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2024

Baby Lores: “Me prometí que no tocaría en Cuba hasta que fuera libre”

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Baby Lores: “Me prometí que no tocaría en Cuba hasta que fuera libre”

Uno de los focos de controversia más grandes alrededor de Baby Lores, fue un tatuaje del dictador Fidel Castro que Lores llevó en la piel

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AREQUIPA, Perú – Baby Lores considera que el mensaje de la música urbana de hoy es como una carretera con muchos baches. El artista, sentado en su academia BL Music & Art Company, comentó a CubaNet sobre este y otros temas relacionados con su vida personal, pensamiento político y hasta su comida favorita.

Yoandy Lores González nació en Cienfuegos y provenía de una familia “pobre”, como a él le gusta distinguir, pues cree que existe una clara diferencia entre la humildad y la pobreza. Durante su niñez, su ambiente también era disfuncional, lo que desembocó en muchos “problemas de conducta” y tropiezos escolares.

Fue un niño “muy subestimado”. En los 90, un equipo de captación visitó su aula, interesado en alumnos con aptitudes para la escuela de arte. El pequeño Yoandy fue de los primeros en levantar la mano para participar. Sin embargo, su maestra (o quizás el estigma) fue todavía más veloz en descartarlo. “A todos menos a él”, dijo la profesora.

Aquel momento marcó al niño y, en consecuencia, al adulto. “Fue muy difícil para mí. Todo se me hizo muy duro”, cuenta Lores, quien eventualmente, pese a obstáculos como aquel, se convirtió en un conocedor de varios instrumentos como la guitarra y el piano.

Sus destrezas le sirvieron una vez que abandonó su ciudad natal y se fue a La Habana, donde antes de saltar a la fama con el Clan 537, labró una reputación como arreglista, compositor e instrumentista. Fue en la capital de la Isla donde nace Baby Lores, la figura que pegó una cachetada con guante blanco a todos sus antiguos detractores.

Una carretera con baches

Unió fuerzas con el Insurrecto, otro artista urbano emergente, surge el Clan 537 y sin querer (queriendo) cambiaron el panorama de la música urbana de los 2000. Legó el reconocimiento y la popularidad. Ayudó entonces a cementar ese camino que actualmente considera lleno de agujeros.

“Lo digo sobre el contexto del mensaje que se está dando. Aunque es música urbana y siempre ha sido, la palabra lo dice todo, de la calle, bien urbano, bien fuerte, bien directo, creo que es demasiado explícito lo que se está haciendo hoy en día”, dice Baby Lores.

“Siento que los temas que se están lanzando de la nueva generación son temas muy rápidos, que a los tres meses ya la gente no lo recuerda (…) casi ninguno dice nada. Yo pongo de ejemplo mi canción La mujer del pelotero. Es un tema que tiene doble sentido y de alguna manera homenajea al Guayabero, un artista que identifica lo que somos. Decía muchas cosas, pero no ofendía a nadie. Los adultos podían entender perfectamente por donde venía el cuento y los niños la podían cantar y disfrutar también de una manera inocente. Ahora me preocupa cuando voy a una fiesta con mis hijos que son adolescentes y ponen canciones actuales, porque es demasiado explícito”.

Baby Lores en la academia. Foto: CubaNet

Algo que caracteriza a Lores es su bagaje de conocimientos musicales. Es un artista urbano con formación y estima por la música cubana como la timba y el son, junto a otros géneros internacionales como el jazz. Ello, combinado con su astucia en la composición, lo convirtieron en una doble amenaza en la escena de la Isla. Si el entonces incipiente reguetón hubiese sido un empleo, podría decirse que él estaba, en varios aspectos, sobrecalificado para esa posición.

Piezas como Chica Modelo, Tatuaje, Déjala ir o Efí Efó alcanzaron gran popularidad en Cuba a principios de siglo. En poco tiempo, El Clan 537 se encontraba entre lo más escuchado, llenando conciertos y en el foco del público. No era de extrañar entonces que la repentina separación del grupo sorprendiera a todos sus seguidores.

Lores ratificó a este diario que la ruptura no fue provocada por problemas personales con el Insurrecto, y señaló que este tipo de situaciones la mayoría de veces están relacionadas al equipo que rodea a los artistas.

“Sobre todo cuando hay juventud y poca experiencia”, enfatiza. “En el arte se mueven muchos intereses, por eso yo siempre le digo a los muchachos nuevos que escojan bien su equipo, porque un buen manager puede salvar la carrera de un artista o la puede destruir, o un buen productor, el equipo en general”.

