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Апрель
2024

Alberto Sicilia y su Feria de la mentira en Tampa

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LA HABANA, Cuba. – A partir de que recientemente se efectuara la Feria Internacional del Libro de Tampa, salieron inconformidades de escritores, entre ellas la mía, molestos por la invitación a una delegación oficialista del régimen cubano, sin tener en cuenta a los escritores no considerados por la dictadura al asumir una postura crítica y frontal. 

En realidad, hay que aceptar que algunos invitados no ejercen el oficialismo feroz; simplemente han sido escritores disciplinados, de esos que se portan bien y hacen silencio ―aun cuando piensan diferente― para no llamar la atención y chupan la teta de donde venga, algo que no critico: es una elección de vida y, de poder dormir con su conciencia tranquila, quizá sea hasta envidiable. Esa también es parte de la libertad que defendemos.  

Mi molestia era exacta: me pareció un acto de injusticia que los escritores reprimidos en Cuba ―hasta con mejor obra literaria que algunos de los participantes― no fueran invitados. Es común que esas delegaciones las conformen a través de todo el año escritores aupados por la dictadura y enviados a diferentes eventos, sobre todo en América Latina, donde el régimen despliega contactos con extranjeros: adeptos, simpatizantes, sobornados, románticos trasnochados, oportunistas, agentes de influencia, muchos captados por la inteligencia cubana, que intervienen para impulsar estas asistencias con los gastos pagos.   

Y mi denuncia directa: por qué no haber conformado una delegación para la Feria de Tampa que agrupara a ambas vertientes como un acto de justicia, si no política, sí literaria. El colmo es que los escritores que se fueron huyendo de la dictadura y alcanzaron tierra de libertad, también aceptaran a los mismos que engrosan las delegaciones oficiales el resto del año. Y muchos podrían decir que es su derecho como comité organizador; les respondería que sí, pero que al menos lo acepten, como también es el derecho nuestro a denunciarlo. 

A través de un video publicado por CubaNet, expresé mi malestar con los organizadores del evento literario. El escritor Alberto Sicilia se molestó conmigo, y me pidió, a través de mensajes enviados por Messenger, que me retractara. Le respondí que si me convencía de que no había sido exprofeso, o él no había tenido participación en la conformación de dicha delegación, que no tendría reparo en hacerlo. Realmente quería que así fuera y poder hacer feliz a mi amigo. Pero no ocurrió. Vi algunas entrevistas de él, y realmente fue peor, sobre todo cuando se supo que, con anterioridad, había tenido contacto con los funcionarios de la Cámara del Libro de Cuba que visitaron Tampa.

Algunos influencers han llamado la atención de cierto movimiento de la dictadura en Tampa, y se han visto a altos funcionarios siendo recibidos por negociantes inescrupulosos que lucran con la hambruna del pueblo cubano y con el sudor de los que viven fuera, en un chantaje donde se ven obligados a pagar para ayudar a sus familiares en Cuba, y que indirectamente, sostiene al régimen. 

Según palabras de Vicente Amor, implicado en esta Feria, se deja claro que es una provocación a la Feria del Libro en Miami, porque ellos no invitan a delegaciones de “escritores” de Cuba. Y ahí fue donde le contaminaron y tergiversaron el sueño a Sicilia, el que no deja saber si estaba consciente de ello o no.   

En una entrevista publicada por CubaNet, Sicilia me nombra en al menos tres ocasiones, y algún codazo intenta darme como para “no quedarse dado”, lo que me parece lícito, pero falla al usar una frase que, más que un codazo, me parece una bajeza infame y me ha obligado a responderle, sobre todo, porque sus respuestas, lejos de despejarme las dudas, las multiplicaron. Y para ello he dejado pasar algunos días, y apaciguar mis palabras. 

Me parece excelente que, a su llegada a Tampa, Sicilia se haya entregado a organizar ese anhelo; reconozco que hacer cultura y fomentarla es una hermosa labor que, a mi entender, le fue infectada a favor del totalitarismo en Cuba. Y cuando el entrevistador entra en el tema, Sicilia le responde, me atrevería a decir si no con cinismo, con actitud desafiante “que los funcionarios cubanos fueron propuestos por una delegación de la Cámara del Libro que visitó Tampa y pidió reunirse con el Comité Organizador de la Feria”. ¡Acabáramos! ¿Cuba fue avisada de que ocurriría el evento? 

Según afirma el escritor Rafael Vilches, Vicente Amor, en uno de sus viajes a La Habana, fue el contacto inicial y quien pagara los pasajes y estancias, al menos de los oficialistas, entre otras colaboraciones que dedicara a la Feria. Entonces, tuvo que ser del conocimiento de Sicilia, pero prefirió encubrirlo, porque sabe que Amor es un tiene estrechos vínculos con la dictadura, y prefiere no decir lo que sabe, aunque lo deja caer después, diciendo que el viaje fue pagado desde Estados Unidos por amigos ―los escritores no aceptados por el régimen debieron tener las mismas posibilidades. Y aquí se vuelve a contradecir Sicilia pues sabemos que la Cámara del Libro no va a proponer escritores a los cuales ellos no van a costear, porque sería absurdo y humillante para los organizadores, que se los hayan impuesto. 

