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Март
2024

¿Cuál es el origen de la primera maquinilla de afeitar?

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Abc.es 
Etimológicamente barba procede del latín 'barga', que significa pelo en la cara, y del que derivan otras palabras como barbilla, barbudo o barbero. Por su parte, afeitar tiene su origen en el latín 'affectare', que significa arreglar, es decir, quien se afeita se embellece. La historia del afeitado es tan antigua como la propia humanidad, y es que ya en la época del hombre de Neandertal hemos encontrado, en las paredes de las cuevas, registros dibujados de personas afeitándose con cuchillos de pedernal, dientes de tiburón o almejas. Utensilios que bien podrían ser considerados las primeras navajas de la historia. Con la llegada de la Edad de Hierro, a partir del 1100 a. de C., el hombre prehistórico consiguió fabricar mejores herramientas para el afeitado y pudo enviar definitivamente al rincón del olvido las conchas y los dientes de tiburón. La primera navaja de afeitar fue egipcia Más adelante, en la civilización mesopotámica, los sumerios y los babilónicos desarrollarían unas rudimentarias versiones de crema de afeitado en las que se incluirían una mezcla de grasa de animal y ceniza de madera, con la cual embadurnarían la piel de la cara. Pero, al parecer, fue en el Antiguo Egipto en donde apareció la primera navaja, hace ahora más de seis mil años. Inicialmente estuvieron fabricadas a partir de oro y, más adelante de cobre, objetos con los que la nobleza egipcia se rapaba el cuero cabelludo. Sabemos, además, que los sacerdotes egipcios se afeitaban el cuerpo cada tres días, ya que el pelo estaba asociado a la impureza. Por otra parte, cuando un egipcio fallecía solía ser enterrado con su colección de navajas de afeitar, ya que se pensaba que en el más allá una cara afeitada realzaría aún más la categoría social. Con la llegada de la cultura helénica, hindú y romana la situación no solo no cambió, sino que el afeitado se convirtió en una práctica común. Sabemos que en cierta ocasión Alejandro Magno ordenó a su ejército que se afeitara para que el enemigo no pudiera decapitarlos cogiéndoles de la barba, que los hindúes se afeitaban además el torso y el pubis, y que los legionarios romanos usaban la piedra pómez para rasurarse la barba. Desde el siglo II hasta bien entrado el siglo XVII la barba se puso de moda. Fue el emperador Adriano (76-138) quien la popularizó, tal y como podemos ver en la estatuaria de la época. El rasurado permite ajustar las máscaras antigás Hasta bien entrado el siglo XX era muy frecuente que los hombres acudiesen a un barbero para ser afeitados, únicamente los más afortunados eran visitados por el profesional en su domicilio. También había otros, los más osados, que se afeitaban ellos mismo, muchas veces con navajas mal afiladas, que les provocaban cortes, heridas e infecciones. Un empresario estadounidense –King Camp Gillette- cansado de llevar la cara llena de rasguños, debido a que tenía que viajar continuamente para atender sus negocios y no podía perder tiempo en ir a la barbería, decidió idear una cuchilla afiladas que pudiese ser desechada y reemplazada por otra sin necesidad de afilarla. Corría el año 1904 cuando Gillette presentó el proyecto en la oficina de patentes. Aquella primera máquina de afeitar era muy sencilla, constaba de dos piezas con una hoja fina, resistente y afilada de doble fino, que estaba unida a un mango reutilizable. De una forma tímida aquel invento se fue introduciendo en los hogares estadounidenses Pero el gran éxito no llegaría hasta la Primera Guerra Mundial, ya que la barba impedía que las máscaras antigás se ajustasen adecuadamente. Sabemos que solamente el gobierno de Estados Unidos compró cuatro millones de maquinillas y 32 millones de cuchillas para sus soldados. Las brochas eran otro peligro Hasta aquel momento las brochas de afeitado estaban fabricadas de pelo de tejón, caballo o jabalí, siendo las primeras las más apreciadas debido a su capacidad para retener mejor el agua para el afeitado. Sin embargo, el suministro desde Rusia durante la Primera Guerra se vio interrumpido, lo cual obligó a aumentar la fabricación de brochas con pelo de caballo, eso sí, sin las suficientes garantías de limpieza e higiene. La consecuencia fue la aparición de algunos casos de carbunco en 1915 en Inglaterra, Irlanda y algunas ciudades de Estados Unidos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Hallan una reserva de 600.000 millones de litros de agua en la Luna noticia No Un gen controla cómo las mariposas eligen pareja de un vistazo En 1960 se produjo el siguiente gran avance en la historia del afeitado, cuando el ciudadano medio tuvo a su alcance hojas de acero inoxidable que podían utilizarse más de una vez, una medida que redujo el coste del afeitado. Aquellas primeras hojas fueron fabricadas por la compañía Wilkinson.