La necesidad de buscar fuentes genuinas de equilibrio fiscal en el largo plazo
La Administración Pública Nacional obtuvo superávit en enero, dada la caída del gasto social, en especial, las jubilaciones. Con jubilaciones en un mínimo histórico, es necesario migrar hacia otras fuentes para sostener el equilibrio fiscal. Desde ya que la fallida ley ómnibus y la falta de ciertos elementos para instrumentar el DNU, condicionan a la actual administración a la hora de transformar el Estado y, particularmente, equilibrar las cuentas públicas. No obstante esto, se expresó la voluntad y el compromiso de sostener la meta del déficit cero.
Con un superávit financiero equivalente al 0,2% del PBI, a través de una reducción real del gasto público (salvo intereses), la caída en el valor real del gasto en jubilaciones y pensiones es la más determinante. Para tomar cierta perspectiva, sirve mirar la tendencia del haber mínimo y, basándose en las normas históricas de movilidad, se observa que la jubilación mínima en el 2002 fue de $83.078, a precios de diciembre 2023. Ahora bien, este mismo valor, en el 2023, fue de $127.858, a precios de diciembre de 2023. Y, en diciembre de 2023 propiamente dicho, la jubilación mínima fue de $105.713.
Esto no es otra cosa que el deterioro en el poder de compra de las jubilaciones. El monto en diciembre de 2023 es inferior al promedio de todo el 2023 y queda cerca del menor valor que tuvo en 2002. Siendo que se ajustarán recién en marzo de 2024, y con una la inflación en enero del 20%, el valor real en enero 2024 es equivalente a unos $88.094 aproximadamente, a precios de diciembre 2023. En febrero, quedarán por debajo del valor real de 2002.
Equilibrar las cuentas públicas con base en la licuación de jubilaciones no es sostenible en el largo plazo. Además de tener un impacto muy regresivo y generar tensiones políticas, aumenta las demandas judiciales contra la ANSES debido a que la justicia previsional no soporta la licuación de jubilaciones. El superávit es positivo, pero muy inestable. Con el norte puesto en eliminar la inflación y generar un contexto de inversión y creación de empleos de calidad, es ineludible equilibrar las cuentas públicas. Por lo tanto, priorizar la meta de déficit cero es más que pertinente. Pero también es esencial que el equilibrio fiscal se pueda sostener en el tiempo. Como bien lo demuestran experiencias pasadas, el ajuste por licuación lleva a derrochar esfuerzos, tanto de la sociedad como de los gobiernos.
En resumen, para migrar desde un equilibrio fiscal basado en la licuación del gasto público a otro con más sustentabilidad, hay que emprender un ordenamiento integral del Estado, en los tres niveles de gobierno. Primero, comenzar con una unificación y simplificación de impuestos y que cada nivel de gobierno sea responsable de generar ingresos suficientes para cubrir sus gastos. Además, eliminar superposiciones (del lado del gasto), ordenar el sistema previsional y mejorar la gestión pública. Resulta fundamental la innovación como cualidad en estas reformas y la colaboración entre provincias y Nación.
Federico Pablo Vacalebre es profesor de la Universidad del CEMA