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Март
2024

El cardenal Osoro se queda sin su voto tres días antes de las elecciones en la Conferencia Episcopal

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Abc.es 
Que el cardenal Cobo sustituyera a Osoro como ordinario de para los fieles católicos orientales residentes en España era cuestión de tiempo. Lo extraño era que no hubiera ocurrido ya en junio, cuando se anunció que el Papa había decidido que auxiliar de Madrid pasara a suceder a su arzobispo y mentor, al frente de la diócesis madrileña. Sin embargo, aquel olvido -intencionado o no- permitió que Osoro, a pesar de ser emérito de Madrid, permaneciera como obispo en activo dentro de la Conferencia como responsable del Ordinariato, equiparable a efectos jurídicos a una diócesis no territorial. Estar en activo implicaba que retuviera la vicepresidencia hasta el final del mandato, en principio, el próximo martes, cuando según lo previsto se elegirá a la nueva cúpula directiva. También que tuviera derecho a voto en ese proceso electoral. De hecho, en el briefing en que este jueves la Conferencia Episcopal explicaba las elecciones, se contaba con su participación como elector, 79 en total, aunque dada su edad, por encima de los 75 años, no podía ser candidato a ninguno de los cargos de responsabilidad. Sin embargo, el boletín de la sala de prensa de la Santa Sede de este viernes anunciaba, a las 12 del mediodía como es habitual, que el Santo Padre aceptaba la renuncia de Osoro al frente del ordinariato, y nombraba al cardenal José Cono como nuevo responsable de los fieles católicos de rito oriental en España. El nombramiento de Papa, que tiene efectos inmediatos, también tenía otra consecuencia, Osoro pasa a ser emérito y pierde su derecho al voto, al igual que la vicepresidencia , que de forma provisional y hasta que el martes sea elegida la nueva cúpula, ocupará el prelado dentro de la Comisión Ejecutiva más antiguo por ordenación episcopal, en este caso el obispo de Málaga Jesús Catalá. Noticias Relacionadas estandar Si El cardenal Cobo se descuelga de la carrera por la presidencia de los obispos José Ramón Navarro-Pareja estandar Si Argüello y Cobo, la silenciosa batalla para presidir a los obispos José Ramón Navarro-Pareja El movimiento, que en cualquier otro contexto hubiera pasado desapercibido, sorprendía al producirse justo tres días antes del inicio de la Asamblea Plenaria y por el aparente desaire que suponía para el cardenal Osoro, que finaliza de forma abrupta su carrera activa en la Conferencia Episcopal. De hecho, nada más conocerse el nombramiento, desde el arzobispado de Madrid se aprestaban a decir que el deseo del cardenal Cobo -que pertenece al Dicasterio para los Obispos aunque el nombramiento del ordinariato corresponde al de las Iglesia Orientales- era que el anuncio se hiciera después de la Plenaria, y achacaban a la nunciatura de decisión de haberlo hecho público este viernes. De hecho, en un párrafo añadido posteriormente a la nota con que el arzobispado de Madrid daba a conocer la, se especificaba que «el nombramiento al respecto por parte del Sumo Pontífice, que en el caso del cardenal Cobo, tuvo lugar en el mes de diciembre de 2023» y que «en el día de hoy, el Dicasterio para las Iglesias Orientales ha hecho público a través de la Nunciatura Apostólica el nombramiento que el Santo Padre había dado en diciembre generando automáticamente la incorporación de este servicio», del cardenal Cobo y el paso a emérito de Osoro. Sin embargo, el hecho de que el nombramiento también haya sido anunciado por la Santa Sede a la misma hora, parece descartar una acción unilateral de la nunciatura . A ello se suma otra circunstancia, el nuncio, Bernardito Auza, se encuentra fuera de España por razones familiares. De hecho, no estará presente en la sesión de apertura de la Asamblea Plenaria, el próximo lunes, en la que será sustituido por el consejero de la nunciatura monseñor Roman Walczak, que leerá el tradicional mensaje a los obispos con el saludo del Santo Padre. Decreto excepcional de prórroga para una semana Lo extraño de la situación, y la pregunta en el aire de porqué se había hecho el nombramiento en una fecha tan concreta, llevó al arzobispado de Madrid a añadir en su comunicado que «el cardenal Cobo, consciente de que esta decisión generaba el efecto de que el arzobispo emérito de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, perdía la condición de Vicepresidente de la CEE —este cargo lo seguía ocupando tanto en cuanto