“Lo que sucedió con Baby Lores y el Insurrecto es que no había ninguna comunicación como la existente hoy. Habíamos logrado la popularidad, supuestamente la gente veía un dúo, pero detrás de cámara había otra realidad, nosotros no teníamos una relación de hermandad o como seres humanos. Tocábamos y cada cual para su lugar. Hubo mucha contaminación por parte del equipo, muchos intereses separados que fue lo que a mi entender hizo que el dúo se desintegrara”.

El Fantasma del Éxito

Curiosamente, 20 años después, el Clan 537 está de vuelta en los escenarios con nueva música. Y no están solos, el fantasma del éxito de tiempos pasados es una presencia que gravita alrededor del grupo.

“Tiene una cosa buena y otra que quizás no tanto. Lo bueno es que tenemos un público fiel, tenemos un legado, un nombre. Lo malo es que estamos luchando contra eso, en el sentido de que esa generación nos marcó tanto con esas canciones, que no importa cuantas hagamos nuevas ahora, cuando vamos al concierto la gente quiere escuchar las mismas. La Caperucita, Lágrimas, podría mencionarte un montón de temas”.

“Estamos haciendo buena música, pero es difícil superarnos, no sé cómo vamos a lidiar con eso. Hemos intentado cambiar un poco los estilos, modernizarnos, hacer un poco lo que está en tendencia. No funciona. La gente quiere nuestra sonoridad, y también es bueno porque el Clan es una agrupación que no se parece a ninguna, tiene un estilo, un sonido, una manera de interpretar canciones, de escribir las letras”.

Para ser música urbana, Lores considera un orgullo el hecho que dos décadas después, todavía sus canciones sigan en la preferencia del público. Le resulta también entrañable la manera en que tantos sentimientos de nostalgia están ligados a sus composiciones.

“Cuando nosotros cantamos estas canciones podemos sentir al público, sobre todo, que está fuera de Cuba, la añoranza de la gente. Ellos reviven la adolescencia, la niñez”.

Y es que Baby Lores la última vez que estuvo en la Isla fue hace unos seis años. Ahora vive en Miami, Estados Unidos, luego de pasar un tiempo en Europa, particularmente en Portugal. Durante esa etapa, si bien sus seguidores cubanos pensaron que se había retirado de la música, el artista cuenta que en realidad fue un momento productivo.

En Portugal, el cantante continuó desarrollándose profesionalmente, colocando varios temas en telenovelas, reality shows y hasta en los conciertos de Luis Fonsi, a quien sirvió de telonero.

El despertar de Baby Lores

Por esos años también empezó a hacer sus presentaciones en Estados Unidos, lo cual fue “bastante polémico”, reconoce, por su otrora postura política a favor del régimen cubano y sus líderes. De hecho, uno de los focos de controversia más grandes alrededor de su carrera, fue un tatuaje del dictador Fidel Castro que Lores llevó en la piel por algún tiempo.

Baby Lores con su antiguo tatuaje
Foto: tomada de Cubadebate

“Yo nací en una familia donde mi papá es militar, mi abuelo paterno peleó en Girón y el materno alfabetizaba en la Sierra. Fui parte de una agrupación infantil que todo el mundo conoce, era la preferida de Fidel Castro, la Ismaelillo”.

Al evocar su infancia en Cuba y el feroz adoctrinamiento por parte de familia y escuela, Lores confiesa haberse sentido orgulloso por lograr a temprana edad la aprobación de sus seres queridos, muy involucrados con el proceso castrista. El polémico tatuaje parecía coherente.

“Puedo decir que verdaderamente lo hice porque en ese momento sentía que estaba haciendo lo correcto. Quizás fui un poco loco, demasiado atrevido. Tenía veintipico de años. Desde pequeño para mi Fidel era una figura, el salvador, era como el Jesús de nosotros”.

En medio de las precariedades de su infancia, el artista recuerda que hasta eso le enseñaron a agradecerle al fallecido dictador.

“Nos enseñaban fotos de los niños de África y nos decían que los de Estados Unidos se morían en las calles, que si no tenían dinero en el hospital no los atendían. No había redes sociales, no había prensa, tú no podías comparar. En mi tiempo lo que tu escuchabas era lo que te decía la escuela, el noticiero y la radio, que siempre era lo mismo”.

A Baby Lores le tomó tiempo aceptar que todo la doctrina marxista y comunista del Gobierno cubano era apenas un discurso hueco, una fachada de cara a la galería. La adoración al líder y el culto a su personalidad, tan sólo una de tantas asignaturas en la carrera ideológica de la Revolución castrista.

“Cuesta creer que nunca hubo un sentimiento”, dice el cantante. Su despertar político no solo requirió años, sino que en el camino perdió mucho público y hasta amistades. “Me veían como un traidor”.

Escuchar los testimonios al salir de la Isla, según dice, fue el detonante de su maduración política. Confiesa que vivió en una burbuja estando en Cuba y agradece al exilio de Estados Unidos por compartir sus historias y ayudarle a abrir los ojos.

