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Февраль
2024

La conspiración sin brazaletes

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En el Estado chavista las Fuerzas Armadas son un componente esencial porque es la base que soporta todo el régimen. El chavismo puede prescindir de operadores, clientelas y hasta de elecciones. Lo único que no se le puede quitar al régimen chavista es el apoyo en las estructuras militares porque sin él ese frágil castillo de naipes se caería en segundos. En la Venezuela del momento son las armas de fuego las que deciden el poder político, no los votos ni la popularidad. Y mientras el chavismo mantenga confiscadas las armas de la república para su propio beneficio será prácticamente imposible esperar un cambio real por vía de negociaciones o de elecciones.

La denominación de Fuerzas Armadas a la organización militar en la que se apoya el poder político del chavismo induce a pensar en una organización homogénea y perfectamente disciplinada como lo serían otras instituciones militares en el mundo. Pero no es el caso de esta organización militar que ha tenido que degradarse y desprofesionalizarse para así poder asegurarse la fidelidad de sus miembros.

Quienes se incorporan a las Fuerzas Armadas chavistas como cadetes aprenden muy temprano que no son los méritos ni las destrezas en las artes militares las que determinan su ascenso en la pirámide militar sino su grado de lealtad con la falsa revolución e incondicionalidad con sus superiores, aunque esto signifique violar la Constitución a la que prestaron su juramento. Hay medallas de honor, bonos e incentivos para aquellos oficiales que además se destacan por ser los más sanguinarios en el linchamiento físico de adversarios del régimen y quienes se prestan para delatar a sus colegas por supuestos planes conspirativos.

Pero esta Fuerza Armada que ha sido confeccionada por Vladimir Padrino López como una caja negra que luce sólida y blindada en su exterior oculta la diversidad de grupos que operan en su interior y que están en una biocenosis permanente para ganar más poder y llegar a lo más alto de la estructura. Algunos grupos, los menos, están inspirados por una orientación política e ideológica que propone un regreso al profesionalismo y la institucionalidad. Otros grupos, los más, se han organizado en torno a liderazgos de generales y comandantes con aspiraciones mucho más pragmáticas de hacer lo que sea necesario para ascender lo más rápido y ganar más en sus actuales áreas de influencia (fronteras, aduanas, criptomonedas, Arco Minero, etc).

Aunque se le pretenda mantener en una burbuja las Fuerza Armada chavista no es inmune a la crisis económica y social que afecta a toda Venezuela y que ha sido causada precisamente por el régimen político que los militares chavistas defienden. La quiebra de Venezuela también se refleja en esa organización militar. La escasez de recursos a su vez impone una escasez de posiciones para ascender, salarios apropiados, comida, municiones, equipos, etc.

Estas limitaciones han fomentado una serie de anomalías en esas Fuerzas Armadas donde se ha democratizado la corrupción. Como no es materialmente posible satisfacer las aspiraciones de la mayoría de los oficiales para enchufarse en puestos que manejen recursos discrecionalmente el alto mando militar ha promovido una política de “emprendimiento” según la cual cualquier oficial puede desarrollar su propia empresa. Ante la ausencia de definiciones legales más precisas esta política ha sido interpretada como una orden para cobrar comisión desde cualquier posición que así lo permita en forma masiva y sistemática para así completar su salario. Para los oficiales y miembros de la tropa profesional que no tienen acceso a estas oportunidades sólo quedan emprendimientos menores como el hurto de armas, municiones y cualquier objeto de valor que pueda ser sacado de los cuarteles y vendido en el mercado negro.

La macolla que dirige al régimen chavista (Maduro, Padrino y hermanos Rodríguez) conocen muy bien la naturaleza mercenaria de los grupos que operan dentro sus Fuerzas Amadas porque son ellos mismos quienes la han degradado a tal condición. Ellos saben que la fidelidad que han comprado con prebendas y han asegurado mediante la vigilancia permanente de los servicios secretos cubanos es más una postura pragmática de grupos y operadores que en cualquier momento y por las mismas razones podrían cambiar de bando y hasta de jefe. Y esto si sería un problema real para la macolla del régimen chavista, no las elecciones.

Lo que nunca se puede dejar fuera del análisis es la caracterización y la morfología de las Fuerzas Armadas chavistas porque ellas son al mismo tiempo la fuerza y la debilidad del régimen. Es en ese espacio donde comienza y termina todo. Las luchas intestinas por espacios de poder dentro de las FANB chavistas, sus desarrollos y resultados es lo que definirá el destino del régimen chavista. Esto explica algunas cosas que la tradicional cábala política no ha podido resolver. ¿Por qué continúa Padrino López al frente del Ministerio de Defensa? ¿Por qué Nicolás Maduro no asiste a desfiles militares?

