'American Fiction', la inteligente sátira sobre el racismo nominada al Oscar que no verás en cines
Rápido, piensen en películas que hablen sobre la experiencia de ser negro. Seguramente les hayan venido a la cabeza nombres como Haz lo que debas, 12 años de esclavitud, Precious… A Google le pasa lo mismo. Si uno busca los resultados que aparecen son ’15 películas sobre el racismo y la opresión’ y similares en las primeras posiciones. Esclavitud, crímenes, tragedias… ¿es esa la experiencia de ser negro? Evidentemente, sí. Es muy importante que el cine y la literatura cuenten todo el horror y las consecuencias de la violencia ejercida tanto por el sistema esclavista como por el sistema capitalista contra ellos. Una violencia que siguen viviendo. Solo hay que ver la violencia policial que sufren y la discriminación económica.
Pero el relato no puede quedarse solo en eso, ¿qué imagen se da o perpetúa contando solo un lado de las historias?, ¿habría que empezar a contar otras aristas? Todo eso es lo que se pregunta American Fiction, la inteligente sátira que ha realizado Cord Jefferson adaptando la novela de Percival Everett y que cuenta con cinco nominaciones a los Oscar, entre ellas Mejor película y guion adaptado, donde se coloca como la favorita en todas las quinielas (por encima de Barbie). Lo que hace Jefferson es poner el foco donde nadie lo está poniendo. A través de la vida de un escritor negro, impecable Jeffrey Wright, radiografía el progresismo y la industria cultural actual.
Su protagonista es un escritor negro que no escribe sobre el drama de ser negro. ¿El resultado? Sus libros no tienen tanto éxito porque las editoriales y los premios, liderados por gente blanca, quieren que sean “más negros”. La película se pregunta qué significa que algo sea negro, si lo único que quiere el mercado cultural es explotar la tragedia y el drama de comunidades infrarrepresentadas e históricamente atacadas para sacar dinero. Los lectores, los editores y los espectadores lo que quieren es lavar su culpa blanca, y ello se hace hablando desde el trauma y la tragedia.
La fina sátira de American Fiction puede hacer que haya gente que entienda esta película como una crítica a lo woke y la cultura de la cancelación, pero a donde realmente apunta es al racismo estructural que también está en forma de salvadores blancos. Hay racismo si lo único que quieres es explotar un lado de sus vidas y no quieres escuchar, ver o leer el otro. No quieren ver reír, ver vivir, ni ver follar a la comunidad negra en la ficción, quieren lavar su conciencia y seguir con sus vidas como si no pasara nada.
El escritor del filme, Monk, harto de esta situación, escribe una novela paródica sobre lo que se espera de su experiencia como hombre negro. “Padres ausentes, raperos, crack y una muerte por un poli”, como le dice a su editor. Lo publican con seudónimo como una broma… y oh, sorpresa, la broma cala. “Los blancos no quieren la verdad, solo quieren la absolución”, dice su editor en una de las muchas frases que habría que apuntar del filme. ¿Todavía no lo creen? Busquen las películas protagonizadas por negros que han ganado el Oscar al mejor filme. 12 años de esclavitud, Moonlight y el colmo, Green Book. Otro de los aciertos de American Fiction es que tampoco salva a su personaje. Él es un negro privilegiado que desprecia el resto de historias, como si en vez de convivir solo debieran prevalecer su punto de vista.
La misma crítica se hacía en el documental Disclosure, centrado en la transexualidad. La imagen dada por las películas solo se ceñía a dos historias, películas donde se mofaban o se mostraba la transexualidad como algo monstruoso; o aquellas donde había una representación más fidedigna pero donde se centraban en el drama, el trauma, o incluso el asesinato. Lo que decía aquel documental es que si no se contaban historias positivas, optimistas y luminosas, las nuevas generaciones iban a tener miedo, porque iban a pensar que su destino era terminar como el personaje de Hillary Swank en Boy’s don’t cry. El optimismo como algo revolucionario y como forma de construir nuevos relatos.
Quizás la mejor comprobación de que la película de Cord Jefferson tiene razón está en que American Fiction va a ser la única película nominada al Oscar que no ha pasado por salas de cine españolas. Hasta el Maestro de Netflix ha tenido un estreno limitado en unos cuantos cines, mientras que la sátira que dice que los espectadores solo quieren tragedias ha sido condenada a un espacio en Prime Video. Se ha estrenado de tapadillo, y casi como guiño a los completistas de los premios que quieren ver todas las nominadas cada año.
Es curioso que en el año donde más se ha luchado por la vuelta a las salas, donde Barbie y Oppenheimer han logrado devolver a los Oscar al público y volver a hacer realidad ese cliché que decía que antes las películas más taquilleras eran las que arrasaban en los premios, haya una obra entre las diez finalistas que no se estrene en salas españolas. En EEUU el filme ha recaudado más de 20 millones de dólares, más que otras nominadas que aquí sí han logrado un estreno convencional. Pero parece que todavía se piensa que las vidas negras que no están marcadas por la tragedia y el drama importan menos (al público) que las otras. American Fiction tenía razón, y esta es la prueba definitiva.