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Февраль
2024

Las juntas del Sahel celebran su enfrentamiento con Francia mientras el yihadismo crece

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Si los discursos de aliento patrio, los baños de masas y la propaganda extensiva bastasen para ganar una guerra, haría meses desde que las juntas militares que gobiernan Mali, Níger y Burkina Faso ganaron la guerra contra el yihadismo. Las juntas militares se encuentran por tanto en su cúspide de la popularidad, ganando terreno en su lucha particular contra el neocolonialismo francés que atenaza a sus economías desde hace más de sesenta años. Francia está prácticamente doblegada aquí y un sentimiento panafricano recorre en apariencia a los ciudadanos de las naciones citadas con su regusto a esperanza hacia el futuro.

La otra lucha en curso, la guerra contra el yihadismo, se encuentra en un punto crítico. La incapacidad de separar ambas situaciones tras una insistencia acumulada, tanto por Europa como por las juntas militares del Sahel, a la hora de convertir una y otra en un único concepto con un único resultado, termina por difuminar la realidad sobre el terreno. Los ataques terroristas siguen creciendo mientras los ejércitos africanos no consiguen cumplir por el momento con otra promesa que no sea que expulsarían a Francia.

Golpes a Francia

El Gobierno de Mali y la Alianza de Estados del Sahel (AES) anunciaron el 15 de febrero que los informáticos malienses habían llevado a cabo un ataque “pirata” realizado con éxito contra las bases de datos de la empresa francesa Idemia. Los elementos recuperados se refieren a una base de datos biométrica que supuestamente permitiría identificar a los votantes malienses y que, según la junta militar, se encontraban “secuestrados” por París. Una organización civil maliense ya presentó en 2022 una denuncia contra el ex ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean Yves le Drian, por "complicidad en la toma ilegal de intereses y favoritismo" en lo referente a la adjudicación del contrato para la producción de pasaportes biométricos a la empresa Oberthur Technologies.

Este ataque cibernético, que se traduce como una muestra de la nueva independencia administrativa que pretenden los gobiernos del Sahel, fue anunciado como una victoria que Idemia no desmintió ni afirmó.

Igualmente, la junta militar de Níger dijo haber encontrado este jueves un importante arsenal de armas que se encontraba oculto bajo el edificio utilizado por la EUCAP Sahel, una misión europea creada con la finalidad de colaborar con los países del Sahel en la lucha antiterrorista y el control de los flujos migratorios. Según se dijo en una rueda de prensa en Niamey, estas armas se dejaron allí tras la expulsión de las tropas galas y con la intención de desplazar del poder a las autoridades nigerinas y restaurar al presidente Mohammed Bazoum, que fue depuesto este verano mediante un golpe de Estado. Que las armas fueran realmente francesas y que la intencionalidad de su uso consistiera en dar un golpe de Estado, eso está abierto a debate en redes, a falta de más detalles.

Lo que no cabe duda es que la propaganda nigerina surgió el efecto deseado: tras el anuncio del hallazgo del arsenal, miles de ciudadanos se echaron a las calles de la capital, Niamey, para exigir a Francia por enésima vez que detenga su injerencia sobre las naciones africanas. Son pasos que avanzan las sociedades implicadas en su búsqueda por la independencia que desean. Habría que añadirle la reciente retirada de Níger, Mali y Burkina Faso de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la intención anunciada de crear una nueva moneda común que salga de las directrices históricas del franco CFA, cuyo valor se encuentra inevitablemente atado al tipo de cambio del euro.

Prosiguen los ataques

Francia pierde peso en el Sahel, el poco que le queda; aquí pueden las juntas militares alardear de una victoria. Pero los ataques yihadistas se recrudecen. Sólo en dos días, del 20 al 21 de febrero, el grupo yihadista JNIM reconoció la autoría de cinco ataques en Burkina Faso, donde varios militares y VDP burkineses habrían muerto durante los combates y donde los atacantes pudieron hacerse con un botín en forma de equipo militar. En la noche del 20 al 21 de febrero, miembros del JNIM también atacaron en Mali el campamento militar de Niono, en una acción que se calcula que participaron hasta 100 muyahidines. El asalto, que se piensa que se debió a una venganza con motivo de la muerte del líder yihadista Hamadjiré Bah el 14 de febrero, fue un fracaso, apenas un soldado maliense fue asesinado en el enfrentamiento mientras 10 yihadistas terminaron abatidos y 20 fueron hechos prisioneros.

Que un líder del JNIM como Hamadjiré Bah sea abatido siempre es una noticia excelente y consigue entorpecer la efectividad de los ataques, aunque la capacidad numérica de los terroristas se mantenga y puedan desplazarse con enorme libertad por el territorio. Este 19 de febrero, el Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) también atacó a la Guardia Nacional nigerina muy cerca de la frontera burkinesa. Dos militares murieron y dos vehículos militares quedaron destruidos. El JNIM emboscó a policías burkineses en Yamba, al este del país, el 18 de febrero. Tres policías murieron. Cinco civiles y tres VDP burkineses fallecieron el 11 de febrero tras explosionar un artefacto improvisado cerca de la localidad de Gorbalé. Un ataque terrorista del JNIM realizado el 12 de febrero concluyó en Kiougou-Kandaga con una decena de VDP asesinados. Otro ataque contra las FAMA en Melgué, ocurrido el 8 de febrero, terminó con la vida de tres soldados. Varios ataques fueron registrados en el País Dogon (Mali) de la mano de la Katiba Macina el 6 de febrero. El País Dogon ya había sufrido una oleada de ataques el 27 de enero y que concluyeron con más de 20 civiles asesinados. Más ataques contra civiles en Burkina Faso dieron un resultado de más de 30 asesinados entre el 26 y el 31 de enero. Otros 22 civiles y 7 milicianos asesinados en el oeste de Níger, en Motagata, de la mano del Estado Islámico del Gran Sáhara. Ocho civiles muertos en la RN16 (Burkina Faso) tras un ataque terrorista próximo a la frontera de Togo y Ghana.

En el último mes se considera que los yihadistas integrados en los distintos grupos que agreden a los países del Sahel han cometido al menos dieciocho ataques con un saldo de víctimas mayoritariamente civiles. Han pasado casi tres años desde que Assimi Goita tomó el poder en Mali y es indiscutible que el coronel ha obtenido resultados positivos en su pugna contra Francia, pero no ha conseguido eliminar la presencia de uno sólo de los grupos yihadistas ubicados en Mali, ni se ha reducido el flujo del tráfico de drogas; por el contrario, se han incrementado los ataques y el campo de actuación de los muyahidines ha aumentado considerablemente. La ONU indicó en un informe publicado en 2022 que el Gobierno de Mali controlaba apenas un 15% de su territorio. Observando la dispersión de los ataques en un mapa a lo largo de los últimos dos años, parece evidente que nada ha mejorado en esta cuestión.