Gabriel Cartaya, otro de los organizadores, es de Manzanillo, coterráneo de Francisco López Sacha. Prefiero que digan la verdad: Decidimos traer a un grupo de amigos sin importarnos sus vergonzosas actitudes serviles a una dictadura. De todas maneras, en algún momento, ellos hicieron lo mismo; pero sabían que, por aceptarlo, hubiesen caído en descrédito, porque no era una fiesta particular, sino un evento que exige tanto seriedad como honestidad. 

Sicilia continúa diciendo que los organizadores propusieron a otros autores y que su gestión fue solo la de enviar las cartas. ¿Quiénes fueron esos otros autores invitados que no se han mencionado? A mi entender, continúa enredando las cosas. Demasiado enmarañadas sus respuestas. Antes dijo que no sabía, luego dice que fueron algunos amigos que pagaron. ¿Sabe o no sabe? Creo que si los organizadores se hubiesen respetado a sí mismos, cuando les negaron lo que ellos proponían, no debió ir ninguno ―en caso de ser cierto, porque ya comienzo a no creer nada, demasiada oscuridad. O todos o ninguno hubiera sido una actitud honesta y de respeto. 

Luego le preguntan cuántos funcionarios habían asistido, y Sicilia vuelve a mentir y solo menciona dos, cuando había varios, aun descontando a Sacha que no lo es, solo es ladino y arrastrado a la dictadura.

Entonces Sicilia menciona la palabra “libertad”, qué bueno que la recuerda, solo que para defender sus derechos, y dice que la toma en serio en cuanto a su obligación ―cree él― de no avisar a otros invitados cubanos de la participación oficial de una delegación cubana en la Feria. Dice que eso no es secretismo, y tampoco el no ser agregados sus nombres en el programa. Esa es su libertad, la que deja muy clara, sin importarle la libertad de otros a escoger participar en un evento donde es delicado juntar, hasta en la sala de nuestras casas, a exiliados y oficialistas de un régimen mordaz. 

No le interesó el dolor de muchos, el sufrimiento de tantos; y violó sus libertades para hacer prevalecer su “libertad” como organizador. Y pone como ejemplo de que no le dejará mentir, en cuanto a la desorganización y la falta de personal, a una persona que no menciona, pero que dice estar en la lista negra de la dictadura; pues esa persona, por mucho currículum de opositor que tenga, también falló. Jamás eso debió suceder, si de respeto se trata. 

Dice Sicilia que “los que le han juzgado de haber traicionado la honestidad, la confianza, su arte de libertad, deben reconsiderar sus opiniones”. ¿Acaso ellos no tienen derecho a estar en desacuerdo con una mala gestión y organización que él mismo reconoce que tuvo fallos? Y para ellos agrega algunos epítetos como “patriotas de vidrio, que para nada son herederos del exilio histórico”. ¿Qué sabe Sicilia del exilio histórico? No he visto, al menos yo, ninguna foto en su muro con ellos. Continúa diciendo que “son una plaga que sostiene al régimen de los Castro, tan infames como los militares de turno en Cuba”. Así intenta quedar bien con todo el mundo. Solo porque les exigieron el derecho a ser avisados que compartirían espacio con un grupo oficial de Cuba, ¡porque eso le parece exagerado!

Más adelante, agrega “que la Feria no promocionó ninguna obra que diera loas a la dictadura, todo lo contrario”. ¿Fue Cantinflas quien dijo “no estoy de acuerdo y todo lo contrario”? Como si promocionar a escritores oficialistas no fuera suficiente. Estoy convencido de que Sicilia, para evitar responsabilidades éticas, con sus respuestas se ha echado más estiércol encima. Era preferible que se hubiera quedado callado; pero eso es algo imperdonable, Fidel Castro nos enseñó a defender lo indefendible. 

Continúa diciendo que “eso no quiere decir que nos vamos a erigir como censores de las ideas que no compartimos. Queremos un evento y una comunidad que respete la pluralidad”. Sí, la misma que él y el resto de los organizadores no respetaron al no invitar a los que la dictadura mantiene censurados y en total silencio en la cultura de nuestro país, aun cuando vivan dentro de la Isla. 

Y luego aparece la intriga, para dar misterio; dice “veo sospechoso el ataque a un evento que fue organizado por un grupo de amigos con una posición frontal contra el castrocomunismo”; tan así, que solo fueron invitados a la Feria los oficialistas y silenciosos, si llegan a ser adeptos a la dictadura los organizadores, hubieran invitado a Abel Prieto, Alpidio Alonso, Jacomino, Fernando Rojas y demás compinches, aunque en esa también caben los que invitaron en esta oportunidad. 

