partir de la tercera generación. Como dice el tópico: la primera generación funda la empresa, la segunda la hace grande y la tercera echa el cierre. No fue el caso de los Puig, ejemplo de ambición empresarial, pero también de «prudencia y moderación», tal y como destacaba el Rey Felipe VI en el momento de conceder a Mariano Puig Planas, en 2019, el premio Reino de España por su trayectoria empresarial. Padre del actual presidente de la firma, Mariano Puig (fallecido en 2021) dirigió junto a su hermano Antonio (fallecido a su vez en 2018), la expansión internacional de una compañía convertida en gigante internacional de la belleza. Ambos pilotaron la fase expansiva de una firma que, tras sus primeros lanzamientos, como Milady, el primer pintalabios fabricado en España (1922), fue cogiendo músculo, sentando las bases del crecimiento en el extranjero, impulsado por ejemplo tras cerrar el acuerdo de distribución de la fragancia Agua Lavanda Puig en Estados Unidos a finales de los años 50. Luego vendría la representación de Max Factor o el salto a París con la firma del convenio de colaboración con el diseñador Paco Rabanne para la creación de sus fragancias. Años más tarde, en 1987, se llegó al acuerdo con la diseñadora Carolina Herrera para la producción de sus perfumes, negociando también, en 1995, la compra de su división de moda, ejemplo de la habitualmente fructífera alianza comercial entre modistos y perfumistas. Fue el prólogo de las numerosas adquisiciones que pasaron a ampliar posteriormente el perímetro de una firma ya de perfil global pero con los pies y el centro de decisión siempre en España, en Cataluña, comunidad en la que mantuvieron su sede pese a las turbulencias del 'procés'. Enrique, Antonio, Mariano y José María Puig, segunda generación Actualmente, el portfolio de Puig incluye nuestras marcas Rabanne, Carolina Herrera, Charlotte Tilbury, Jean Paul Gaultier, Nina Ricci, Dries Van Noten, Byredo, Penhaligon's, L'Artisan Parfumeur, Uriage, Apivita, Dr. Barbara Sturm, Kama Ayurveda y Loto del Sur, así como las licencias Christian Louboutin, Banderas y Adolfo Dominguez, entre otras. Ahora, con el salto a la bolsa, el objetivo es captar unos 2.500 millones de euros en los mercados con objeto de refinanciar la deuda y proseguir con la expansión del grupo, sin que ello implique en ningún caso que la familia Puig pierda el control del grupo. Las cifras que se manejan, la fortaleza financiera de la marca y el plan de crecimiento trazado para los próximos años anticipan lo que fuentes financieras definen como uno de las salidas a bolsa más estimulantes de los últimos años tras un periodo de sequía en cuanto a debuts en el parqué. Noticia Relacionada estandar No El grupo catalán Puig, propietario de Carolina Herrera, saldrá a Bolsa para captar 2.500 millones ABC La empresa realizará una oferta pública de venta de acciones de 1.250 millones combinada con otra de mayor importe Según informó ayer la propia compañía, por un lado procederá a hacer una ampliación de capital de 1.250 millones de euros, a la vez que la familia Puig, a través del holding que vehicula su participación, Exea, se desprenderá de títulos por al menos ese mismo valor. Además de conservar la mayoría del accionariado, retendrá derechos de voto incluso en mayor proporción en tanto que la ampliación prevista se hará mediante acciones de clase B, con menores derechos. «Creemos que el equilibrio de ser una compañía familiar que al mismo tiempo está sujeta a la responsabilidad del mercado nos permitirá competir mejor en el mercado internacional de la belleza durante la próxima fase de desarrollo de Puig», apuntaba ayer Marc Puig, presidente ejecutivo de la firma. Se calcula que a lo largo del mes de mayo la firma comience a cotizar. Las estimaciones que se hacen llevan a valorar la firma en unos 10.000 millones La firma disparó su facturación en 2023: 4.304 millones (19% más que en 2022), con un ebitda de 863 millones, un beneficio neto de 465 millones y una deuda financiera neta a final de ese año de 1.196 millones. Nacida en 1914, y con sede en Barcelona , Puig opera en 32 países, siendo los Estados Unidos su principal mercado. En su estrategia de crecimiento, Puig buscar seguir creciendo en el sector de «belleza premium» y ganando cuota en mercados estratégicos del área Asia-Pacífico.