Ramón Ybarra o la elegancia del detalle

Me anega la tristeza al escribir la elegía de mi querido Ramón Ybarra Valdenebro, porque hace casi veinte años le dediqué una esquela literaria a su padre, el gran Ramón Ybarra Llosent. Si en 2006 resalté la homérica hospitalidad de aquel anfitrión memorable que fue Ramón Ybarra Llosent, del hijo quiero destacar el homérico amor por su padre y su familia, pues Ramón Ybarra Valdenebro siempre me recordó a Eneas llevando amoroso el peso de Anquises. Cuando el amor es el principal estandarte de una familia, hasta una fatalidad la inspira y la fortalece. ¿Cuántas veces, Ramón, dijimos: «tenemos que vernos»? En la vorágine de nuestros mutuos quehaceres, nunca encontramos ocasión calma para encontrarnos. Sin embargo, a pesar de vivir... Ver Más