Belén: La ciudad que se apagó tras el estallido del conflicto entre Hamás e Israel
Tel Aviv. Durante muchos años, Belén, el emblemático lugar conocido por el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Mesías, el hijo de Dios o como le llamen en las diversas religiones, pasó de contar con cientos de turistas a un apagón casi total desde el pasado 7 de octubre, cuando Hamás atacó a Israel y desencadenó la guerra que continúa cuatro meses después.
La Nación visitó esta ciudad, controlada por la Autoridad Palestina; es decir, allí no hay presencia de soldados, policía o incluso judíos o israelíes.
Los bombardeos israelíes suman más de 28 mil muertos en el pequeño territorio controlado por Hamás, autor de la masacre sin precedentes del 7 de octubre en suelo israelí, en la que murieron 1.140 personas.
Sin visos de una nueva tregua en los próximos días, tras la pausa humanitaria de noviembre, el silencio se apodera de esta ciudad de Cisjordania ocupada donde, según la tradición cristiana, nació Jesucristo.
Belén tiene un total de 40 mil habitantes, de los cuales 32.000 personas son musulmanas y 8.000 se profesan como cristianos. Está ubicada a unos nueve kilómetros al sur de Jerusalén, en medio de los montes de Judea.
Este lugar, marcado por la historia más antigua y emocional del mundo, guarda en sus adentros el lugar donde María dio a luz a Jesús, según la creencia, y también conserva la Iglesia de la Natividad, el templo más antiguo de la historia.
Por esas dos razones, Belén y sus habitantes viven un 90% de esa actividad económica, ya que reciben grupos de hasta 300 personas por día. Sin embargo, al recorrer las calles se observan pocos palestinos, en su mayoría hombres.
También, muy pocos locales están abiertos y los hoteles cerraron indefinidamente desde octubre.
Incluso, durante la visita se logró permanecer allí durante más de 20 minutos en el lugar del nacimiento y pesebre de Jesús, ya que no había fila de ningún grupo de turistas, cuando antes del ataque las personas esperaban hasta cuatro horas para ingresar y tocar el lugar “santo” por al menos un minuto.
Ahora, los residentes de Belén viven de los ahorros y la reducida cantidad de personas que visitan el lugar en medio de una gran incertidumbre.