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Март
2024

El problema del agua es el AyA

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La historia de los pueblos es equiparable a una enfermedad sin vacunas si no se conoce, similar a un profesor que nunca logró enseñar correctamente a sus alumnos: una secuencia de repeticiones, recaídas febriles y fracasos en los exámenes que nos impone el devenir del tiempo.

Como afirmó el filósofo Ruiz de Santayana, al ignorarla, tendemos a repetir los mismos errores cada cierto número de generaciones, pero raramente replicamos sus aciertos.

Por consiguiente, tanto los grandes imperios de la antigüedad como los de la modernidad, así como incluso las instituciones más irrelevantes de un país como el nuestro, terminan por desmoronarse, implosionar, sumirse en sus propias miserias y dejar de existir.

El problema del agua en Costa Rica, por ende, no radica en el agua misma, sino en la gestión de los recursos hídricos. Esta afirmación ha sido repetida hasta la saciedad por diversos sectores de la sociedad y es de conocimiento público.

Problema interno del AyA

El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) se encuentra en un proceso de implosión a causa de sus culpas históricas.

De aquella institución que alguna vez ostentó un prestigio notable, responsable de proyectos como el acueducto de Orosi, la planta de tratamiento de Tres Ríos, el campo de pozos de La Valencia o los túneles en el puente de Mulas, apenas queda la sombra de su antigua grandeza.

De manera simple y directa, el AyA ha dejado de cumplir con la tarea encomendada por su ley fundacional, dividiendo su responsabilidad al transferir su labor a las Administradoras de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Sanitarios (Asadas), bajo el pretexto injustificado de democratizar el abastecimiento de agua.

Se observa una marcada desidia, falta de iniciativa y una búsqueda constante de excusas, como la escasez de lluvias el invierno pasado, el fenómeno de El Niño o La Niña, o la falta de recursos económicos.

Es probable que la falta de conocimiento de sus principales funcionarios sobre la historia de la institución sea la causa de la repetición del ciclo de declive, la falta de suministro de agua en las barriadas de San José y la escasa preocupación por la salud del pueblo, que en el pasado se benefició de sus glorias.

El problema del agua en Costa Rica no reside en su disponibilidad, ya que contamos con recursos en las aguas superficiales de los montes que generan microclimas húmedos en Tapantí y el flanco norte de la Cordillera Volcánica Central.

Lo único necesario es realizar las obras para llevar esos recursos hacia la populosa y sedienta área metropolitana. Esta tarea es factible y no es tan complicada, ya que existen varias propuestas en este sentido.

Aunque es cierto que requiere inversión, el costo es mucho menor que el necesario para la exploración de hidrocarburos. Sin embargo, por alguna razón que no alcanzo a comprender, esta acción no se lleva a cabo.

Infraestructura urgente

Es urgente proporcionar agua a la población, más urgente que proyectos como un aeropuerto en Orotina, una ampliación de la ruta 27 a seis carriles, la finalización de la carretera a San Carlos o incluso más urgente que el hospital de Cartago.

¿Para qué construir obras si no hay agua? ¿Para qué invertir en infraestructuras si no podemos garantizar un suministro adecuado de agua potable?

Además, las aguas subterráneas no están directamente expuestas al cambio climático ni a fenómenos climáticos a corto plazo. Los acuíferos creados por obras pasadas del AyA, como los pozos de La Valencia o los túneles del puente de Mulas, se infiltraron hace décadas.

Actualmente, consumimos el agua que se infiltró hace más de cinco décadas en las montañas del este de la Cordillera Volcánica Central. Por lo tanto, afirmar que las aguas subterráneas disminuyen este año debido a la menor cantidad de lluvias del año pasado es falso.

¿Qué acciones deberíamos emprender como pueblo, sin depender del gobierno, que ha demostrado ser incompetente, para transformar al AyA en una institución como el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado?

¿Cómo podemos infundir mística y orgullo en los profesionales del AyA y en aquellos que dirigen la institución? ¿Cómo podemos restaurar el sentido de responsabilidad hacia el pueblo y su salud?

Si encontramos la fórmula mágica, no solo saciaremos nuestra sed, sino que también reduciremos las largas filas y listas de espera en hospitales abrumados por enfermos que consumieron agua de mala calidad y en constante deterioro en términos de cantidad y pureza.

rprotti@geotestcr.com

El autor es geólogo, consultor privado en hidrogeología y geotecnia desde hace 40 años. Ha publicado artículos en la Revista Geológica de América Central y en la del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH).