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Март
2024

Cinco obras inmortales de Javier Massats, el fotógrafo de la ironía

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Se trataba de una de las grandes miradas de la fotografía española del siglo XX. Ramón Massats ha fallecido a los 92 años dejando una obra que pasa a la historia como el gran renovador de la fotografía documental. Entre sus muchísimas obras, algunas destacan por su valor icónico como reflejo de la sociedad española, con realismo e ironía.

Sin duda, la fotografía que le ha hecho reconocible para todos es el famoso "gol de los seminaristas", una imagen que Massats tomó en el instante preciso en un lugar insólito. Titulada "Seminario de Madrid (1960)" es una de esas fotografías inesperadas que captan, con tanta pericia como azar, un instante único. Aunque Massats reconoció que "odiaba" la imagen porque "todos la quieren comprar", se trata de una obra maestra por su capacidad de sorprender y su fuerza expresiva.

Entre 1957 y 1960, poco tiempo después de que Henri Cartier Bresson fuese a las fiestas de San Fermín, Massats llegó a Pamplona con una Leica y una Pentax y captó ese universo en blanco y negro con una composición severa y rotunda. Un trabajo histórico que significó un hito en la fotografía española.

En 1961, Massats se coló en el gran rodaje de "El Cid", la película que rodó Charlton Heston en Madrid con todo el aparato de Hollywood. Massats presenció momentos de descanso de las estrellas, los rostros de los extras españoles y todos los claroscuros de la gran industria de Hollywood imprimiéndose sobre la España de posguerra. También documentó "La Caída del Imperio Romano" y "55 Días en Pekín", trabajos por los que obtuvo premios internacionales.

Sin embargo, sus mejores obras son las que retratan la vida cotidiana en una España que ya se ha perdido. Escenas de interior y de exterior de costumbres que nos parecen lejanas y que retratan a la perfección la historia de este país. se trata de sus viajes por España, por el rural, donde retrata por igual la sordidez y la pobreza y la honradez y la humildad de un pueblo que lo ha sufrido todo.

Otra de sus grandes series fue la que realizó en el Museo del Prado, donde pudo reflejar el contraste de una vida urbana y sus paseantes con las grandes obras de la pintura universal. En 1963 lleva a cabo una serie de trabajos en las galerías del museo que luego retomará en 1965 para una serie documental llamado "Prado vivo" que retrataba una jornada habitual, entre la apertura y el cierre del museo.