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Февраль
2024

«Para dejar de gritar en casa hay que ensayar la estrategia como un actor. No debemos poner ni cara de fastidio, ni los ojos en blanco»

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Abc.es 
Según el profesor y formador de docentes Paul Dix, el ambiente del hogar lo determinan los padres . «Si puedes mantenerte imperturbable y con calma ante cada rabieta en el supermercado, que llegue el orden es cuestión de tiempo». Porque para Dix, cuando los padres cambian, todo cambia . Ese es precisamente el título de su última obra, en la que muestra cómo construir una cultura de tolerancia y tranquilidad en casa. «De mi dura experiencia como profesor en Inglaterra salen las habilidades y técnicas que explico en el libro, y que pueden trasladarse fácilmente al hogar con niños que parecen fuera de control», asegura. Noticias Relacionadas estandar Si Diálogos de familia Así ayuda la disciplina positiva a dejar de actuar como padres bomberos ante un mal comportamiento Carlota Fominaya estandar No «No aguanto a mis hijos»: la realidad de muchos padres y madres tras las vacaciones Ana I. Martínez ¿Son los mismos conflictos educativos o parecidos aquí que allí? Es muy similar. Los grandes profesores, al igual que los padres, utilizan un enfoque relacional. Tanto en casa como en la escuela, los niños necesitan que los adultos les enseñen a comportarse y que ellos sean capaces de controlar su propio comportamiento. Cuando se deja de intentar cambiar al niño para centrarse en la respuesta del adulto, tanto los profesores como los padres salen ganando. Como padre, sé que el cambio empieza por mí y que yo me encargo de ello. Es importante reseñar que el sexo o la etapa de desarrollo no afectan a los principios que se señalan a continuación: has de cambiar tú, independientemente de que tu hijo tenga 4 o catorce años. ¿Siempre es posible sanar una relación y crear otro ambiente en casa? Sí, absolutamente. No significa que vaya a ser un camino fácil salpicado de soluciones rápidas, pero el cambio es profundo. Se pueden sanar las relaciones, establecer nuevos límites y recuperar el respeto mutuo. Nunca es demasiado tarde para reconstruir una relación positiva con su hijo. Los niños 'perdidos' siempre pueden encontrarse. El buen trato es esencial. Todos queremos que nos traten bien. ¿Por qué se nos olvida cuando se trata de menores, niños… y no les hablamos como hablamos a nuestros compañeros de oficina? Porque nuestras emociones se interponen. Les queremos tanto que estamos deseando que se porten bien, que nos acepten, que nos gusten, que tengan éxito... Su comportamiento desencadena nuestra respuesta emocional. Resistirse a ello es el primer paso para controlar a tu hijo. Los padres reciben consejos contradictorios sobre la educación de sus hijos y todavía se transmiten viejas costumbres. De hecho, cuando tuve a mi primer hijo, mi padre me regaló un libro sobre la educación de los niños de los años 50: 'Spare the rod, spoil the child' . Esto fue en 2001. En el caos de la crianza, enseñar a tu hijo a comportarse tiene que ser sencillo, coherente y sin dramatismos. Aquí está el quid de la cuestión: El único comportamiento sobre el que una persona tiene control absoluto es sobre el suyo propio: para cambiar el comportamiento de tus hijos, tienes que cambiar el tuyo primero… Hasta ahí perfecto pero… ¿Cómo cambias tú para que todo cambie? Hay sentimientos personales… irracionales cuando se trata de tu hijo. ¿Cómo podemos convertirnos en un adulto bien regulado emocionalmente? Aprender a gestionar esas emociones, saber cuándo afloran y resistir el impulso de dejarlas libres forman parte del cambio. Por supuesto, ninguno de nosotros es perfecto. Todos intentamos hacerlo bien 8/10 veces. Las veces que cometemos un error, podemos sacudirnos, disculparnos y volver al buen camino. Guarda tus pensamientos irracionales y háblalos con otros adultos. Salva a tu hijo de la inconsistencia y a veces la ferocidad de las emociones negativas de los adultos. ¿De qué modo podemos cambiar nuestras emociones? Seguramente, habría mucho que revisar internamente... Cambiando su comportamiento lenta y progresivamente. Puedes empezar por observar cinco comportamientos positivos en tu hijo y hacérselo saber sutilmente. Empieza con un pequeño cambio en ti misma. Negarte a gritar no hará que te regules emocionalmente al instante. Puede que sigas enfureciéndote por dentro, pero es el principio del cambio. Aparentar que tienes el control es una buena práctica para controlar realmente tu respuesta. Muchos somos increíblemente pacientes hasta que la gota colma el vaso y estallamos. ¿Por qué hay gente que tarda más o menos en llegar a ese punto, o nunca llega? En el momento parece más fácil gritar '¡Basta ya!'; unas cuantas (¡cientos!) veces, pero cuando no funciona puede parecer que el comportamiento del niño está diseñado para molestarte. Interpretar el comportamiento de tu hijo como un ataque personal suele provocar tu respuesta irritada. Intenta resistir esta suposición. Corrige a tu hijo recordándole las tres normas de la casa y 'cómo lo hacemos aquí'. De este modo, la respuesta tendrá un fundamento más racional y los límites quedarán mucho más claros. Cuando cambias la respuesta al mal comportamiento de tu hijo, el comportamiento cambia. Si no queremos gritar, tenemos que trazar un plan. (Me encanta el consejo de 'dar el último grito' a conciencia). ¿En qué consiste ese plan? Lo primero, sería tener claro que los gritos no funcionan, entiendo... Los grandes planes son difíciles de gestionar, los padres ya están bastante ocupados. Yo prefiero una simple promesa cada mañana de no gritar de rabia ese día. Hay que ir día a día. Cuando tu hijo empiece a responder de forma diferente, te darás cuenta inmediatamente de su valor y empezarás a preguntarte por qué has gastado tanta energía en algo tan inútil. Por supuesto, si tu hijo está cerca del peligro, gritar puede ser una respuesta sensata. Lo que hay que eliminar son los gritos de rabia, frustración o castigo . Por otro, debemos empezar por dilucidar las razones por las que tu retoño desencadena una respuesta tan desproporcionada…¿Qué es lo que te hace perder la cabeza? En mi caso, lo que me haría perder la cabeza sería un ataque a mi hijo, verbal o físico. Llega al corazón de la respuesta de la amígdala y es una emoción primaria. Mi hijo pequeño es un fanático del waterpolo y ver los partidos puede convertirse en todo un reto para mi, ya que le encanta el contacto físico… Si no queremos gritar, ¿cuál sería el orden de pasos a seguir para conseguir este objetivo? Lo primero que habría que hacer es reflexionar sobre la campana de Pavlov en casa . Es decir, sobre los hábitos cotidianos que nos inducen a gritar: el cansancio, el agobio. Pregúntate: ¿Cuál es el momento del día en el que estás más inestable? Otra cosa necesaría sería aprender a hacer una pausa: Probar con la respiración, esperar…. la pausa estratégica . También hay que ensayar la estrategia como un actor. No debemos poner ni cara de fastidio, ni los ojos en blanco. Y centrarnos en nuestro tono de voz. Como ejercicio para empezar a practicar, podemos ponernos a prueba una semana sin gritos. Es un buen reto. Usted recomienda decir la siguiente frase: 'Así se hacen aquí las cosas'., que vaya calando. Además, ¿es recomendable poner las tres o cuatro normas por escrito? Sí, puedes escribirlas, pero es más importante que te sirvan de referencia cuando hables con tu hijo sobre su comportamiento. Las normas tienen que salir de la boca de los adultos, no sólo estar expuestas en un bonito póster en la nevera. También propone reconocer las pequeñas cosas que hacen bien en un goteo, sin excesivas alharacas... Y avisa del peligro de las etiquetas basadas en la carencia. Es tan importante la forma en la que les hablas porque es la forma en la que se hablarán ellos mismos. ¿Cómo callarte ese 'eres tonto'? Sabiendo que tu lenguaje se convierte en el suyo, los niños ven, los niños hacen, es importante que adaptes tu lenguaje y lo que notas en tu hijo, la mayoría de los padres lo saben ya que tienen sus propias experiencias de adultos diciéndoles cosas cuando eran niños que nunca han olvidado. Lo que le digas a tu hijo en los momentos difíciles realmente importa, puede durar toda la vida. A cambio, el reconocimiento positivo trabaja de otra forma. El orgullo es un motivador potente. Una buena idea es poner por casa fotos de lo que son capaces de hacer. Con hijos conflictivos o desregulados por motivos concretos, tipo algún trastorno de conducta, alguna necesidad educativa especial..) es siempre más difícil. ¿Qué consejos le daría a los padres en esta tesitura a estas familias? Puede parecer que no se llega a ninguna parte, pero la verdad es que siempre hay progresos (aunque no siempre sean visibles). Los niños con necesidades educativas especiales se benefician enormemente de un enfoque relacional pero, por supuesto, pueden tener mayores dificultades. Los principios clave del comportamiento adulto, la percepción positiva, las rutinas claras, la respuesta coherente y la enseñanza restaurativa proporcionan una base excelente sobre la que construir un apoyo más personalizado. La estructura, los límites y la amabilidad hacen que todos se sientan lo suficientemente seguros para aprender, sea cual sea su punto de partida. Las normas. ¿El truco está en simplificar al máximo? Sí, lo mejor son tres palabras sencillas: Preparado, Respetuoso y Seguro . 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En definitiva, calma, coherencia y crianza relacional. Sin duda.