Pero además el peso del factor militar sobre el factor político-partidista es lo que permite entender las últimas y aparentemente improvisadas acciones del régimen chavista que los más desprevenidos han calificado como “miedo y desesperación”. La desaparición forzosa de Rocío San Miguel y de los dirigentes de Vente Venezuela; la expulsión de Venezuela del Alto Comisionado para los derechos humanos y su personal; y más recientemente la implicación directa o indirecta del régimen chavista en el secuestro del Teniente Ronald Ojeda en Chile podrían parecer actos desesperados para supuestamente desmoralizar a la población y desmotivar el voto en las venideras elecciones.

Si somos consecuentes con el criterio que es lo militar lo que está determinando en este momento la coyuntura política en Venezuela entonces tendremos que admitir que ver en estas acciones del chavismo signos de miedo, desesperación e improvisación no es más que una apariencia falaz. Por el contrario, vemos algo distinto. En el régimen chavista vemos un patrón de conducta sistemático que usa las negociaciones con la falsa oposición para ganar tiempo, orquesta una farsa electoral para darle una justificación de legitimidad a sus militares, y ejecuta acciones audaces para enviar claros mensajes de terror e intimidación a sus oficiales activos y así desalentar movimientos conspirativos, que seguro los hay.

El mensaje que la macolla del régimen envía no es para la totalidad de los venezolanos cuya mayoría está vacunada y espera poco o nada del régimen chavista. Más bien el mensaje tiene una audiencia mucho más selecta que es el universo militar con sus comandantes y tropa donde efectivamente existen las condiciones materiales para una o varias conspiraciones. La advertencia es muy clara. Este es un régimen que se restea con los suyos al precio que sea (liberación de Saab). Aquí no hay intocables (Casos Pérez, Albán, Baduel, Lanz, El Aissami, San Miguel…¿Machado?). El brazo armado del Estado chavista es largo y puede cruzar fronteras (Casos Caldera, Ojeda y otros).

Pero ¿por qué pagar un alto precio en términos de vidas humanas y de reputación por una campaña intimidatoria de este calibre? Dos razones. Primero porque el control férreo de las Fuerzas Armadas vale y lo justifica todo para el régimen chavista.  De lo que allí pase, y no de otra cosa, depende su supervivencia.

Segundo, porque la lucha por el poder interno y repartos de botín entre grupos que operan dentro de las FANB chavistas las ha fragmentado y las ha atomizado al punto que en la diversidad de facciones no es fácil saber quién es quién. En la superficie todos aparentemente juran lealtad al Estado chavista y a Nicolás Maduro, pero solo un experimentado militar como Padrino López podría calibrar el desprecio de esos militares por su comandante en jefe al punto de recomendarle no presentarse en ningún acto público militar.

El clima de “todos son sospechosos” que ha propagado el G2 cubano para vigilar y controlar a los militares venezolanos ha traído consigo otra aterradora certeza: Cualquiera es capaz de cualquier cosa en cualquier momento. Y es esto lo que quizás ha llevado al régimen chavista a desplegar un plan que consiste en disparar hacia todos lados con la esperanza que algunos de esos disparos tengan un efecto disuasivo. Pero este seguirá siendo un problema recurrente para el chavismo y es el precio que tiene que pagar por haber transformado la institución militar en un conglomerado de grupos cuyas alianzas y lealtades dependen más de negocios y afinidades personales que de otra cosa.

Las condiciones materiales para una o varias conspiraciones dentro de las FANB chavistas están dadas. Hay grupos, medios y ganas. Para tener éxito esta tendrá que ser diferente a todas las anteriores en su ejecución. Como siempre, los movimientos decisivos estarán en manos de quienes comandan tropa y su habilidad para articularse en muy corto tiempo. En esa dinámica el Ceofanb y sus generales tienen un valor ornamental. Pero esto no es ningún secreto, lo sabe cualquiera e incluso ellos. Lo difícil para la macolla del régimen, a pesar del espionaje del G2 cubano y las campañas intimidatorias de terror psicológico, es saber quién es quién en un universo donde todos se parecen y probablemente los verdaderos conspiradores no portarán brazalete de ningún color.

@humbertotweets

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