El Circo de los Horrores vive en Sevilla una de sus noches más tristes entre risas
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Que el público sevillano se entrega por completo en cualquier espectáculo es sobradamente conocido por quienes se suben a los escenarios de la ciudad. Y al artista que lo desconoce, apenas le bastan unos segundos de actuación para descubrirlo. En la carpa instalada en las inmediaciones del Charco de la Pava, donde estos días se representa 'Réquiem. Sinfonía Final', del Circo de los Horrores, ni siquiera hizo falta que diera comienzo la función para que se armara la fiesta. La del circo, el cabaret y el teatro . Y también la última conducida por Suso Silva como maestro de ceremonias. Inmersos en un ambiente en el que predominaban las luces en tonos rojizos, los resplandores blanquecinos y las melodías más inquietantes, varios personajes terroríficos deambulaban por el graderío de una carpa negra de 40 metros de diámetro y 15 de alto. Daban la bienvenida al espectador desde el mismo momento en que este cruzaba la puerta de acceso, jaleando a un público que respondía, y que, en muchos casos, gritaba cuando una de estas criaturas le sorprendía por detrás con crucifijos, motosierras y otras herramientas en mano. Del sobresalto a la carcajada nerviosa . Un camino de ida y vuelta constante que sería el mismo que el público experimentaría durante toda la noche. Era el preaviso, la alerta que advertía de lo que llegaría sólo unos minutos después. Apenas eran las ocho de la tarde cuando el reloj que presidía el imponente escenario por el que pasarían más tarde decenas de artistas de todo tipo, se despedazaba en dos para dar paso al protagonista de la noche. Comenzaba el repaso por las cinco funciones del Circo de los Horrores con un Suso Clown que captaba la atención de los asistentes de forma majestuosa y conseguía arrancar las primeras carcajadas. Al recurrente grito de «ínfimos, patéticos, mortales» , el maestro de ceremonias apelaba al público mientras intercalaba sus siguientes personajes, con i mpactantes espectáculos acrobáticos más propios de un circo al uso, alertando al espectador del cambio de tercio con la proyección de imágenes que recordaban a 'El Origen', 'Manicomio', 'Cabaret Maldito ', 'Apocalipsis' y 'Bacanal'. Aparecían así en escena Nosferatu, el Rey del Manicomio y Lucifer, los alter ego del humorista. Suso Silva en uno de los momentos de la actuación abc Poco a poco, a medida que avanzaba la noche, las teclas iban sonando y el viejo desván de Suso iba llenándose de fantasmas ; los mismos que, sentado frente a su máquina de escribir en ese lugar, él mismo había ido creando durante estos últimos veinte años . Los personajes de Nébula, Alicia en el país de las pesadillas , Nébula Espinal o Dulce Sara no quisieron dejar de hacer acto de presencia en una cita tan especial para despedir de la palestra al que un día fuera su creador. Desde el aire y desde el suelo, los acróbatas y bailarines sorprendían con sus números circenses, que eran vigorosamente aplaudidos por un público que quería más. El juego de luces, y en ocasiones el fuego, le daba aún más espectacularidad a la puesta en escena. La entrega de las gradas se notaba cuando Suso bajaba al foso y los espectadores, dicharacheros , no dudaban en seguirle la corriente a sus bromas, chistes y, no en pocas ocasiones, despiadados comentarios y atrevidos ofrecimientos. En clave de humor también asomaron las críticas políticas y sociales . Por supuesto, no faltaron los payasos del circo. Pero entre risas y más risas, y tras un descanso de 15 minutos a mitad de función, ahora sí, llegaba el «suicidio escénico» de Suso. Completamente desnudo, subido a un retrete , quiso dedicar unas palabras a su público antes de desaparecer. Primero agradeció su apoyo durante estas dos décadas , reconociendo «todavía no dar crédito a ser tan afortunado» y recordando «esas mariposas en el estómago» que le habían acompañado durante su carrera. «Gracias por estar siempre ahí», concluía justo antes de tirar del retrete para irse «lleno por dentro y desnudo por fuera». Las palmas y los vítores fueron la respuesta de un público entregado que se vino arriba en el saludo final de todo el elenco, cuando, con un baile, Suso quiso hacer un claro guiño a su hija Sara , llamada a ser la sucesora del maestro de ceremonias del Circo de los Horrores.