ostentaba aún la figura del Ordinariato en nuestro país— por su expreso deseo, ha solicitado al Dicasterio en cuestión la posibilidad de emitir un decreto que, de manera excepcional, prorrogara durante una semana esta consideración para que así el cardenal Osoro participe como vicepresidente de la CEE en la Asamblea Plenaria que se celebrará del 4 al 8 de marzo en la sede de Añastro». Un aspecto que reforzaba la creencia de quienes piensan que el anuncio del nombramiento este viernes, y el paso a emérito de Osoro, estaba muy vinculado a que perdiera su voto de cara a las elecciones que los obispos vivirán esta próxima semana. Intentar averiguar las razones, y, sobre todo, de quien ha sido la idea final es tarea casi imposible y sólo permite un acercamiento especulativo aplicar la expresión latina habitualmente aplicada en criminalística: 'Cui prodest', ¿A quién beneficia? Quizás tampoco sea posible conocer el posible sentido final del hipotético voto de Osoro, pero sí hacia quien no iría dirigido, para lo que conviene recordar lo ocurrido en los últimos meses. Solo y traicionado por su entorno Osoro nunca ha asimilado la decisión del Papa de adelantar la aceptación de su renuncia y nombrar a Cobo como su sucesor. Pese a haber presentado su renuncia al cumplir los 75 años, Osoro había dejado claro a su entorno que Francisco le había prometido una prórroga hasta los 80, como ya había hecho con el cardenal Blázquez, y parece hacer ahora con Omella. Sin embargo, la promesa se incumplió y, además, su sucesor no fue de su agrado. Es cierto que era el propio Osoro quien había promocionado a Cobo, primero dándole cargos en el arzobispado, y después insistiendo en su nombramiento como obispo auxiliar, aunque no contaba con todos los informes favorables. Sin embargo, en los últimos meses, la situación se torció . A Roma llegaron rumores de que un deterioro progresivo de sus facultades mentales impedía a continuar al frente de la diócesis, que además pasaba por un momento complejo, con el caso fundaciones totalmente judicializado. Frente a ello emergió, casi de repente, la figura de Cobo, que había llegado al Vaticano y al entorno del Papa de la mano de Osoro, precisamente para estudiar las acciones de la diócesis en el conflicto de las fundaciones. A partir de ese momento, Osoro se ha sentido solo y traicionado por su entorno, por lo que no parece que su afinidad a la hora de elegir, pueda ir en esa línea. Desde un primer momento, el círculo más cercano a Osoro, cada vez más exiguo , intentó vender la imagen de que había sido el propio cardenal quien había pedido al Papa que adelantara su jubilación, una idea que se vino abajo, cuando el «olvido» de su renuncia al ordinariato le permitió aferrarse a la vicepresidencia y prolongar su tiempo como obispo en activo. En estos momentos, la mayor parte de las apuestas apuntan al nombre del arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, como futuro presidente, un hombre con el que Osoro ha compartido cuatro años en la cúpula episcopal , el primero como secretario general y el segundo como vicepresidente. Es precisamente en este cargo, en el que hoy ha cesado Osoro, en el que hay más dudas sobre los nombres. Por un lado, el sector más progresista señala precisamente a Cobo o, si este finalmente decide retirarse de cualquier elección (algo no todos dan por seguro) el obispo de Bilbao, Joseba Segura. Desde la otra sensibilidad, son varios los nombres que se apuntan. Por un lado, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, aúna un amplio y diversificado respaldo , por lo que podría complementar el tándem con Argüello. Es joven, 58 años, y tiene por delante una prometedora carrera en la que la que esta vicepresidencia le podría aportar una importante experiencia con vista a cargos mayores. El principal escollo para alcanzar la mayoría viene paradójicamente, de un sector que le ve con buenos ojos. Si los obispos más conservadores perseveran en el empeño de aupar a la vicepresidencia al arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, para quien sería su última oportunidad, dividiría el posible voto a Iceta y podría propiciar que aflorara un tercer candidato. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Los obispos se juegan mucho noticia Si La fulgurante carrera de José Cobo, el nuevo arzobispo de Madrid En este complejo juego es donde el voto perdido de Osoro -y reclamado al Vaticano en una insólita petición de Cobo de la que no hay respuesta- puede resultar decisivo. ¿Cuál hubiera sido? 'Cui prodest'.