Ricardo González, viaje al pasado de un artesano
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A Ricardo González lo pillamos repartiendo carteles con su nieto Jairo por la ciudad de Toledo. En ellos se anuncia la exposición que inaugurará el 4 de abril en el centro cívico de la Ronda de Buenavista. Allí, el público podrá disfrutar, hasta el 19, de una generosa selección de sus diseños, dibujos y grabados en acero acumulados durante casi siete décadas. Será más de un centenar de obras, en las que representa « artesanía con carácter toledano», afirma a sus 82 años y ante su «inminente retirada». Comenzó en esto siendo un niño, a los 12, aprendiendo el oficio con grabados al aguafuerte. Dos años después, tuvo la «suerte», recalca, de entrar en «la mejor fábrica de artesanía» de Toledo, Bermejo. Formó parte de una «gran plantilla» del grabado, dedicado a decorar armas y, sobre todo, sables de ejércitos internacionales. Sin embargo, al llegar a la dirección como encargado general, tuvo que dejar de lado su pasión. Pero aprovechaba su «escaso» tiempo libre para crear sus obras «a ratitos» . Ya jubilado, cuenta que ha realizado sus mejores trabajos, -«con mi firma y estilo», subraya-, en los que también han colaborado artesanos de otros gremios. «Como soy muy toledano», se define, la mayoría de sus obras tiene un denominador común: vistas panorámicas de su ciudad «hechas a mi manera» , como Frank Sinatra. «Mis trabajos están basados en estilos góticos, árabe y renacentista», resume este hombre locuaz. Ahora está «café con leche», se describe en tres palabras, porque está recuperándose de una caída, de una bronquitis y una ya lejana pancreatitis severa. Pero no pierde el sentido del humor: «Estuve jugando una partida al mus con san Pedro y me bajé». Como abuelo agradecido, dedica la exposición a su familia y a la de Bermejo, pero no se olvida de citar a su gran amigo y «colaborador en mis mejores obras», Alejandro Corrales. Y avisa al público : «No habrá nada a la venta».