Llegó un momento, estando en Portugal, en que pensaba a diario en la imagen en su piel, se “sentía incómodo” llevando una figura que provocó “el sufrimiento de tanta gente”. Lores describe el acto de quitarse el tatuaje con alivio. “La verdad es que cuando lo hice, pude dormir tranquilo”, agrega.

El regreso a Cuba

“Cuando estas marea’o, o estás confundido, adoctrinado, estás inocente por decirlo de alguna manera, pero ya después que tú sabes lo que está pasando… No podía seguir apoyando eso. Y sucede mucho en Cuba. Hay personas que ya tienen una edad, que se han metido la vida entera defendiendo el sistema, y aunque hoy por hoy están convencidos de que no funciona, que es dictatorial, asesino, genocida, no cambian porque piensan «¿a esta altura?». Lo he visto en familiares míos. Lo que pasa es que como fuimos cómplices, a veces nos cuesta trabajo reconocerlo”.

Al hablar sobre las históricas protestas del 11 y 12 de julio del 2021 en la Isla, cuando el pueblo se manifestó en casi todas las provincias del país a gritos de “¡Libertad!”, Lores comparte una resolución con CubaNet. “Me prometí a mí mismo que no iba a tocar más en Cuba hasta que fuera libre”.

En ese sentido, el artista asegura que no quiere aportar “otro grano de arena” a la dictadura, y si algún día visitara al país sería por algún tema personal o familiar muy fuerte.

Encontrando la Fe

Baby Lores se considera un hombre “muy religioso” y “espiritual”, una vocación de muchas ramas. Menciona “el más allá”, “eso que no se vé” y nos habla de una búsqueda de “la verdad” que lo han llevado a experimentar “un montón de cosas”, credos incluidos.

“He sido muy intenso con eso. En nuestra cultura tener una virgencita, con un tabaco y una vela detrás de la puerta, eso es normal (…) Pasé por el espiritismo, por el palo, me hice santo, le hice santo a todos mis hijos, a mi mamá, a mi esposa, después hice Ifá. Todo estaba bien, pero siempre he estado buscando más”.

“Respeto la fe de todos, sería hipócrita si dijera otra cosa, más después de todo por lo que he pasado. Es muy bonito cuando las personas creer en algo, cuando buscan, tienen esperanzas y funciona, no importa lo que sea. Soy de los que piensa que si les pones fe a una piedra, esa energía funciona”.

Similar a su despertar político, Lores refiere tener un momento de revelación en su búsqueda, de ser consciente de la frugalidad de sus ataduras con las cosas materiales y, en cambio, escoger de a lleno la espiritualidad.

“Eso lo que quiere decir es que yo me quité todas las ataduras que tenía, todas esas responsabilidades, todas esas ceremonias y todas esas cosas que hay que cumplir con cualquier religión. Al encontrar esa relación con un ser supremo que es Dios, que no puedes tocar o llevarte en una maleta, me dije «Esto es lo mío»”.

El artista atribuye a su fe actual algunos cambios “muy notables” en su vida como salvar su matrimonio y a su familia, mostrándole humildad y paz. También señala que no se rige por templos, pastores o una biblia, pues su relación con Cristo es directa. “La Iglesia empieza en mi casa”.

Tras referirse a su propia libertad religiosa, Lores lamentó la falta de estos derechos en Cuba. Contó sobre una familia de testigos de Jehová que vivían cerca de su casa y siempre eran tildados de “contrarrevolucionarios” por las autoridades del régimen castrista, eran perseguidos, hostigados y hasta detenidos.

“Ahora creo que están un poco mas suave con eso. Pero recuerdo que de pequeño la gente del Partido (Comunista) no podían tener ninguna religión, y se escondían para hacer sus cosas. Yo creo que en Cuba no hay libertad de nada, ni política ni religiosa”.

El Baby Lores que no todos conocen

En una ronda rápida de preguntas, Baby Lores nos deja conocer un poco de sus gustos personales e impulsos más viscerales.

Dice que prefiere el café sobre el té; el día sobre la noche; la guitarra sobre el piano; el mar sobre las montañas; el jazz sobre cualquier otro género; come más la carne que el pescado; que es más de películas que de series; y prefiere ver El Señor de los Anillos antes que Harry Potter.

Por otro lado, resalta su familia como lo más importante en su vida; que prefiere perdonar antes que nunca olvidar; y que no solo es de dar segundas oportunidades, sino terceras también.

A la hora de encontrar tres palabras con las que quisiera ser recordado, el artista menciona “el amor” y “la consistencia” antes de cavilar por unos segundos su tercera opción. Finalmente, se decide por “alguien que ha vivido”.

¿Qué es lo que más extraña Baby Lores de Cuba? “La gente”.

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