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Февраль
2024

Miedo al martes y 13: la superstición que convierte al que la sufre en un imán de la mala suerte

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Abc.es 
Algunas personas asocian la llegada del martes y 13 con la mala suerte y no son pocos los que llegan a posponer citas importantes para que no coincida en esa fecha. La creencia está tan popularizada que existe una palabra que define el miedo a los efectos del martes y 13: trezidavomartiofobia. Y eso que en realidad no tiene base científica ni tampoco mitológica, a pesar de estar bastante extendida en España, en Grecia y también en algunos países de Latinoamérica. De hecho su origen no está del todo claro. Algunas fuentes citan que la fobia al número 13 (que también tiene un nombre específico, triscaidecafobia) tiene que ver con la última cena de Jesucristo (al traidor, Judas, se le asigna el número 13). Otros citan el tarot (pues la carta de la muerte es el 13), o incluso al Apocalipsis , el último libro del Nuevo Testamento (pues el 13 es el capítulo dedicado al Anticristo). También en la Cábala se enumeran 13 espíritus malignos y en las leyendas nórdicas, en el antiguo Egipto y la Edad Media se pueden encontrar esta relación del número 13 con sucesos desafortunados. Valga como dato que un martes y 13 cayó la ciudad de Constantinopla (actual Estambul) en el año 1453. En la actualidad la creencia de la asociación del número 13 a la mala suerte sigue aún bastante extendida. Prueba de ello es que en algunos aviones no hay fila 13 ni asiento número 13 para evitar que algunas personas se sientan obligada a asumir el supuesto riesgo que atribuyen a ese hecho. También cabe destacar que en algunas ciudades no hay decimotercera avenida y en algunos hoteles y apartamentos tampoco aparece el número 13 porque éste se asocia con la mala suerte. Pero volviendo al martes y 13, lo que parece claro es que el miedo infundado a que llegue esta fecha no es otra cosa que una superstición que, según explica la psicóloga Zoraida Rodríguez Vilchez suele ir asociada a cuestiones como la necesidad de predictibilidad , control y seguridad ; el intento de eludir responsabilidades , el sesgo confirmatorio o incluso la profecía autocumplida . Es cierto que lo habitual es que todos necesitemos vivir en un mundo relativamente predecible, con un cierto orden y unas reglas que nos permiten saber o explicar por qué pasan las cosas. El problema se plantea, como apunta la psicóloga, cuando se crean asociaciones que no tienen consistencia científica que además nos llevan a fabricar una correlación ilusoria. Un ejemplo puede darse en la frase: «Como se me ha cruzado en mi camino un gato negro, ahora tendré mala suerte». La cuestión es que este tipo de correlaciones pueden ser el germen de la llamada profecía autocumplida que hace que, ante una situación que uno cree que le va a dar mala suerte, esa misma persona se vea condicionado y, de alguna manera actúe de modo que él mismo sea víctima de distintas desgracias. «Si activo un pensamiento concreto sobre algo eso me provoca una emoción (nervios o miedo, por ejemplo) y esa emoción da lugar a una conducta (torpeza o despiste, por ejemplo) eso es justamente lo que puede lugar a que suceda algo negativo y no el hecho en sí de que se cruce un gato o de que sea martes y 13», explica. Por tanto, una vez que hemos creado la regla supersticiosa («es martes y 13 y eso quiere decir que el día va a ser un desastre»), la mente buscará aquellos datos que confirmen la regla y rechazarán los que no la cumplan. «Cuando uno se auto convence de que no puede hacer algo o de que no puede evitar que vaya a pasar algo malo, en realidad está condicionando su propio comportamiento», revela Zoraida Rodríguez. La necesidad de control y de seguridad también puede estar detrás de este tipo de supersticiones. «Controlar todo es algo ilusorio, pero es cierto que cuanto más control cree uno que tiene, más seguro se siente. Por eso en las situaciones estresantes buscamos aferrarnos a algo que nos tranquilice«, plantea. Y es aquí, según comenta, donde suelen entrar en juego accesorios de la supuesta buena suerte como los amuletos o los objetos fetiche. Otro elemento relacionado con las supersticiones es la tendencia de algunas personas a eludir la responsabilidad . Las frases del tipo «Si lanzo este papel a la papelera y lo cuelo, es que seré capaz de terminar hoy el informe que me han pedido» son aparentemente absurdas y además esconden este tipo de planteamiento: «Si algo nos sale mal y lo podemos achacar a la mala suerte o la acción de otros, eso nos puede ayudar a no quedar expuestos al fracaso propio o a la acusación de los demás», aclara la psicóloga. Cómo superar las supersticiones Para entender a los supersticiosos habría que hacer primero una aproximación a la definición de superstición. Según asegura la psicóloga Paloma Rey se trata de creencias irracionales que hacen que una persona considere que una acción, un objeto o una circunstancia puede influir significativamente en su persona, aunque no tenga una relación objetiva con la situación vital en la que se encuentra. No en vano la experta explica que la superstición se alimenta de la incertidumbre sobre el desarrollo de situaciones vitales incontrolables, en las que las personas establecen unas expectativas y se experimenta un nivel de estrés muy elevado o incluso ansiedad. Pero además habría que distinguir entre las supersticiones de connotación positiva y las de connotación negativa. Mientras que las primeras van dirigidas a propiciar la aparición de la suerte y conseguir determinadas metas las segundas tienen que ver con situaciones, momentos y comportamientos de supuesto influjo negativo que la persona tendrá que evitar si desea espantar la mala suerte. Las supersticiones más populares Algunas de las supersticiones más arraigadas, además de la relación entre la mala suerte y el martes y 13 son: encontrarse con un gato negro es sinónimo de que algo malo va a suceder; paar por debajo de la escalera se relaciona con atraer la mala suerte; verse en un espejo roto implica que se tendrá mala suerte durante los próximos siete años; barrerse los pies es un mal auguruio para las personas en edad casadera pues implica que nunca vayan a consumar el matrimonio, al hecho de brindar con agua se le atribuye un mal deseo para las personas con las que se brinda; poner el pan boca abajo atrae la mala suerte y pasar la sal de mano en mano también se cree que atrae malos designios por lo que los supersticiosos suelen posarla antes en la mesa. Para actuar frente a las supersticiones y comenzar un tratamiento para superarlas en el caso de que interfieran en la vida cotidiana y sean limitantes para esa persona, Zoraida Rodríguez explica que que lo habitual es emplear fórmulas similares a las que se plantean en los casos de trastorno obsesivo compulsivo . «Primero se trabaja con la exposición (para que comprenda que no pasa nada si ese día no hace un gesto concreto o no lleva un amuleto, por ejemplo). Después se complementa con técnicas de relajación, confianza y pensamiento racional», explica. Por su parte la psicóloga Paloma Rey comenta que puede resultar útil para esas personas que comiencen a pensar de forma objetiva cuestionando la veracidad de sus pensamientos buscando otros que sean alternativos y explorando pruebas que ayuden a contrarrestar la irracionalidad de las supersticiones. Igualmente para evitar episodios de ansiedad la especialista aconseja una exposición progresiva y con la ayuda de un profesional que le permita establecer objetivos alcanzables y contrarrestar así la creencia irracional que se esconde tras la superstición.