Y para apretar y reventar la tapa al pomo, agrega: “Probablemente agentes de izquierda hayan tramado estrategias para promover el debate y poner en evidencia los niveles de intolerancia y el miedo que provoca en algunos ‘intelectuales’ del exilio enfrentarse cara a cara con sus culpas, con su pasado”. Si existe una manipulación abierta y festinada ha sido este intento, digno de las idioteces que se le ocurrían a Fidel Castro para manipular al pueblo, y que diariamente salen en el programa Con Filo. Es una falta de respeto constante de Sicilia, atacar de esta manera al exilio que él desconoce. 

La respuesta a ¿por qué poner a coincidir en un mismo lugar a opositores/víctimas y cómplices/victimarios de la dictadura? es modelo de enajenación o intento de escritura para divertimento. Realmente es alarmante. Y describe una ideal “luna de miel” entre los sufridos y los que apoyan la dictadura, que se tiene la sensación de no saber si llorar o reír, si cantar o defecar. Dios mío, cómo se puede ser tan indolente con el dolor ajeno y tan permisible con los que colaboran con los causantes de ese dolor, incluso, que han firmado cartas de apoyo a fusilamientos o criticado el derecho del pueblo de Cuba a salir a las calles y exigir su libertad y detener las penurias de sus vidas miserables.

¡Entonces llego yo! Mis palabras lo ofendieron y fue doloroso. Dice que “muchas personas me escucharon intervenir cuando sus primeros encontronazos con el régimen”. Se refiere a mí, solo que yo no los vi. Mientras me defenestraban de la cultura nacional sí lo vi haciéndole el juego al sátrapa de Iroel Sánchez, quien le encargó una sala de poesía en la Feria del Libro de La Habana en La Cabaña. 

Y se lanza de clavado en la piscina al decir que cuando yo “paseaba por los recintos de la UNEAC”, él era “un poeta contestatario que dirigía el Monoroza”. Y he aquí mi obligación a responderle esta entrevista. Las veces que acudí a la UNEAC fue para lo único que servía: agencia de viaje o alguna novia que laboraba allí. No sé a cuáles paseos él se refiere, por lo que lo recibo como una calumnia, y esa mentira me lleva a tantas otras dichas aquí, que ya no le creo ninguna. Acudí raudo a buscar en Google el espacio Monoroza, y no encontré referente, lo que me salió fue una foto de Sicilia con un pulóver rojo, con el rostro del asesino Che Guevara y el escrito “hasta la victoria siempre”.

Luego, para amortiguar, dice una verdad, como que Camila Acosta y yo participamos (vía online), y hablamos de lo que quisimos. Eso es cierto, por supuesto, porque es la única manera en que acepto hablar. Como es cierto también que, si llega a ser honesto con todos, en mi caso y el de muchos, jamás hubiéramos participado. Me sentí engañado y usado. 

Avisa que tiene una amplia lista de invitados para la próxima edición de la Feria de Tampa “que no va a mencionar”. Ojo con esto, no vuelva a caer en el desliz. Dice que le gustaría verlos allí pero no con el dinero del “contribuyente”, y hasta en eso confluye con el discurso de la dictadura, que ataca a los opositores con esa palabrita. 

Mi deseo es que en la próxima enrumbe con la honestidad a cuesta e invite a sus oficialistas, pero a los abusados también; ya ellos decidirán si coincidir en ese espacio. Pudiera yo estar en su lista, pero que use ese espacio con otro, la dictadura me mantiene “regulado”, por lo que no me es permitido viajar, seguramente, como chantaje para que acepte una salida definitiva.   

El párrafo siguiente merece ser borrado de la historia de la humanidad. Demasiado pervertido en lo ideológico y manipulador. Se le sale el comisariado con desfachatez. Es impropio que Sicilia lo haya dicho y se daña a sí mismo. Las mismas manías del régimen de virar la tortilla y de haber cometido varios errores, se victimiza. 

Y le sigue otro párrafo con palabras vacías. Y pide un desagravio mío. Puede que ocurra en el campo de batalla o en un duelo, pero por ahora no lo obtendrá. Excesivo intimismo en sus respuestas donde jamás acepta una pequeña culpa. Hubiera sido tan de intelectual y humano reconocer que se equivocaron, al menos en esa parte. 

Y para terminar con broche de oro, dice “respetar el derecho de todos”, aunque no les avise a parte de sus invitados, con quiénes compartirán espacio, a eso dijo que era su derecho como organizador. Y como si quisiera terminar con una burla, invita a que se le unan para venir a liberar a Cuba. 

Me deja sin palabras y me hace creer que toda esta entrevista no ha sido más que una broma, una burla. Solo que no ha logrado sacarnos ni una pequeña sonrisa.

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