La no descolonización de Urtasun: el Gobierno no va a recuperar el expolio español de la Guerra de la Independencia
El Ministerio de Cultura renuncia a recuperar obras de arte que fueron expoliadas a España durante la Guerra de la Independencia, lo que significa que el Gobierno sólo apoya la descolonización de nuestros museos hacia fuera pero no hacia dentro, según los planes del titular de Cultura, Ernest Urtasun. Así se desprende de una respuesta de la cartera del ministro de Sumar, que fue interpelada el pasado septiembre acerca de uno de los objetos más emblemáticos del expolio francés durante la invasión napoleónica en España: el «Breviario de Isabel la Católica», un códice único que actualmente se conserva en la British Library de Londres.
Se lo llevaron en 1808 tras saquear El Escorial. En 1851 apareció en Londres en manos de un banquero que también era parlamentario, y finalmente fue adquirido por 3.000 libras esterlinas por el British Museum, que lo transfirió a la biblioteca londinense.
Acogiéndose a la Ley de Transparencia, un ciudadano preguntó sobre los «requerimientos que ha enviado el ministerio al Reino Unido para su recuperación, copia de los informes que tenga sobre ese manuscrito, así como del plan de recuperación de la obra y de todas las que tenga el Reino Unido de España, bienes que fueron expoliados a nuestra nación en el periodo de 1808 a 18014, con sus correspondientes informes donde se especifique dónde están y su valor, entre otros detalles».
El interesado solicitaba además «aclaración sobre el posicionamiento del ministerio sobre las obras de arte españolas expoliadas por Francia y Reino Unido durante nuestra Guerra de Independencia depositadas en los museos de ambos países».
La respuesta del Ministerio de Cultura por medio del subdirector general de Registros y Documentación no deja «lugar a dudas» sobre la intención del Gobierno, a juicio del reclamante.
«No existe en este departamento documentación relacionada con una reclamación semejante a la que se plantea en la solicitud de acceso a la información de referencia», apunta Carlos González-Barandiarán y de Muller, que firma el escrito. «Las obras que abandonaron España en el contexto de la Guerra de la Independencia no pueden ser reclamadas, ya que las normas y tratados internacionales de restitución de bienes culturales de las que España es signataria en la actualidad no pueden ser aplicadas de modo retroactivo para conflictos bélicos sucedidos hace más de 200 años».
Para el interesado «es evidente que se pretende destruir y disgregar los museos españoles mientras a la par se tolera que nuestras obras de arte expoliadas en el pasado no vuelvan jamás a España».
Después de esta respuesta y en el mismo contexto de revisión de colecciones de obras de arte, cobra relevancia el anuncio del pasado 22 de enero de Ernest Urtasun, cuando aseguró en la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados que quiere «descolonizar» los museos nacionales con un plan del que públicamente no se conocen detalles.
El ministro dijo que se iniciará un «proceso de revisión de las colecciones de los 17 museos estatales» para «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones, la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico».
La descolonización en la que se basa Urtasun hace referencia a la devolución de objetos de patrimonio expuestos en museos a los países de origen. La Unesco estableció en 1970 un marco internacional para prevenir el robo y el saqueo y promover su restitución. Según el código deontológico del Consejo Internacional de Museos, ha de buscarse la cooperación con el fin de valorar el retorno de estos bienes culturales.
Sin embargo, y en línea con la denuncia por el manuscrito de Isabel la Católica –que fue clonado en 2010 por el editor Manuel Moleiro por encargo de la British Library– nada se ha dicho sobre rendir cuentas del latrocinio sufrido por el arte español, que va mucho más allá del más preciado de los 20 libros de rezo que atesoró la monarca castellana.
Porque, al cruzar los Pirineos, las tropas napoleónicas ya habían saqueado a media Europa, y aquí se disponen a completar su tarea.Con el real decreto del 18 de julio de 1809 se suprimen las órdenes religiosas masculinas, pasando el patrimonio artístico de los monasterios e iglesias al Estado. A esto se suma la confiscación de piezas de arte a aquellos nobles y aristócratas partidarios de la monarquía española y contrarios a Napoleón. Los franceses se hicieron con miles de cuadros, con la idea inicial de nutrir un Museo Nacional de Pinturas o Museo Josefino –precursor del El Prado–, como los ya creados en Milán, Bruselas y Ámsterdam, pero ganaron la partida el pillaje y la corrupción, con el mariscal Soult a la cabeza. En Palencia y Galicia se cebaron con el románico temprano y el tardío y, para hacerse una idea, se barajó desmontar la Alhambra para llevársela piedra a piedra, idea que afortunadamente atajó Dupont.
Una vez derrotado Napoleón, los vencedores obligarían a Francia a devolver lo robado. En el Louvre se inventariaron más de 5.000 obras de arte rapiñadas en toda Europa, de las que España pudo recuperar poco más de cuatrocientas.