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Март
2024

La lluvia terminó, pero aún quedan sus estropicios

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La lluvia terminó, los vientos se fueron aquietando, pero mucha de la gente que conoció sus peores consecuencias, sigue igual.

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LA HABANA, Cuba. – Los niños más pequeños quieren salir a jugar, quieren meter sus pies en esas aguas putrefactas y chapaletear, salpicar a los otros niños; para ellos son solo aguas, ellos no reconocen lo nocivo de esas aguas tan negras. Para los niños no existen las aguas albañales, para ellos el agua es solo agua, sin importar el color que tenga, y más si hace años que no van a la playa porque no hubo dinero para ir a la playa.

Los niños de ese solar quieren jugar con las aguas de la misma forma en que lo harían en el río de aguas claras, como lo harían a la orilla del mar. Hace ya unos días que cesaron las lluvias, hace unos días que el sol salió, pero aún permanecen los estropicios que dejara el mal tiempo, y para que no se olvide permanecen allí, en la realidad que quizá se haga memoria eterna.

Los niños de ese solar en el Cerro no olvidarán esas horas de tantas descargas eléctricas, de vientos fuertes e intensas lluvias. Los niños no saben mucho de desastres, no reconocen muy bien los desastres, no los entienden bien. Los niños no reconocen, como sí hacen sus padres, los peligros. Los niños no saben que las autoridades sanitarias debieron pasar por el solar siguiendo cada detalle de la “recuperación”.

 Los niños no saben que esas autoridades, en lugar de acompañarles, se estuvieron reuniendo con funcionarios de la Defensa Civil en despachos climatizados en los que trazaron estrategias que más parecen estratagemas. Los niños no saben que las autoridades los olvidan en medio del frescor de esos despachos climatizados. Los niños no entienden por qué los padres los toman en sus brazos para atravesar ese vendaval de aguas contaminadas.

Ellos esperaron las cámaras de televisión porque no reconocen aún que Miguel Díaz-Canel y sus secuaces solo van a los sitios a los que llegan las cámaras de televisión; a veces llegan juntos los jefes y las  cámaras, a veces llegan antes las cámaras y después los jefes, pero nunca llegan las cámaras después de que se han marchado los jefes, y es que hay una perfecta sincronía entre los jefes y las cámaras de televisión. Entre unos y otros hay una relación unívoca, una relación perfecta que intenta hacer notar el “arrojo” de los jefes y no tanto las angustias de los damnificados, y nunca las veleidades de los damnificados; y eso lo reconocen hasta las cámaras.

La lluvia terminó, los vientos se fueron aquietando y terminaron disipados, pero mucha de la gente que estuvo sufriendo, la que conoció las peores consecuencias, sigue igual. La gente imagina esas cochiqueras que deben ser ahora sus cisternas, y las autoridades aseguran que los camiones cisternas no alcanzan. Los niños del solar, que también son la esperanza, siguen recogidos en sus casas y sobre las camas, evitando el contacto con esas aguas que permanecen en el interior de algunas casas, y que siempre vuelve desafiando a la escoba, al haragán, desafiándolo todo. ¿Y los jefes? Bien, ¿y tú?

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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