ru24.pro
World News in Spanish
Февраль
2024

Crítica de 'Dune: parte dos' (***): Más polvo del desierto y más lodo argumental

0
Abc.es 

Como todo el mundo sabe, la novela de Frank Herbert sobre el planeta Dune (Arrakis en el interior de la película) no es de las que se puedan abrir por cualquier página y meterse en ella, pero esa enorme complejidad la ha suavizado el director Denis Villeneuve en su adaptación cinematográfica. Una especie de bálsamo narrativo hacía 'legible' y disfrutable su primera película, y a esta 'Parte Dos' se entra de modo fluido y sin mayores explicaciones: están enfocados sus protagonistas, en especial Paul Atreides (Timothée Chalamet) y sus nuevos compañeros de lucha, los Fremen, esa tribu del desierto que cabalga como 'cowboys' sobre el lomo de gusanos gigantescos, y se empieza a enfocar la naturaleza de Paul Atreides como una especie de Mesías para la supervivencia del planeta. Todo el primer tercio es un fantástico espectáculo cinematográfico en el que la aventura, la épica y el romance le procuran a la historia un ritmo y una visualidad excelentes, y transcurre en esos espacios grandiosos y desérticos, con una gran ambientación sorprendente, además de una presencia mucho más activa e interesante de los personajes que interpretan Zendaya y Javier Bardem. Del mismo modo, tiene un último tercio grandioso y lleno de lucha épica y sentido cinematográfico. Pero es una película de casi tres horas, y se permite (o no puede evitar) alguna abolladura narrativa en su tercio central. Esa zona central del argumento, más narrada y filmada en el 'interior', donde se resuelven intrigas palaciegas, venganzas reales, confabulaciones y maniobras de poder, todo ese mundo de oscuridad, profecías, reverendas madres, nasciturus que tomarán el cetro…, todo ese proceso argumental, en realidad crucial para el sentido de la historia, por momentos se hace 'bola', a pesar de que entra en juego un personaje potente, el sobrino y heredero del Barón Harkonnen, que interpreta Austin Butler, y cuyo carácter brutal y sanguinario le pone una punta de cayena a las partes más engorrosas, por no llamarlas 'aburridas'. También se hace aún más visible (lo era ya en la primera parte) esa estética visual e ideológica de índole islámica, excesivamente subrayada ahora con el nuevo profeta y la llamada Guerra Santa, una especie de 'yihad' planetaria, que ya estaba, por cierto, en el original de Herbert. La cámara y la simpatía de la película se coloca al lado de esos guerreros contra el imperio, contra la colonización y contra la destrucción de la cultura y los recursos. Y hay que saltar por la contradicción profunda que esto implica: cómo aceptar esa línea blanca sobre la Guerra Santa tan islámica, cuando es fácil advertir sus propósitos como profundamente colonizadores y destructores de otras culturas y recursos. Y en esta segunda parte ya se advierte aún más acusada su afinidad con 'La Guerra de las Galaxias', con sus cruces de estirpes, retorcidos parentescos, 'poderes' secretos, 'elegidos' y ambiciones siderales. No es difícil contactar con todo ello y con su aspiración de saga, y más aún con el despliegue del fascinante trabajo de diseño artístico y visual, por sus personajes coloreados de épica o de villanía y con sus excelentes y reconocibles actores. Tampoco es difícil ponerse de perfil ante todo este festín de moralidades e ingenio cinematográfico y dejar que pase sin que te roce.