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Апрель
2024

La inteligencia artificial se cuela en las aulas para romper barreras contra la discapacidad

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Abc.es 
Las personas con discapacidad representan aproximadamente 1.000 millones en todo el planeta, es decir un 15% de la población mundial. Cerca del 80% de esta cifra total está en edad de trabajar, casi 800 millones de trabajadores pero no todos pueden hacerlo. Algunos de ellos por prescripción médica, otros por prejuicios o, directamente, por falta de oportunidades. En España, la tasa de paro en este colectivo ha caído del 26,2% de 2017 al 21,4% en 2022 (los últimos datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística), aunque la cifra es 8,6 puntos porcentuales superior a la cifra de personas sin discapacidad. Aunque su rendimiento es igual o mayor que el de muchas personas sin discapacidad, su incorporación sociolaboral se topa con muchas barreras culturales o profesionales. En muchos casos, la primera barrera aparece en las aulas. Sin embargo, estas se pueden derribar. Es el caso de Robert Rodríguez. A los 18 años, un accidente de tráfico y una lesión medular incompleta le cambiaron la vida. «Pero esto no ha sido un obstáculo para poder rehacerla», asegura. «Las personas que tenemos una discapacidad aprendemos a reconducir nuestras vidas solos», añade Gemma Isasi. Ambos han vuelto a las aulas y lo han hecho para poner la tecnología al servicio de las personas con discapacidad y, también, para «encarar la búsqueda de empleo con mayor seguridad», añade Sonia Trabado, compañera de Rodríguez e Isasi en las aulas de la Universidad de Málaga. Estos tres alumnos junto con casi una veintena más son capaces de poner la inteligencia artificial al servicio de las personas con discapacidad. «Todos los proyectos que hemos tenido este año tienen esta orientación», destaca Ezequiel López Rubio, codirector del curso. Durante 350 horas, con la ayuda de la Universidad de Málaga, la Fundación ONCE y el Samsung Innovation Campus (SIC), estos alumnos han aprendido lenguajes de programación para inteligencia artificial. «Son cursos de extensión universitaria y son de titulación oficial. Esta es la cuarta edición», explica López Rubio. Una promoción con un denominador común: son alumnos con alguna discapacidad. «No hemos tenido que adaptar los planes de estudio», recalca el codirector del curso. Aunque, estos tres alumnos aseguran que es necesario tener una base de matemáticas y estadística. Con esta formación, los alumnos son capaces de entender cómo funciona la inteligencia artificial y desarrollar herramientas para hacer la vida más fácil a los ciudadanos. «Es casi un curso universitario», advierte López Rubio. Además, «hemos demostrado que las personas con discapacidad no sólo pueden acceder a trabajos con baja cualificación; sino a cualquier tipo de empleo y estos alumnos son el mejor ejemplo de ello», añade Sabina Lobato, directora de Formación y Empleo, Operaciones y Estudios de Fundación ONCE . A la espera de encontrar un trabajo relacionado con esta formación, lo que ha despertado este programa es la curiosidad. «Yo lo soy desde que nací», señala Gemma Isasi. Eso ha llevado a esta profesora a estudiar Ciencias de la Computación. Pero a todos les ha incitado a saber más. A Sonia, por ejemplo, ese interés le ha llevado a seguir estudiando: «Me he matriculado en un Máster de Big Data y Data Science». Mientras Robert se está especializando en temas de agricultura 4.0 . «No hay que tener miedo», apunta. «Estamos muy orgullosos de haber contribuido a la mejora de conocimientos y habilidades que permiten ampliar las posibilidades de acceso al mercado laboral de las personas con discapacidad, especialmente cuando se trata de disciplinas tan de vanguardia como la Inteligencia Artificial», detalla Miguel Ángel Ruiz, Brand and Innovation Manager de Samsung Iberia . Tecnología sin discriminación Además de mejorar su currículum académico, la veintena de alumnos de esta promoción también cuenta, además de un diploma acreditativo de estos estudios, con un proyecto que presentar ante sus futuros empleadores y también como ayuda a la sociedad. A pesar de la protección normativa, la tecnología aún discrimina . «Somos el 10% de la población de España y nos sentimos olvidados», advierte Jesús Hernández-Galán, director de Accesibilidad e Innovación de Fundación ONCE. Muchas veces, el desarrollo de la tecnología no es del todo inclusivo como ha de ser. El proyecto que ha resultado ganador y elegido por Samsung permite descubrir si una imagen es verdadera o falsa, con el fin de evitar la suplantación de identidad en otros. Todos ellos tienen un objetivo de mejora social en el día a día de las personas con discapacidad. Por ejemplo «Inspector de Fruta» es una aplicación que ayuda a las personas con problemas de visión en la distinción de los tipos de fruta, ingredientes y aditivos en las etiquetas de productos como yogures y zumos. Por otro lado, «Detección temprana del Autismo» ayuda en el diagnóstico de niños con signos de autismo. «Nos enorgullece ver cómo Samsung Innovation Campus impulsa la capacitación tecnológica en todo tipo de perfiles para facilitar el futuro laboral de sus alumnos y al mismo tiempo, permite crear soluciones que mejoran la calidad de vida de las personas», añade Ruiz. Una asignatura pendiente La educación inclusiva de calidad es aún una asignatura pendiente en muchos centros educativos y se plasma en los informes y estadísticas nacionales. El último informe de Odismet, el Observatorio sobre mercado de trabajo y estadísticas para personas con discapacidad, revela que el 20,3% de los jóvenes con discapacidad abandonan los estudios de forma prematura frente al 9,8% de los jóvenes sin discapacidad. Al hablar de educación superior, sólo 3 de cada 10 consiguen un título universitario. «Estos datos, entre otros, ponen de manifiesto las dificultades que afronta el alumnado con discapacidad en el sistema educativo», concluye esta investigación.